Lola Herrera: «Muchas señoras me preguntan dónde me compro la ropa»

Actriz con una carrera más que consolidada, afirma que sabe dibujar un patrón, cortar una manga o hacer una sisa, y que de vez en cuando aligera sus armarios.

Tras una vida entera dedicada al mundo de la interpretación, triunfando sobre el escenario y frente a las cámaras, la actriz Lola Herrera se ha convertido en empresaria con la línea de ropa Bababa. Pero nos confiesa que su única y auténtica debilidad son los zapatos.

¿Cómo le ha dado por hacer moda?

Llevo toda la vida diseñando la ropa que uso. Y muchas señoras que me veían me preguntaban dónde había comprado esto o aquello. Así que me atreví a embarcarme en este nuevo proyecto.

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Tras una vida entera dedicada al mundo de la interpretación, triunfando sobre el escenario y frente a las cámaras, la actriz Lola Herrera se ha convertido en empresaria con la línea de ropa Bababa. Pero nos confiesa que su única y auténtica debilidad son los zapatos.

¿Cómo le ha dado por hacer moda?

Llevo toda la vida diseñando la ropa que uso. Y muchas señoras que me veían me preguntaban dónde había comprado esto o aquello. Así que me atreví a embarcarme en este nuevo proyecto.

Ha sido muy valiente, no parece el mejor momento para lanzarse a esa aventura. Es posible, pero ¿qué iba a hacer? ¿Esperar a que pasase todo esto? ¿Y cuándo sucederá eso?

A saber cómo voy a estar yo cuando acabe la dichosa crisis. No, no, las cosas tienen que hacerse cuando uno puede hacerlas bien.

Explíqueme eso de que siempre ha creado su ropa.

Desde que era pequeña he estado en contacto con el diseño y la confección. La hermana de mi madre era una modista maravillosa, y mi prima, con la que viví durante algún tiempo, trabajaba para una casa madrileña de alta costura. Aprendí sobre todo mirando y fijándome. Sé cortar, hacer un patrón y coser cualquier prenda.

¿Qué es lo que mejor le sienta?

Las cosas muy sencillas. Los blusones con pantalones o falda, algunos vestidos; cosas siempre simples, pero hechas en tela con buena caída.

¿Y qué cree que le sienta mal?

A mí nunca me ha gustado ir apretada, ni siquiera a los 20 años, que tenía una cintura de avispa. Mido 1,55 y ahora soy más bien redondita, así que debo tener presente eso cuando escojo mi ropa.

Así que sobriedad ante todo.

Relativamente, porque me gustan mucho los complementos. Llevo broches enormes, grandes como la rueda de un carro, que cambian un conjunto  por completo. Y uso pañuelos anchos y fulares de colores.

¿Cuál ha sido el vestido más importante de su vida?

Un traje de chaqueta negro con solapas de esmoquin y cuerpo de pedrería bordado. Me lo puse para una cita con un hombre que me interesaba mucho.

Escoja un color para la ropa.

El negro. Cuando era más joven me parecía horrible, pero ahora me encanta.

¿Hay alguna pieza que nunca se pondría?

Algo muy recargado, como esos trajes llenos de perifollos y de drapeados. Tampoco llevaría tirantes, ni escotes palabra de honor, aunque los veo en otras mujeres y me gustan. Pero para mí no.

Elija una pieza de su firma de ropa.

Un traje de corte esmoquin que se fabrica en crepé de seda o en terciopelo.

¿Falta sitio en sus armarios?

No, porque soy racional y, cuando dejo de ponerme algo, me deshago de ello rápidamente. Hace unas semanas he regalado 40 trajes de chaqueta que estaban impecables pero que ya no usaba.

Parece usted un ejemplo de sensatez. Confiese, ¿qué debilidades tiene?

Los zapatos. Tengo que reconocer que me vuelven loca. Sobre todo los de tacón.

¿Cuántos pares posee?

No los quiero ni contar. Tengo un zapatero con diez baldas. Eso sí, conservo muchos de hace años. Algunos de cuña los compré hace siglos.

¿Los más bonitos?

Unos negros de ante, altísimos, que tienen la punta y el tacón cubiertos de cristales de Swarovski.

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