Hollywood se venga de la novia indie

A pesar de las comedias románticas y el síndrome Zooey Deschanel, las nuevas guionistas revierten los arquetipos de la chica excéntrica y dócil en personajes tridimensionales y complejos.

¿Cuánto daño hizo Natalie Portman al grupo The Shins cuando, en la película Garden State, obligó a escuchar New Slang a Zach Graff, asegurándole que cambiaría su vida? ¿Cuántas habrán pensado que si imitaban a Zooey Deschanel en 500 días juntos y arrastraban su chico a probar camas a Ikea o le hacían gritar ¡pene! en medio de un parque, ...

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¿Cuánto daño hizo Natalie Portman al grupo The Shins cuando, en la película Garden State, obligó a escuchar New Slang a Zach Graff, asegurándole que cambiaría su vida? ¿Cuántas habrán pensado que si imitaban a Zooey Deschanel en 500 días juntos y arrastraban su chico a probar camas a Ikea o le hacían gritar ¡pene! en medio de un parque, lograrían alzarse con el título a la mejor novia indie del mundo? ¿Está el cine afectado por una plaga de personajes adorables y excéntricos, con flequillos perfectos y supuestos problemas de compromiso, pero que en realidad sólo existen para hacer realidad los sueños de su chico-amigo-hasta-el-fin-del-mundo? Esto se empezó a preguntar hace unos años el crítico de televisión Nathan Rabin, que tras visionar cómo Kirsten Dunst abría su corazón a Orlando Bloom en Elisabethtown mediante rutas de carretera, decidió sentar cátedra y estrenar la etiqueta Manic Pixie Dream Girl (MPDG, algo así como el hada maníaca que es la chica de tus sueños). Rubin clasificó a esas féminas del celuloide que, ideadas por hombres, viven para complacer a protagonistas masculinos o, como él mismo definió: “esa criatura cinematográfica, burbujeante y superficial, que enseña a los chicos de alma pensativa a abrazar la vida y sus infinitos misterios y aventuras”.

Desde Diane Keaton en Annie Hall, a Kate Hudson en Casi Famosos, pasando por Charlize Theron en Noviembre Dulcepara los que quieran conocer más ejemplos, el equipo de Flavorwire ha editado este ilustrativo vídeo con ejemplos de los últimos 75 años–, la MPDG tocó techo con el desembarco de Zooey Deschanel en escena. Al fin, todas las chicas que lloran cuando ven fotos de gatitos desaparecidos, adictas a Etsy y a tocar el ukele, habían encontrado la horma de su zapato. 500 días juntos se erigió como el súmmum cinematográfico de la MPGD y hasta Zooey Deschanel tuvo que admitir públicamente que el personaje le había pasado factura y llegó a deprimirle porque sólo le ofrecían guiones en los que actuase como “novia de”. Superado el trauma a base de triunfar con su propia serie (New Girl), el reinado de la cantante de She&Him ya tiene sucesora. EEUU acaba de estrenar Ruby Sparks, una comedia romántica para nada al uso dirigida por los directores de Pequeña Miss Sunshine. En el filme, un escritor (Paul Dano), supera su bloqueo mental ante la máquina de escribir gracias a idear una novia perfecta, Ruby Sparks (Zoe Kazan), un personaje de novela que cobrará vida y se convertirá en su pareja. ¿Asistimos al pigmalión de la MPDG? Posiblemente, pero la guionista de la cinta, que es la propia Kazan (y además es pareja de Paul Dano en la vida real) ha querido salir al paso de la que se le venía encima alegando al New York Times que Ruby es  “una respuesta a una gran cantidad de personajes de ficción femeninos que han estado en pantalla en los últimos años” y que le hacían sentir “como si sólo existiese un ideal femenino, cuando sólo es una sombra de lo que es en realidad”.

Evoluciones o procesos de transformación aparte, el cliché trillado de la novia excéntrica y dócil parece estar más superado en la ficción televisiva que en la cinematográfica, gracias en parte al trabajo de las nuevas guionistas (el New York Magazine reunió a buena parte de la nueva hornada en este artículo), que han insuflado aire fresco y complejidad a los roles femeninos. “Nurse Jackie, United States of Tara, Girls y Don't trust the B—- in appartment 23 presentan a mujeres y a chicas que emocionalmente están muy perdidas. Suelen ser mujeres con hombres satélites alrededor, pero que no las manipulan, sino que las dejan ser (no siempre, claro)”, apunta Mariló García, redactora de Cinemanía y autora del blog "Yo no me aburro". “El caso televisivo que más me gusta es el de Alicia Florrick en The Good Wife, que actúa al contrario: de buena esposa a abogada divorciada, aunque habrá que ver cómo termina”, explica.
De todas formas, para García, la televisión tampoco ha quedado exenta de personajes que parecían en un primer término fuertes pero que acaban sucumbiendo a la voluntad de su pareja. “El caso más evidente fue el de Lucille Ball, una mujer adelantada a su época en I love Lucy que acababa haciendo caso sí o sí a su marido. O en Sexo en Nueva York, esa abogada autosuficiente (Miranda) que acaba yendo en contra de sus principios. Ahora puede que esté en auge el fenómeno porque está de moda todo lo hipster –parece que la MPDG se rige mucho por sus modelitos, entre otras cosas–, pero independientemente del look en casi todas las historias de amor casi parece inevitable”.

Para Natalia Marcos, redactora del blog Quinta Temporada de El País, “en las series últimamente se muestra un tipo de mujer más fuerte, independiente y, en cierta forma, con más poder, o con la voluntad de romper cadenas y estereotipos”. Marcos pone como ejemplo a las chicas de Mad Men o Juego de Tronos y alude a la dilatación temporal de las series para explicar por qué no puede funcionar la MPDG: “son historias largas, que duran horas y horas, y que necesitan personajes con los que el público se identifique”, remarca. Adiós a las ñoñas y sumisas, el auge de las antiheroínas ya es un hecho en la pequeña pantalla.

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