Nathy Peluso: “Me gusta cada parte de mi cuerpo tal y como es”
Sandunguera y diva urbana. La cantante no entiende de reglas para asaltar el trono comercial de la fusión más bailable.
La epifanía musical de Nathy Peluso no fue ni con Gloria Estefan ni Nina Simone. Su momento de clarividencia, acorde a ese mestizaje artístico que la caracteriza sin elitismos ni etiquetas, le llegó con Christina Aguilera a los cinco años. Sin ordenador en su casa de Luján (Buenos Aires) o la posibilidad de consumir videoclips, la pequeña Nati (aquí sin la hache artística de rigor que añadiría años después) solo tenía un capricho cada vez que acompañaba a su madre al locutorio del barrio a hacer sus gestiones: visionar, una y otra vez en modo bucle, el Ven conmigo de ...
La epifanía musical de Nathy Peluso no fue ni con Gloria Estefan ni Nina Simone. Su momento de clarividencia, acorde a ese mestizaje artístico que la caracteriza sin elitismos ni etiquetas, le llegó con Christina Aguilera a los cinco años. Sin ordenador en su casa de Luján (Buenos Aires) o la posibilidad de consumir videoclips, la pequeña Nati (aquí sin la hache artística de rigor que añadiría años después) solo tenía un capricho cada vez que acompañaba a su madre al locutorio del barrio a hacer sus gestiones: visionar, una y otra vez en modo bucle, el Ven conmigo de la artista estadounidense. Quién le diría que, 19 años después, sus propios vídeos tendrían decenas de millones de reproducciones en YouTube. Eso da para muchas niñas aspirantes a divas imitando sus coreografías desde otros rincones (o locutorios) del planeta.
Para poner en contexto el torbellino Nathy Peluso, cabe destacar que en su trabajada ubicuidad –en unas semanas publica su debut literario, Deja que te combata, en Temas de hoy–, su explosión llega sin la maquinaria de una gran discográfica detrás. Peluso funciona de forma autónoma, con unas redes abarrotadas de seguidores rendidos a su figura y con la asistencia de un núcleo hermético que ejerce de escudo de la artista. Para que la Nathy sandunguera de hoy sedujera al gran público y llenara salas de conciertos, tuvieron que vivir y morir en planos vitales muy diversos otras Natis del pasado: está la gimnasta infantil, la emigrante adolescente a Murcia, la estudiante de comunicación audiovisual que se pasó al teatro físico, la camarera, la poeta callejera o la cantante de grandes éxitos en hoteles de la costa alicantina. Peluso es la suma de todas y ninguna. Una neofolclórica capaz de adoptar 1.000 acentos, pero siempre con sabrosura. La artista, en proceso de «cuidar su voz» en una agenda muy apretada, opta por una entrevista vía correo electrónico y de la que elimina algunas cuestiones de las que prefiere no tratar con esta publicación.
¿Cómo lidia con este éxito, sabiendo que hace unos años trabajaba en cadenas de producción o de camarera?
Por él he trabajado muy duro, siento que es una bendición poder dedicarme a lo que quiero y vivir feliz junto a mi música y a mi público. Siento con seguridad que este es mi lugar y que nací para subirme a los escenarios de todo el mundo, seguiré trabajando con amor y mostrando mi gratitud cada día.
Canta «Yo no soy barata, quiero derroche», pero también «Tampoco quiero un carro lujoso/Quiero alegría, papá». El dinero, ¿arma poderosa o fuente de problemas?
Yo nunca tuve dinero, toda mi vida me costó ardua tarea ganarlo así que, para mí, tener dinero es un privilegio. Lo cuido y manejo con delicadeza. Es un arma muy poderosa, ya que me permite llevar a cabo infinidad de cosas, pero conseguirlo en grandes cantidades implica trabajo y tiempo. Hay que saber construir la fortuna con inteligencia. En mi balanza, el tiempo y el amor son más importantes que la plata.
No muestra una sexualización explícita, pero juega con la provocación y los estereotipos, ¿por qué?
Porque soy mujer y amo mi condición, me encanta jugar con lo que me conforma, y valerme de toda mi naturaleza para hacer mi personaje. La feminidad, la fuerza y la seguridad que siento no pueden evitar estar a flor de piel.
Con Natikillah muchos hombres cuestionan su forma de rapear. ¿Este sexismo no afectaría a un artista masculino?
La verdad es que mi atención no ha estado dirigida a esa clase de comentarios, de manera que no sabría opinar con exactitud. Sin embargo, en mi carrera presencio diferencias a la hora de juzgar entre artistas masculinos y femeninos, pero a la hora de actuar, desde mi visión, soy una más. Mi público es respetuoso, cariñoso y alentador, y me quiere por la artista que soy y la música que hago. Para mí eso es eterno y no entiende de sexos. No se puede evitar que haya comentarios desafortunados, ya que estamos expuestas, pero la clave para mí es seguir sintiéndome orgullosa de lo que consigo y hacer oídos sordos a la ignorancia.
En sus shows se sumó a la marea verde de Argentina por la legalización del aborto, ¿cómo lo vivió?
Fue algo muy mágico, hay una energía admirable en mi público, tanto mujeres como hombres irradiaban conciencia y esperanza, igualdad y mucha fuerza. Quise formar parte de esta etapa tan significativa para mi país y poder ponerle música a esos corazones.
«Esta gorda está triunfando» fue una frase muy aplaudida en La resistencia. ¿Dejaron huella las críticas a su físico de niña?
En absoluto, me gusta cada parte de mi cuerpo tal y como es.
¿Las multinacionales no fichan a artistas femeninas que no cumplan con unos parámetros físicos y artísticos?
Espero que no. De momento no he podido comprobarlo, pero me parecería un atraso abismal. El único parámetro que debe importar es la calidad y el corazón que el artista brinde en su música.
¿Usted ficharía por una de las grandes?
Sí, obviamente bajo condiciones que me sorprendiesen, pudiendo contar con un músculo interesante y siempre y cuando mi libertad como creadora y directora de mi arte se viesen respetadas.
¿Reina del trap? No, gracias. ¿Por qué rechazó el género después de lo que se intuía en Esmeralda?
Esmeralda es puro hip-hop de mi corazón, tiene un sabor lo-fi [sonido en baja fidelidad] que se aleja del sonido moderno. Creo que nunca hice trap, por eso no me veo reflejada en esa etiqueta.
Dice que conoció la música de Lola Flores en la veintena y que, en ese sentido, se alinea más con Mercedes Sosa o Gloria Estefan. ¿Qué tipo de folclórica le representa?
La mágica y extrovertida Celia Cruz.
“No me atrevería con el flamenco”, ha dicho. Con la versatilidad que le corre por las venas, ¿por qué no?
Para mí el cante flamenco es algo que respeto y disfruto hoy día desde afuera. Mis cuerdas vocales tiran hacia otros continentes, pero sin duda mi alma conecta profundamente con el flamenco, lo admiro y escucho diariamente. En un par de canciones mías se pueden escuchar arreglos de guitarra española, su sonido dulce me conquista.
Siempre cuenta que en España se has rodeado de cubanos y colombianos, ¿a qué sabe el Madrid de Nathy Peluso?
En España en general siempre me he rodeado de latinos, sin buscarlos llegan a mi vida y me brindan su amistad. El Madrid de Nathy Peluso es un gran hogar, caña con pincho de tortilla y veredas anchas que me recuerdan historias por donde vaya. Esta ciudad me ha acunado muchos años y le tengo un cariño profundo.