La despiadada burla que Gwyneth Paltrow hace de sí misma con su personaje de ‘The Politician’
La prensa especializada se ha rendido al personaje autoreferencial y cargado de sarcasmo de la ganadora del Oscar en la serie de Netlfix, ‘The Politician’.
“Esta es la cuarta vez que alguien se tira por una ventana cuando intento romper con él”. Frívola y etérea, pero brutalmente honesta. Al escuchar la forma que tiene Georgina Hobart de valorar el intento de suicidio de su marido, es imposible retener la sonrisa y confabular sobre si la genial línea de diálogo no saldría de la mente de su propia intérprete. Porque lo cierto es que Gwyneth Paltrow, una de las protagonistas de la nueva serie de Netflix The Politician, nos tiene más que acostumbrados a declaraciones tanto o más memorables que esa. En los últimos años ...
“Esta es la cuarta vez que alguien se tira por una ventana cuando intento romper con él”. Frívola y etérea, pero brutalmente honesta. Al escuchar la forma que tiene Georgina Hobart de valorar el intento de suicidio de su marido, es imposible retener la sonrisa y confabular sobre si la genial línea de diálogo no saldría de la mente de su propia intérprete. Porque lo cierto es que Gwyneth Paltrow, una de las protagonistas de la nueva serie de Netflix The Politician, nos tiene más que acostumbrados a declaraciones tanto o más memorables que esa. En los últimos años ha defendido en público las propiedades saludables de los huevos vaginales de cuarzo, ha confesado olvidar su aparición en varias películas de la saga cinematográfica de Marvel y no titubea a la hora de acreditarse el éxito internacional del yoga, los alimentos sin gluten o la «separación consciente«. Desde que iniciara su exitosa aventura empresarial con Goop, Paltrow ha colaborado en la creación de una imagen pública superficial y abstraída, un meme andante que la hizo valedora del título de celebridad más odiada de la meca del cine. Ahora, con la ayuda de su pareja, el guionista y productor Brad Falchuk, ha trasladado todo lo aprendido –y polemizado– en uno de los mejores personajes del curso televisivo.
Cuando Falchuk, el segundo marido de Paltrow tras su separación de Chris Martin, le vendió a su “musa” el papel de Georgina Hobart, lo primero que recibió fue una rotunda negativa. “Yo no podía comprometerme con ningún proyecto en ese momento. Tengo una inmensa responsabilidad en mi empresa”. Más allá de las pequeñas, rentables apariciones –y muy olvidables visto lo visto– en la franquicia Vengadores, la californiana se ha apartado por completo de la industria cinematográfica para centrarse en su labor de CEO de Goop, la compañía de productos y consejos de bienestar y adalid de la pseudociencia ya valorada en 250 millones de dólares. Pero Falchuk, a quién conoció en el rodaje de la serie Glee, acabó por convencerla con un papel bohemio, autoreferencial y muy sarcástico, que ya apunta al Emmy.
Georgina se presenta ante los espectadores de The Politician en un instantánea digna de Slim Aarons, sentada en un taburete del jardín de su lujosa mansión angelina como si de la anfitriona de la versión Palm Springs de un reality sobre esposas de millonarios se tratara. Luce un caftán verde esmeralda y joyas valoradas en varios cientos de miles de euros mientras pinta un retrato de un niño sirio muerto durante un ataque aéreo. Un estilismo perfecto para enfrentarse al caballete y “concienciar y recaudar algo de dinero” para las víctimas. En la piscina, dos gemelos que podrían pasar por los enésimos retoños ilegítimos de Julio Iglesias, testan su crueldad con su hermano pequeño, Payton, protagonista de la serie. Lejos de una vulgar regañina, la matriarca lo consuela con una reflexión paulocoehliana sobre la bondad. “No puedes enseñarla, ¿sabes? Lo intenté durante mucho tiempo. No puedes hacerlo con los corazones pequeños. Con los duros, quizás, pero no con los pequeños. Los amo, no me entiendas mal. Pero el amor tiene sus límites”.
La nueva serie de la factoría de Ryan Murphy (American Horror Story, Feud) para Netflix cuenta la historia de un brillante, ambicioso y adinerado estudiante (Ben Plattt) que hará todo lo que esté en su mano para ser nombrado ser presidente del Consejo Estudiantil de su exclusivo instituto. Bajo su aspecto de ficción ligera y mamarracha –marca Murphy– se esconde una ácida y profunda crítica a los delirios de las clases altas en la era Trump. Georgina se erige como alma de la serie. De discurso frívolo pero obra protectora, no duda en apoyar de manera incondicional los deseos de su hijo adoptado aunque eso conlleve la renuncia a su amor platónico y sobrellevar un matrimonio que no la hace feliz.
En el armario exhibido por Georgina hay piezas de Tom Ford, Carolina Herrera, Gucci o Valentino, y joyas valoradas en diez millones de dólares que llegaron al set en furgonetas blindadas y escoltadas por un equipo de seguridad. La diseñadora de vestuario, Lou Eyrich, confesó que la orden directa de Ryan Murphy fue que Georgina vistiera siempre recargada, con looks que no correspondieran a la actividad del momento como “vestidos de gala para hacer labores de jardinería”. Eyrich también declaró que una de las razones que hicieron que Paltrow terminara aceptando fue la oportunidad de lucir prendas de grandes diseñadores. El dibujo del personaje se completa con su amante imposible, la amazona Brigitte interpretada por la leyenda del tenis e icono LGTB, Martina Navratilova, muy celebrado por los fans de la ficción.
Los homenajes a la obra del director de cine Wes Anderson son palpables a lo largo de los ocho capítulos que componen esta sátira política. El uso de los colores pastel o la detallista puesta en escena son algunas de las pruebas más evidentes, pero todo lo relacionado con los Hobart es un tributo directo. Bob Balaban, el actor que da vida al acaudalado patriarca, es un habitual de los filmes de Anderson (Moonrise Kingdom, El gran hotel Budapest) y el papel de Paltrow resuena como una reencarnación de la icónica Margot Tenenbaum, la hija lánguida, taciturna y adoptada –como Payton– de Los Tenenbaums. Un referente de estilo e icono pop que ni el propio Ben Platt era capaz de ignorar durante el rodaje de sus escenas con ella. “Como la mayor parte de la gente, yo también tenía esta imagen de figura más grande que la propia vida de Gwyneth. Ella es Margot Tenenbaum, ella es Goop, ella es todas esas cosas”.
Paltrow conoce bien el mundo representado en The Politician porque ella nació en el corazón del Hollywood privilegiado. Fruto del matrimonio entre el productor televisivo Bruce Paltrow y la actriz Blythe Danner (Los padres de ella), su padrino no es otro que el mismísimo Steven Spielberg y no cuesta imaginarla en su adolescencia compitiéndole al Payton de turno el liderazgo del alumnado. Los críticos de la actriz la han atacado por su apariencia de estirada, nacida en la opulencia y desconectada de la vulgar realidad, y es precisamente esta circunstancia la que ha querido satirizar su marido, Brad Falchuk. “Él no cree en ese tipo de acumulación de riqueza porque piensa que es lo que mantiene esa gran brecha entre los diferentes segmentos de población”, afirmó Paltrow, que atesora una fortuna de cientos de millones de dólares.
En el artículo de The Washington Post titulado Ben Platt lidera the Politician pero Gwyneth Paltrow es la estrella, Sonia Rao sostiene que Georgina “es un reflejo inteligente de su propia imagen pública, un personaje que en el exterior parece superficial pero cuyo comportamiento dice más de ella que sus inmaculados vestidos y su firme creencia en el poder sanador de los cristales”. La crítica se ha deshecho en halagos con el trabajo de Paltrow, que quizá debido a la legión de titulares en relación a las ideas peregrinas de Goop nos ha hecho olvidar injustamente un talento que conquistó la meca del cine con filmes como Seven o Shakespeare in love.
No es la primera vez que Paltrow apuesta por reírse de su imagen pública. En la anterior temporada del mítico formato humorístico Saturday Night Live, la ganadora del Oscar apareció como invitada sorpresa durante un sketch que satirizaba la pseudociencia –“¿sabías que la sal es azúcar enfadada?”– detrás de los productos de Goop. Con Georgina, la intérprete y empresaria ha vuelto a demostrar que se toma mucho menos en serio a sí misma que su ejército de escandalizados críticos. Quien ríe la última, ríe mejor.