El atrevimiento de Ella Fontanals-Cisneros: la coleccionista cubana muestra por primera vez su espacio de arte en el barrio obrero de Usera
La coleccionista muestra por primera su nuevo espacio en Madrid coincidiendo con ARCO. Situado en un edificio industrial en el sur de la capital, acogerá parte de sus piezas mientras continúa sus negociaciones para crear un museo en España.
“Sobrecarga máxima admisible 1.500 kgs/m2”, se lee en la pared al salir del ascensor. El edificio es de ladrillo por fuera y por dentro parece un garaje, pintado en blanco, rojo y gris. Pero al cruzar un portón negro de metal una fotografía en blanco y negro del japonés Hiroshi Sugimoto sorprende al visitante. En la misma sala hay una escultura del portugués Bruno Cidra y otra de la venezolana Emilia Azcárate. Según se avanza por las distintas estancias, en las paredes cuelgan obras de Elena Asins, Esther Ferrer, Alejandro Campins o Karina Skvirsky. Mientras, a través de la ventana se ve el tr...
“Sobrecarga máxima admisible 1.500 kgs/m2”, se lee en la pared al salir del ascensor. El edificio es de ladrillo por fuera y por dentro parece un garaje, pintado en blanco, rojo y gris. Pero al cruzar un portón negro de metal una fotografía en blanco y negro del japonés Hiroshi Sugimoto sorprende al visitante. En la misma sala hay una escultura del portugués Bruno Cidra y otra de la venezolana Emilia Azcárate. Según se avanza por las distintas estancias, en las paredes cuelgan obras de Elena Asins, Esther Ferrer, Alejandro Campins o Karina Skvirsky. Mientras, a través de la ventana se ve el tráfico de la concurrida glorieta de Málaga y la mole del Hospital 12 de Octubre. “No conocía esta zona, estoy descubriendo que hay cantidad de cosas sucediendo en la ciudad que uno ni se imagina porque está en la burbuja del centro, es muy interesante”, explica la coleccionista Ella Fontanals-Cisneros (Cuba, 79 años), que ahora cuenta con este nuevo espacio para sus obras en el distrito de Usera.
Allí ha creado casi sin pensarlo un almacén de arte contemporáneo que va a abrir al público por primera vez coincidiendo con la celebración de la feria de arte contemporáneo ARCOmadrid. Precisa que de los 600 m2 del local solo ha habilitado “la mitad, más o menos” como espacio expositivo, siempre manteniendo el estilo industrial de las instalaciones. Se lo mostrará a galeristas, artistas, otros coleccionistas… Gente del mundo del arte que podrá ver la pequeña exposición que ha organizado con algunas de las piezas que conforman su colección privada, que suma más de 3.500. “Tengo un archivo que estoy tratando de poner al día y esta ha sido una forma de empezar a hacerlo”, indica. En el almacén de Usera están algunas de sus últimas adquisiciones, como un cuadro de Cristina Lucas; obras creadas específicamente para ella, como las máscaras de Las Tres Hermanas de Xavier Corberó, y piezas que ha ido comprando, sobre todo, en galerías españolas y europeas. Su idea es abrir este espacio al público coincidiendo con la celebración de eventos artísticos o de exposiciones relacionadas con la obra de algunos de sus artistas: “Haré algunas cosas puntuales de arte aquí, como ahora con ARCO”. Quiere estar rodeada de ese creciente movimiento artístico que se está dando en los barrios del sur de la capital, impulsado en el último año por aperturas como la del espacio Factory of Dreams, del artista urbano Okuda San Miguel, junto al Metro de Usera o la galería Veta de Fer Francés en Carabanchel. “Últimamente he estado yendo mucho a Carabanchel porque allí se están instalando muchos artistas y me gusta explorar eso, siempre pienso que estar cerca de donde se producen esos movimientos te mueve a hacer nuevas cosas”, argumenta. Cristina Lucas, que tiene un local en su mismo edificio, fue quien le descubrió la zona, en la que también tiene su estudio Marco A. Castillo (uno de los fundadores del colectivo artístico cubano Los Carpinteros). “Ojalá empiecen a venir más artistas”, desea la coleccionista, “creo que sería fantástico tener todo un edificio de gente del arte”.
Ya en 2003 Fontanals-Cisneros apostó por impulsar otras escenas artísticas con la creación de MAC en Florida (Estados Unidos). “Fue uno de los primeros espacios de coleccionista en Miami”, asegura. Lo abrió cuando la feria Art Basel aterrizaba en Miami Beach (la primera edición tuvo lugar en 2002) y en 2005 inauguró CIFO en la misma ciudad estadounidense, otro gran espacio expositivo que fue clausurado en 2018. “Cerré antes de la pandemia, con la idea de que íbamos a abrir el museo aquí en Madrid. Y después todo lo que hablamos de Madrid se fue al aire y ya decidí entonces no volver a abrir el espacio en Miami. Porque todavía creo que a Miami le falta, los casi 20 años que estuvimos abiertos las visitas eran pocas comparado con Madrid o sitios donde realmente el arte es importante”.
Con “lo de Madrid” la coleccionista se refiere a la sucesión de acuerdos y desacuerdos con el Ministerio de Cultura para crear un centro cultural con parte de su colección. El proyecto se negoció durante años, incluso tenía nombre —Colección de Arte Contemporáneo de las Américas— y se llegó a hablar de una sede, en La Tabacalera de Madrid. Hace justo tres años Fontanals-Cisneros citó a la prensa en su piso de la madrileña calle Fortuny para anunciar que sus negociaciones con Cultura se habían roto. “Se trata de una gran decepción porque hemos empleado mucho tiempo, esfuerzo y recursos para que este museo fuese una realidad”, dijo entonces sin cerrar la puerta a una nueva ubicación. Un año después, Fontanals-Cisneros ha dejado ese piso —se encuentra inmersa en las obras de su nueva vivienda— y también ha avanzado en lo referente a su idea del futuro museo: “En este momento hay otras oportunidades. Estamos hablando con varias ciudades que me han llamado y que están interesadas. Yo he pasado tantos años negociando que sé que el problema de las negociaciones con la parte política es muy difícil, porque eso es cambiante. Me cansé de eso y dije yo estoy lista cuando alguna ciudad esté dispuesta a tener todo lo necesario para abrir. No quiero procesos que sean a largo plazo ni que tenga que lidiar con problemas políticos”.
Las últimas noticias publicadas apuntan a que las conversaciones con la Diputación de Bizkaia prosperan y el destino final del museo podría ser Bilbao, concretamente el barrio de Zorrotzaurre. De nuevo una periferia replanteada, en este caso siguiendo el proyecto urbanístico de la desaparecida premio Pritzker Zaha Hadid. “Este año pienso hacer otras cosas interesantes, voy a abrir un fondo de arte, quiero trabajar para democratizar un poco más el arte a otros niveles”, explica. No se trata de la única coleccionista que ha visto frustrado su proyecto museístico en los últimos años. También en 2020 la italiana Patrizia Sandretto Re Rebaudengo anunció que no mostraría su colección en la nave 9 de Matadero Madrid. Pero ella tampoco ha dejado de exhibir arte en la ciudad, el pasado 1 de febrero la fundación que lleva su nombre inauguró la primera exposición del artista brasileño Lucas Arruda en España, que podrá visitarse en el Ateneo de Madrid hasta el 8 de marzo. “Cuando se dice que hay que cortar gastos, ¿qué es lo primero que se corta? El Ministerio de Cultura. Los políticos lo ven como de poca importancia. No piensan en que eso es parte del crecimiento de una ciudad y de la gente. Pero una colección, cualquiera, la mía, la Sandretto, trae una serie de cosas periféricas que mejoran las situaciones, traen turismo, gente interesada en el arte, trabajo… Es como una rueda que va creciendo, pero muchas veces no lo saben evaluar”, lamenta. Considera, además, que las colecciones pueden ayudar a aumentar la proyección internacional del arte contemporáneo español, que para Fontanals-Cisneros vive un buen momento, con el Reina Sofía como jugador internacional. El museo afronta ahora una nueva etapa, tras la salida de Manuel Borja-Villel tras 15 años al frente del proyecto. “Me da mucha pena que se haya ido, porque realmente hizo una labor fantástica y puso al Reina en el ámbito internacional. Espero que la persona que venga esté a la altura de lo que Manuel hizo y que pueda llevar a cabo una segunda etapa, que tendrá el reto de ser innovadora”, reflexiona.
Ella se enfrenta también a un reto ahora: analizar su evolución personal como coleccionista. De momento, al repasar su archivo le ha quedado claro que mostrar las obras que ha ido atesorando en las ultimas décadas da sentido a su legado. “Yo creo que el arte se ha hecho para enseñarlo, no para guardarlo. Estoy en contra de guardar”, subraya, “estoy revisando mi caso, porque en un cierto momento no quisiera acumular y acumular. Quiero hacer cosas en donde el arte pueda salir a la calle. Para mí, prestar el arte, tenerlo exhibido, promocionar a los artistas, es una prioridad”. Sin adelantar detalles de en qué consistirá su proyecto de un fondo de arte —solo avanza que “va a haber dos tipos de fondo, una parte más bien de negocios y otro para que pueda participar mucha gente que no puede gastar mucho en arte”—, añade que le interesa explorar el mundo digital. “Hemos hecho una asociación estratégica con Ars Electronica, el festival más grande del mundo, y en 2022 le dimos todos los premios CIFO a arte digital, y todas las ganadoras fueron mujeres latinas”, apunta. Considera que todavía hay que definir los NFT, “que realmente son solo un certificado de autenticidad” y le gustaría indagar en las posibilidades del metaverso: “Son cosas que para mí han sido extrañas hasta ahora porque no son de mi generación, pero que me interesan y quiero ver cómo podemos entrar en ese otro mundo que se abre y acabará siendo mainstream. Las nuevas generaciones ven el arte de una forma diferente a lo que nosotros hemos visto y hemos vivido. Y eso es el futuro”.