Lorenzo de´ Medici: «Tengo dos armarios: para el día a día y para la vida social»

Escritor y exdiseñador, ha superado su obsesión por la ropa y hace 10 años que no se pone ninguna de las 80 corbatas de su armario.

Desciende de una familia que hizo cambiar el curso de la historia. Ni Florencia ni el Renacimiento se pueden concebir sin los poderosos Médici. Exdiseñador, políglota, escritor y periodista, publica ahora Las cartas robadas (Espasa), un misterio histórico en torno a su antepasada María de Médici.

¿Qué fue del guardarropa de los Médici? ¿Conserva algo?

Me temo que no. Está todo en distintos museos de Florencia. Es la única forma de que la ropa resista el paso del tiempo. Pero tengo otras cosas de mi familia…

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Desciende de una familia que hizo cambiar el curso de la historia. Ni Florencia ni el Renacimiento se pueden concebir sin los poderosos Médici. Exdiseñador, políglota, escritor y periodista, publica ahora Las cartas robadas (Espasa), un misterio histórico en torno a su antepasada María de Médici.

¿Qué fue del guardarropa de los Médici? ¿Conserva algo?

Me temo que no. Está todo en distintos museos de Florencia. Es la única forma de que la ropa resista el paso del tiempo. Pero tengo otras cosas de mi familia…

¿Como por ejemplo?

Un retrato de María de Médici del que me enamoré al fijarme en lo que llevaba puesto.

¿Me lo explica?

Cuando era un niño, ese cuadro estaba en el palazzo familiar, en Florencia. Un día le dije a mi abuelo que no me gustaba porque la dama era muy fea. Él se rio y me dijo: «Pues te lo voy a regalar». Cuando lo heredé empecé a ver más allá: vi el vestido bordado en oro, la forma del escote, los dibujos del estampado, el collar de esmeraldas, la riqueza del tejido… Y empecé a encontrar en María a una mujer fascinante, hasta el punto de hacerla protagonista de mi libro. La edad te enseña a mirar.

Ahora vive en España. ¿Ha cambiado su forma de vestir desde que dejó Italia?

Pues sí. Allí la gente es demasiado formal. En España me siento más cómodo yendo desenfadado. Cuando vivía en Italia tenía una obsesión exagerada por mi guardarropa. Por fortuna, la he superado.

¿Su armario es grande?

Tengo dos: uno para el día a día y otro para la vida social.

Hábleme del más formal.

Pues hay 12 trajes, unas 60 camisas y más de 80 corbatas. Y hace 10 años que no me pongo una.

¿Tanta fobia les tiene?

No es eso, pero trabajé durante mucho tiempo como diseñador para Ermenegildo Zegna y Loro Piana, estuve cinco años firmando las prendas oficiales de la FIFA y hacía corbatas para Fendi. La mitad de las que guardo están diseñadas por mí y me saturé.

Entonces, ¿ya no le interesa la moda?

Sí, pero de otra manera. Por supuesto que me visto con cuidado, pero ya no estoy tan pendiente de la ropa. Y, la verdad, es un alivio. Hubo un tiempo en que no pensaba en otra cosa.

¿Cómo se viste a diario?

Con una camisa de cuello mao, de algodón en invierno y de lino en verano. Cuando hace frío llevo tejanos, y con el calor prefiero los chinos. En los pies, mocasines, especialmente de la marca Tod’s. Tengo debilidad por los zapatos.

¿Cuántos tiene?

Hubo una época en que tenía más de 70, pero ahora poseo solo 20. Me fijo mucho en los zapatos, pueden arruinar el mejor conjunto o completar una imagen. Nadie resulta elegante con los zapatos sucios, a no ser que venga de pasear por el campo.

¿Qué prenda se repite más en su armario?

Los jerséis de cachemir. Tengo unos 50, aunque absolutamente todos pertenecen a mi época de diseñador.

Dígame el nombre de un español elegante.

Jaime de Marichalar. Puede llevar la cosa más extravagante del mundo, pero lo hace con tanta naturalidad que siempre le queda bien.

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