Y las actrices perdieron el miedo a salir del armario en Hollywood
Uno de los tabús más arraigados en los estudios al fin se ha normalizado: las actrices ya no esconden su sexualidad en público, el cine abre sus mirada a lo LGTBQ y la prensa rosa se obsesiona con sus escarceos.
«Y aquí estáis con nosotros como presentadores: una lesbiana y un paquistaní. O como a Hollywood le gusta retratarnos: una mujer hetero y su informático». Cuando Kumail Nanjiani (Silicon Valley) y Kate McKinnon (Las cazafantasmas/ Saturday Night Live) presentaron juntos la última gala de los Independent Spirit Awards, bromearon con la paradójica realidad que se vive en los grandes estudios. Por un lado está la vida tras las cámaras y por otro, los tópicos idealizados con los que nos machacan su...
«Y aquí estáis con nosotros como presentadores: una lesbiana y un paquistaní. O como a Hollywood le gusta retratarnos: una mujer hetero y su informático». Cuando Kumail Nanjiani (Silicon Valley) y Kate McKinnon (Las cazafantasmas/ Saturday Night Live) presentaron juntos la última gala de los Independent Spirit Awards, bromearon con la paradójica realidad que se vive en los grandes estudios. Por un lado está la vida tras las cámaras y por otro, los tópicos idealizados con los que nos machacan sus películas.
Que ellos pudiesen verbalizarlo frente a lo más granado de la industria simboliza que algo sí ha cambiado. Que ha llovido mucho desde que Hollywood impusiera los Lavender Marriages (‘matrimonios lavanda’) para tapar la homosexualidad, bisexualidad o lesbianismo de sus intérpretes (Rock Hudson o Barbara Stanwyck, entre otros) y que la normalización lésbica es un hecho. Lo es gracias a figuras como Ellen DeGeneres –a la que Obama colocó recientemente la medalla de la libertad– o desde que Ellen Page o Jodie Foster manifestaran públicamente su condición de lesbianas. Y lo hicieron con unos discursos que traspasaron fronteras y ayudaron a demostrar que la visibilidad gay entre mujeres era necesaria por encima del «¿y a quién le importa?» de rigor cada vez que una salida del armario se publicaba en los medios.
Si algo ha demostrado 2016 es que fue el año en el que las celesbians (celesbianas, el término que se ideó hace unos años para unir las palabras ‘celebrity’ y ‘lesbiana’) se hicieron más fuertes que nunca en los medios. Si en 2015 Cara Delevingne tuvo que callar a Vogue y declarar tras una polémica entrevista que «mi sexualidad no es una fase pasajera«, en 2016, Sarah Paulson no necesitaba una palestra para hacer un discurso sobre su condición sexual y gritó un «si me estás viendo, Holland Taylor, te quiero» a las cámaras en plena alfombra roja de los Emmy, espacio en el que otra lesbiana poderosa, la creadora y directora de Transparent, Jill Soloway, pidió «destruir al patriarcado».
Pero, sin duda, ha sido otra actriz la que ha dado un paso más allá a este proceso normalización: Kristen Stewart. La misma que rehuye de verbalizarlo (cuando los rumores sobre su bisexualidad respecto a su relación con su asistente Alicia Cargile saltaron a la palestra dijo «hay mucha más gente que considera innecesario saber si soy gay o hetero»), no ha dejado de mostrar públicamente sus relaciones y se ha dejado fotografiar sin esconder sus escarceos.
Stewart no habla sobre su lesbianismo con los medios –ya lo lucharon otras antes para abrir su camino–, pero tampoco le hace falta esconderlo. La prensa rosa ha fantaseado durante 2016 con un abultado hisotrial amoroso como la versión femenina de Leonardo DiCaprio: además de la mencionada Cargile, Stewart se llevó a Cannes a la cantante francesa Soko, confirmó su relación con la artista St. Vincent –ex de Cara Delevingne– en un evento de Women in Hollywood y ha terminado el año en Savannah con Stella Maxwell, el ángel de Victoria’s Secret y presumible ex de Miley Cyrus.
«No veo que Kristen siente la cabeza con alguien pronto, ¿por qué debería? Está buena, es joven y es rica. Personalmente me encantaría verla seguir ligando con todas las famosas con las que pueda». Quién habla así en una entrevista en The Cut es @celesbians, la cuenta de Twitter y podcast que dedica su información a especular y aumentar la rumorología de los romances entre lesbianas famosas. Entre sus iconos adultos confirmados favoritos están Carrie Brownstein, Abbi Jacobson, Stewart, Amber Heard (se declaró bisexual), St. Vincent, Stella Maxwell y Cara Delevingne y entre los adolescentes a todas esas actrices de nueva horanda tan millenial y tan de género fluido de hoy en día: Amandla Stenberg, Rowan Blanchard, Bella Thorne o Chloe Grace Moretz.
Las lesbianas ya no se esconden en Hollywod. Tampoco en el celuloide, aunque su incursión sea tímida entre el gran público con películas recientes como Carol, La vida de Adele o La doncella. La revista Slate destacaba hace unos días De chica en chica, la película española protagonizada por María Botto, que nació al calor del éxito de la webserie sobre lesbianas en Madrid Chica busca chica.
Sin una nueva Carol en el horizonte de los grandes estudios, las revistas ya calientan la temporada de premios con portadas con los actores que más veremos sobre la alfombra roja. Especialmente comentadada por su alto voltaje erótico lésbico ha sido la que han protagonizado en la revista W dos actrices que capitalizarán los titulares en los próximos meses: Ruth Negga (Loving) y Natalie Portman (Jackie). Claro, que ninguna de las dos es una celesbian (Negga sale con Dominic Cooper y Portman mantiene una relación con el bailarín Benjamin Millepied) ni tiene intención de serlo.