Sandra Sabatés: «Tengo cuatro cajones repletos de botas»

La copresentadora de El intermedio reconoce que ha aprendido mucho de los estilistas con los que trabaja y que ahora se ha vuelto adicta a los vestidos.

Es una de las estrellas de La Sexta y la sonrisa rutilante de El intermedio, el programa de humor sobre actualidad que presenta de lunes a jueves junto al Gran Wyoming.

¿Ha cambiado su vestuario desde que trabaja en la tele?

Totalmente. Antes era más bien de vaqueros, y ahora he descubierto las grandes posibilidades que tienen los vestidos en el día a día.

¿Sabe cuántos tiene?

Muchísimos. Pero, sin duda, mi favorito es uno negro y verde que me puse el día que El intermedio celebraba sus 1.000 emisiones.

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Es una de las estrellas de La Sexta y la sonrisa rutilante de El intermedio, el programa de humor sobre actualidad que presenta de lunes a jueves junto al Gran Wyoming.

¿Ha cambiado su vestuario desde que trabaja en la tele?

Totalmente. Antes era más bien de vaqueros, y ahora he descubierto las grandes posibilidades que tienen los vestidos en el día a día.

¿Sabe cuántos tiene?

Muchísimos. Pero, sin duda, mi favorito es uno negro y verde que me puse el día que El intermedio celebraba sus 1.000 emisiones.

¿Hay algo que no encontraríamos nunca en su armario?

No tengo blusas. La verdad es que no me gustan nada.

¿Qué es lo último que se ha comprado?

Ha sido un abrigo negro tres cuartos de corte setentero.

Reconozca algo que nunca se pondría.

Sin duda alguna, jamás se me ocurriría ponerme el vestido de Lady Gaga con los trozos de carne colgando. Y por decir algo más normal, cualquier prenda con volantes o lunares. No me veo con ellos.

¿Se deja aconsejar por los estilistas?

Sí, por supuesto. Antes casi nunca me ponía pantalones pitillo, y cuando lo hacía era tapándolos con botas. Pero me acabaron convenciendo de que los probara con taconazos y ahora me encantan.

¿Y conserva ropa heredada?

Sí, un pijama de verano de tirantes que perteneció a mi abuela. Ella se lo dio a mi madre, y mi madre me lo regaló a mí cuando cumplí los 16. Me lo pongo mucho, y espero que algún día lo pueda heredar mi sobrina.

¿Guarda la que ya no usa?

¡Tengo dos cajas repletas de prendas que me traen muchos recuerdos! Como una camiseta que me compré la primera vez que vine a Madrid con una amiga mía a presentar un corto. La encontré en una tienda de la calle Fuencarral. Es de muchos colorines y pone «Madrid» en grande.

Dos cajas darán para más anécdotas, ¿verdad?

¡Para miles! También conservo la camiseta con la que hice mi primer casting para la televisión. Había llegado muy temprano, me fui a desayunar y me tiré el café por encima. Como no podía ir así, entré en la primera tienda que vi y me la compré. Creo que me trajo buena suerte, porque me cogieron.

¿Y la recicla?

Por supuesto. Entre otras cosas, porque me duele mucho desechar lo que me gusta. No tiro nada. Si dejo de ponerme algo, lo doy o lo guardo, con la esperanza depositada en poder volver a usarlo alguna vez.

¿Qué es lo más divertido que hay en su ropero?

Durante el primer año de vida de mi hijo, todos los meses me hacía una foto con él vestidos los dos con algo igual. Aún conservo todas esas prendas guardadas.

Pues habrá fotos preciosas, ¿no?

Sí, hay una en la que estamos los dos con una camiseta de los Rolling Stones. Imagínate a un bebé de seis meses vestido de esa manera.

Confiésenos una debilidad.

¡Las botas! No hay cosa que me guste más. Me encanta el verano, pero todos los años estoy deseando que se termine para poder calzármelas.

¿Tiene muchas? Escoja un par.

La verdad es que tengo muchísimas. Calculo que unos cuatro cajones llenos, a lo que además hay que añadir las que voy guardando porque ya no me pongo más. Si tuviera que quedarme solo con unas, creo que serían las últimas que me he comprado. Son de color caldero, planas y de caña baja.

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