Penélope Cruz: «Me cabrea que maten a 10 animales para un abrigo»
Entrevistamos en Londres y en exclusiva a nuestra actriz más internacional.
Con ella suele ser más importante lo que no dice que lo que dice. Y a pesar de todas las limitaciones impuestas y de la mala reputación que arrastra con la prensa, Penélope Cruz comparece distendida y cordial. «Está pasando por su mejor momento», aclarará más tarde su representante. «Es feliz y eso se nota».
La felicidad está relacionada con varios temas que no podemos tratar. Véase, Leo, su primer y único hijo; Javier Bardem, su marido; y su casi segura mudanza a España. La madrileña vendió hace dos meses su mansión de Los Ángeles. En la transacción, perdió un millón de dólares. La...
Con ella suele ser más importante lo que no dice que lo que dice. Y a pesar de todas las limitaciones impuestas y de la mala reputación que arrastra con la prensa, Penélope Cruz comparece distendida y cordial. «Está pasando por su mejor momento», aclarará más tarde su representante. «Es feliz y eso se nota».
La felicidad está relacionada con varios temas que no podemos tratar. Véase, Leo, su primer y único hijo; Javier Bardem, su marido; y su casi segura mudanza a España. La madrileña vendió hace dos meses su mansión de Los Ángeles. En la transacción, perdió un millón de dólares. La crisis, al parecer, afecta a todos. Desde entonces, los rumores sobre su regreso a Madrid se han disparado. «España siempre ha sido y será mi casa. Incluso cuando he estado fuera he venido a visitar a mi familia. Eso no cambiará jamás. Llevo en el extranjero muchos años. Pero jamás he visto Los Ángeles como mi hogar. Hay pocas personas que puedan decir eso». La entrevista, en exclusiva con S Moda, tiene lugar en una suite del hotel Savoy de Londres. La intérprete, de 37 años, está radiante. Luce un vestido negro muy entallado y escotado. Hace frío y se cubre con una mantilla.
«Voy a estar aquí una temporada. Me gusta, pero no me emociona el clima. Londres es bastante triste».
Pero han tenido suerte. «Algunos días ha hecho sol, lo que es muy raro». Le cuesta emplear la primera personal del plural. A veces, para, respira y retoma parte de la frase… en singular. Sin embargo, no está sola en la capital inglesa. Javier Bardem está rodando Skyfall, la última película de James Bond, donde interpreta a otro villano. La familia Cruz-Bardem ha pactado compenetrar sus agendas. Así no dejan solo al pequeño Leo ni un minuto. Resultado: cuando uno tiene rodaje, el otro lo acompaña. Su pacto tiene otras consecuencias; participan en menos películas. Cruz ya lo dijo en su momento: tener un hijo sería el proyecto más importante de su vida. Lo está siendo.
«Vivía siempre en el set y me cansé. Empiezas a tener otras prioridades».
«A querer tiempo para ti. Un actor debe poder enriquecer su papel con su día a día; si no, los personajes le salen huecos», razona. Y añade: «Decidí acabar con esa actividad frenética hace tiempo. Me propuse rodar una o dos películas anuales. El cambio llegó justo antes de Volver [2006]. Hace tanto, que no puedo ni imaginar cómo sería regresar a ese ritmo loco». Antes de aquello, y coincidiendo con su aterrizaje en Los Ángeles, la madrileña se implicaba en tres y hasta en cuatro filmes al año. El espíritu de trabajo le viene de fábrica. Sus compañeros la describen como una intérprete tenaz y disciplinada. Una filosofía que aprendió en sus años como estudiante de ballet: 17, en total. De adolescente, solía arrancarse las uñas de los pies, se le caían de tanto danzar.
«Lo echo de menos, pero cuando decidí dedicarme al cine supe que debía abandonar el ballet».
Asumió que solo podría bailar en alguna película como Nine [2009]. «Preparé coreografías complicadas, tomé clases y practiqué sin parar. Estoy deseando volver a hacer otro musical». Sacrificios ha hecho varios. Como dejar su ciudad natal para mudarse primero a Nueva York y luego a Los Ángeles. Esfuerzos, otros muchos. El primero, quitarse el sambenito de actriz guapa y mujer florero. Según cuenta, no la tomaban en serio. Su debut en Jamón, jamón (1992), con Bardem y topless incluido, la incorporó en la categoría de intérpretes cañón. Tampoco ayudó que se pasara buena parte de su trayectoria siendo «la novia de». Por ejemplo, fue el centro de los focos durante los tres años que salió con Tom Cruise. Su último pulso: el inglés. En su época en Nueva York solo sabía decir «How are you?» y «Thank you».
«Me he sentido en desventaja con el inglés; sobre todo al principio».
«Quita libertad porque piensas en cómo lo dices, en el acento. Roba demasiada atención. Ahora me siento más tranquila: he estudiado con diferentes profesores y he machacado mucho el inglés. Han sido interminables horas de clase». Su primer desafío fue The Hi-Lo Country (Stephen Frears, 1998). «Estaba perdidísima. Me dieron el papel después de un casting en Madrid. Recibí el guion y aprendí las frases. Cuando llegué al plató no entendía nada de lo que me decían ni el director ni el equipo. Fue muy frustrante». Ha llovido mucho desde entonces. La hija de una peluquera de Alcobendas tiene hoy a Hollywood a sus pies. Tres nominaciones a los Globos de Oro y un Oscar a mejor actriz de reparto por Vicky Cristina Barcelona (Woody Allen, 2009). Es la primera española en lograrlo. Lo tiene todo y ha aprendido a decir no. ¿Rechazar proyectos abre o cierra puertas? «Llega un momento en el que las abre. La carrera se construye con los proyectos que aceptas y con los que rechazas. Cuando me comprometo con un personaje, necesito saber que tengo tiempo para prepararlo. Es lo que más disfruto».
«Se ha movido mucho por el mundo. Ahora el Oscar está en Madrid. Al principio me lo llevaba. Allí donde iba, venía».
«Lo más gracioso era el detector de metales. No lo vas a facturar; es un Oscar. Así que lo llevas contigo. Pero claro, toca explicar que es tuyo, que no se lo has robado a nadie». Cruz repite. Este año está previsto el estreno de su segunda película con Woody Allen. «Todavía no tiene título. Son cuatro historias. Yo interpreto a una prostituta orgullosa de serlo que se hace pasar por actriz. La pobre lo hace fatal; no sabe actuar… Es comedia pura». Adora a Allen. «Es graciosísimo y brillante. Cuando abre la boca dan ganas de apuntar cada frase y memorizarlas con puntos y comas». También es fan de Johnny Depp, su compañero en la taquillera Piratas del Caribe 4. «Rodarla fue vivir en Disneylandia. Todavía no se sabe nada sobre la quinta parte. El guion no lo ha visto nadie». Van 20 años de carrera. Dos décadas en las que Cruz se ha convertido en un icono mundial. Pero su segundo hogar no es Los Ángeles, sino Italia.
«Es mi segunda casa. Me abrieron sus puertas hace tiempo y me han ofrecido personajes maravillosos».
Como el de su otro estreno de 2012, Venuto al mondo, del italiano Sergio Castellitto. «Mi personaje envejece desde los 23 años hasta los cincuenta y pico. Su historia es desgarradora. Vuelve con su hijo adolescente a Sarajevo, donde murió su padre. Conozco la zona, he estado allí y he hablado con la gente sobre el conflicto. Pero es tan complejo que ni ellos saben explicar qué sucedió. Ha sido una experiencia muy fuerte». El filme se basa en un libro homónimo, célebre en los Balcanes y en Italia. «El 80% de los italianos lo ha leído. Rodamos en Roma y la gente me paraba por la calle y me decía: “Confiamos en ti”. Y yo acojonada». Por No te muevas (2007), del mismo realizador, recibió el David di Donatello, el Oscar italiano. Hasta llegaron a compararla con Anna Magnani. Las dos divas comparten arrojo, caderas y unos imponentes ojos negros. «No me puedo tomar en serio una comparación así. Magnani y Meryl Streep son mis actrices favoritas», afirma. La española acumula referentes. Quizá el primero en la lista sea Pedro Almodóvar.
«Estaría bien que en esto no fuéramos como los franceses».
Cruz habla del cine: «Saben apoyar y cuidar lo suyo. Cuando hablo así, en ningún momento me refiero a mí misma. Sería muy arrogante. Pero sí a alguien como Pedro. ¡Se merece tanto respeto y admiración por lo que ha hecho, por las puertas que ha abierto a nuestro cine! Pedro es muy importante para mí; y cuando no se le apoya, protesto». Un ejemplo, después del tibio recibimiento de Los abrazos rotos (2009) en España, la actriz se quejó de la falta de reconocimiento al manchego. El sector la conoce por su terquedad y empecinamiento. Fue cabezota cuando, siendo todavía una niña, se presentó a las pruebas de Katrina Bayonas. La famosa representante la rechazó, pero Cruz siguió intentándolo hasta que le arrancó el sí. Ahora también la conocen por su lucha en defensa de los animales.
«No uso pieles; solo de animales de los que se aprovecha todo».
«Me cabrea que maten 10 seres vivos para un abrigo. Nunca compraría una prenda así. Por eso acepté la propuesta de PETA». La actriz ha posado para una campaña de la asociación protectora. Eso en un año donde el visón ha sido tendencia. «Siempre he tenido mascota. Cuando he rodado en sitios aislados, como en medio de una carretera de Santa Fe, he recogido gatos abandonados. Si tenía muchos, buscaba un hogar. En los rodajes me temen. He colocado muchos gatos y perros por ahí. Castellitto, sin ir más lejos, tiene uno; se llama Agustino».