Mia Wasikowska: «Me gusta la moda como expresión artística»

Con apenas 22 años, la actriz australiana tiene una trayectoria envidiable con series de culto –En Terapia– y grandes apuestas de Hollywood, como Jane Eyre, que acaba de estrenarse en España.

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Protagonista, junto a Johnny Depp, de la versión de Alicia en el País de las Maravillas dirigida por Tim Burton y aclamada en el circuito independiente por su papel en Los chicos están bien,  Mia Wasikowska ha vuelto a dejar el listón muy alto en 2011. Se ha puesto a las órdenes de Gus Van Sant en el rodaje de Restless. Y repite con el director de la serie En terapia, Rodrigo García, esta vez en Albert Nobbs, un filme en el que da la réplica a una Glenn Close travestida. Además, ha sido elegida una de las 100 personas más influyentes del año por l...

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Protagonista, junto a Johnny Depp, de la versión de Alicia en el País de las Maravillas dirigida por Tim Burton y aclamada en el circuito independiente por su papel en Los chicos están bien,  Mia Wasikowska ha vuelto a dejar el listón muy alto en 2011. Se ha puesto a las órdenes de Gus Van Sant en el rodaje de Restless. Y repite con el director de la serie En terapia, Rodrigo García, esta vez en Albert Nobbs, un filme en el que da la réplica a una Glenn Close travestida. Además, ha sido elegida una de las 100 personas más influyentes del año por la revista Time y ayer estrenó en España la última adaptación de Jane Eyre, que interpreta junto a Michael Fassbender y Jamie Bell. Hija de dos fotógrafos polacos emigrados a Australia, su principal afición en su escaso tiempo libre es disparar su Rolleiflex en las escapadas a su país natal.

Se inició en la actuación con 15 años y con 17 se trasladó a Estados Unidos para rodar En terapia. ¿Ha sido positivo para usted haber comenzado a trabajar tan joven?

Desde mi punto de vista hay dos métodos de aprendizaje distintos. Uno es ir a la escuela o a la universidad, y el otro es dedicarse a la interpretación. Ambos son válidos y tienen pros y contras. Pero actuar tiene un riesgo añadido: los errores que cometes te dejan una especie de marca, de algún modo dañan tu imagen profesional. Esto no siempre sucede cuando estás aprendiendo en una escuela.

Una de las cualidades que han destacado los críticos de su trabajo es su habilidad para cambiar de apariencia en cada personaje.

Como espectadora, los actores que prefiero son los que hacen que me olvide de quiénes son realmente. Si eres capaz de parecer distinto, eso ayuda al público a creer en el personaje. He tenido la oportunidad de interpretar papeles muy distintos, y siempre me ha gustado la idea de desaparecer dentro de la piel y la apariencia de otra persona.

También cambia de piel con cada una de sus apariciones públicas. Ser actriz en Hollywood conlleva largas sesiones de maquillaje, fotografía, vestuario… ¿Le atrae el glamour de la alfombra roja?

Me siento incómoda en esas situaciones. Me encanta sentarme en el set, sentirme parte de una película o ensayar un papel… Lo prefiero a estar en la alfombra roja. No obstante, entiendo que son dos partes distintas de mi trabajo: ir a los estrenos y hablar de la película me permite formar parte de un rodaje. Lo veo como el pequeño precio que tengo que pagar para poder hacer todo lo demás.

¿Cómo definiría su estilo para las grandes ocasiones?

Me gusta la moda, en especial, cuando se utiliza como expresión artística. Me siento muy afortunada por poder llevar esos vestidos tan bonitos. Prefiero la sencillez y el minimalismo, pero ponerme algo extravagante en una ocasión especial también me parece adecuado y fascinante.

¿Ya ha aprendido a posar?

No a nivel profesional. Nadie me ha enseñado, la verdad, pero confío hacerlo de forma convincente (ríe).

¿Quién es su diseñador favorito?

Ahora mismo me visto mucho de Marc Jacobs.

Uno de sus cambios de imagen más espectaculares ha sido su corte de pelo. ¿Le dio pena deshacerse de su melena?

Me sentí un poco insegura. Lo tenía muy largo y tuve que cortarlo para Restless. Sinceramente, me dolió, pero al final fue una alegría quitármelo de encima. Ahora me dan ganas de cortármelo cada dos por tres. No puedo vivir sin el pelo corto.
 

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