«Habría colgado un vestido de Gucci en mi salón»
Tardó años en encontrar los zapatos de salón perfectos, que resultaron ser unos Manolos. La presentadora de moda pisa fuerte y toma decisiones firmes.
Raquel Sánchez Silva es una mezcla imposible de it girl y presentadora estrella. Se fue de aventura por Asia, sobrevivió a los mosquitos y a los elementos en playas perdidas y ahora se ha trasladado a un corral en el último reality de Telecinco. Mil escenarios y una sola condición: ir vestida con las últimas tendencias.
La he visto como protagonista de sesiones de moda. ¿No le han dado ganas de salir corriendo con uno de los vestidos que le prestan?
¡Claro! Y en más de una ocasión. Recuerdo un vestido de fiesta de Oscar de la Renta, negro y transparente… Y un Gucci q...
Raquel Sánchez Silva es una mezcla imposible de it girl y presentadora estrella. Se fue de aventura por Asia, sobrevivió a los mosquitos y a los elementos en playas perdidas y ahora se ha trasladado a un corral en el último reality de Telecinco. Mil escenarios y una sola condición: ir vestida con las últimas tendencias.
La he visto como protagonista de sesiones de moda. ¿No le han dado ganas de salir corriendo con uno de los vestidos que le prestan?
¡Claro! Y en más de una ocasión. Recuerdo un vestido de fiesta de Oscar de la Renta, negro y transparente… Y un Gucci que me prestaron para una sesión de fotos y que llegaba de Japón, donde lo había llevado Naomi Campbell. Aquel vestido era tan espectacular que no me lo quería poner: lo hubiese colocado en el salón de mi casa, como una obra de arte.
¿Le gusta ir de compras?
No lo hago. A principio de temporada planifico con cuidado lo que necesito, y voy a tiro fijo.
¿Y para este otoño-invierno qué se ha comprado?
Mi gran inversión son unos zapatos de corte masculino abotinados. Los busqué durante siete días, y son perfectos.
Una semana para unos zapatos… sí que se piensa usted las cosas.
Pues tardé años en encontrar los zapatos salón perfectos. Me los regalaron mis amigas. Unos Blahnik preciosos que eran exactamente como yo soñaba.
Veo que tiene muy claro lo que quiere y lo que no.
No siempre… una vez, en Venecia, me probé unas botas altas muy bonitas, pero no me decidí. Luego, al llegar al hotel, empecé a dar vueltas a la cabeza, y al día siguiente, a primera hora de la mañana, arriesgándome a perder el avión, volví a la tienda y las compré. Hace cuatro años de aquello, y sigo usándolas.
¿Se compra ropa cuando viaja?
Sí, pero no necesariamente para usarla. Para mí, las prendas son también recuerdos.
Hábleme de alguno de esos ‘souvenirs’.
La productora de Pekín Express me regaló un sari fabuloso… lo tengo guardado como un tesoro. De vez en cuando, abro el arcón donde lo guardo y lo miro. Y en un pueblo del sur de China me compré una chaqueta con incrustaciones de plata. No me la puedo poner, claro…
Algo que sí se haya puesto.
Una sortija que me compré en Jaipur. La descubrí en un anticuario: al parecer, una mujer la había encargado en los años 30, y por alguna razón luego no la quiso. Me la pongo mucho.
¿Se encariña con la ropa?
No demasiado. Tengo amigas con mi misma talla, y a veces quedamos para cambiarnos ropa. Lo que sí guardo son prendas que tienen su propia historia, como una camisa de gasa verde y unos pantalones a juego que pertenecieron a mi abuela.
< >¿Qué prendas incombustibles hay en su armario?
Un cinturón de Ana Locking que me ha acompañado por todo el mundo y que la propia Ana dice que debería jubilar. Una chaqueta de esmoquin blanca de Alexander Mcqueen. Un vestido de noche de Ion Fiz y una camisa de Baruc Corazón que me temo que ya no resistirá más lavados. Voy a comprarme otra igual…