Dora: «He visto mucha gente muy retrógrada en el instituto, con mucho machismo interiorizado»
Creativa y libertaria, cree en el poder de la palabra y de la música para transformar. Dora conversa con la escritora Elizabeth Duval sobre su generación, su nuevo disco, su pasado y, sobre todo, su futuro.
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Quedo con Dora (Madrid, 2004) en una cafetería, justo después de que ella haya terminado sus clases, a pocos días de que cumpla los 18, y lo primero que hago es preguntar por el nombre. Sé que ha ido variando y que cada apellido que se ha colocado añade o ejemplifica un matiz distinto: fue primero Dora Postigo, heredando el de su padre, el productor musical Diego Postigo (“La única persona que me conoce en lo más íntimo, en el corazón, el blandiblú, es mi padre, y me gusta que así sea”, me dirá luego); en 2019 fue Dora Salvatore, canalizando entonces el vínculo con su madre, Bimba Bosé, en cuya estela se sitúa; abandonó todo apellido en 2021 para independizarse de su saga familiar y construir su carrera de forma autónoma. Pero el legado de una familia así tiene mucho peso. Es evidente cuando menciona, de pasada, aquella vez que pasó por un bar de Madrid y descubrió colgada una fotografía de su bisabuelo, el torero Luis Miguel Dominguín. No es simple querer dedicarte a tu música cuando tu sangre hila con la historia cultural de España. Cuando habla de las etiquetas y de cómo se la percibe, surge rápido un miedo o un reproche: es “como si [ella] no fuera suficiente”. Por eso solo Dora, o por eso just music como biografía de su Instagram; pide que la dejen ser ella.
Elizabeth Duval: Aprovecho para felicitarte por los 18…
Dora: A los 17 había hecho muchas cosas que tendría que haber hecho con 19 y ya me aburren. A nivel artístico es como si hubiese estado viviendo los 18 durante cinco años. Pero experimento el prejuicio que cae sobre ti cuando eres joven. Comentarios que puedes ignorar, pero que hacen mella, y yo me desespero por todo el camino que tengo por delante. ¡No quiero hacer ese camino! Quiero estar ya donde quiero… pero muchas veces no sé ni dónde quiero estar. Hace poco veía un documental sobre Amy Winehouse y creo que sin la avaricia de la fama a su alrededor ella seguiría viva. Solo quería tocar en garitos de jazz. Yo veo la creación musical y artística como una necesidad; sin embargo, para nada me interesan el resto de cosas que van con eso. Mi padre siempre me ha dicho que lo importante era la música y nunca la marca o el personaje que de mí fuéramos a construir.
E. D.: ¿Te identificas con ese deseo de solo querer tocar en garitos pequeños?
D.: Mi primer referente musical, y lo digo siempre, es Aretha Franklin; empecé a cantar por ella. Yo he sido siempre muy vieja: me gustan mucho Ray Charles, Nina Simone. Conecto muchísimo con el soul, el blues, el jazz… empecé por ahí. ¡Antes de estar en una big band tenía pánico escénico! Hace poco hice un concierto tocando en un garito pequeño en el que además a veces salgo con mis colegas… me hizo mucha más ilusión. No entiendo a la gente que quiere llamarse artista por la fama, para tener casito. ¿Sabes cuando ves a todo el mundo correr a un lado y piensas que no te apetece, que quieres ir al otro? Ahora mismo lo que quiero hacer es rehuir de toda etiqueta musical… lo cual es muy difícil, porque la gente siempre tiene que encasillarte en todo. Por ejemplo, Quiéreme (aunque no es tu estilo) es un poco el bicho raro de mis canciones, un experimento que marca la diferencia entre mi niñez y la edad adulta. Yo creo que busco que este EP te suene a cosas, pero también joderte la cabeza. Que te suene a esto, esto y esto, pero no saber dónde meterlo. Lo puedes llamar reggae, pero de repente Im Press [de su último EP, Sin Prisa No Quiero Morir] podría ser indie o alternativo… En esto admiro muchísimo a Rosalía, porque ha decidido sudar, con todo su coño, por más que luego en España practiquemos el desprecio o la envidia con las mujeres exitosas.
E. D.: Quizá es una pregunta muy manida pero yo creo que siempre hay una jerarquía, cuando se tocan ciertas artes. No sé cómo te relacionas con cada disciplina: con la música, la interpretación, y ahora, el modelaje…
D.: Lo más importante es la música. En interpretación o modelaje yo pongo mi granito de arena y experimento, pero muchas cosas no están en mis manos. Sé que donde pertenezco es la música. Nada más sacar una canción ya me pongo a llorar y experimento muchos sentimientos simultáneos, entre la adolescencia y la depresión posparto. Y con mis primeros singles, que siguen ahí colgados, como si fueran fotos de cuando era una enana… me producen entre vergüenza y ternura, porque es el principio de un camino, como lo es ahora el lanzamiento del EP.
Cuando hablamos del caparazón o coraza le pregunto, volviendo a tantear los lugares en los que podemos reconocernos, sobre aquellas ocasiones en las que la vida, tanto por cuestiones profesionales como personales, hace que maduremos demasiado rápido. Lo describo así: la nostalgia por la inocencia que no se conserva, el deseo de haberla conservado más tiempo. Cuando lo hago pienso en los 12 años que tenía Dora cuando murió su madre Bimba Bosé. Ella, sin aludir directamente al tema, sí que me dice que es algo a lo que le da muchas vueltas últimamente; también se pregunta si habría preferido, en lugar de encerrarse a escribir canciones los fines de semana, salir como los demás, hacer las cosas que hacen los adolescentes. Y luego, tras pensarlo, afirma que no, porque todo lo vivido (también el dolor expresado en canciones como Sorry, donde habla de intentar conectar con su madre después de su muerte) la ha hecho ser quien hoy es.
E. D.: Nico Bustos, el fotógrafo de esta sesión, trabajó mucho con tu madre.
D.: Modelar me cuesta un poco porque no estoy tan segura de mí misma en este ámbito ni delante de la cámara fotográfica… pero esa conexión con mi madre me dio un poco de seguridad. Es difícil cuando es la mirada de desconocidos, porque me ha fotografiado muchas veces mi tío [el fotógrafo Gorka Postigo, nombre habitual en las páginas de S Moda]y con él es distinto. Y temo la comparación con mi madre, que vino del mundo del modelaje, y era tan guapa y alta, y yo me parezco a ella, pero no puedo ser ella.
E. D.: ¿No crees que se insiste demasiado en el discurso de lo generacional?
D.: En el instituto he visto a mucha gente muy retrógrada y no quiero ni empezar a contarte el machismo interiorizado que tenían. A mí desde pequeña, con 14, me llamaban puta o guarra por enrollarme con quien quisiera o llevar una falda corta. Había un chat del colegio en el que unos chavales dijeron que los musulmanes eran terroristas. Y yo respondí indignada. Fui la única que dijo algo. Me escribieron muchísimas compañeras diciéndome que pensaban lo mismo que yo, ¡pero ninguna se había atrevido!
E. D.: Y ahora que eres la nueva imagen de CK One, un perfume icónico de los noventa. ¿Te reconoces en algo en los valores de aquella generación?
D.: Me identifico con ese ideal de libertad. El espíritu un poco libertario que sueña con un mundo ideal en el que todos hacen lo que quieren. Sí que hay en nuestra generación gente a la que le gusta mucho el arte, que siente esa pasión, con ese espíritu. Yo me he creado un caparazón, porque he tenido que protegerme, pero al final todo lo revolucionario es así: como nos hemos protegido, sabemos que las cosas tienen que cambiar. Ahora parece que estamos en el fin del mundo… así que, ya que estamos, vamos a decir algo. ¡Porque tenemos algo que decir! Y eso que me he protegido en todos los ámbitos de mi vida: a mí la gente me cuesta y que lleguen al corazón es difícil; la única persona que conoce lo más íntimo es mi padre y me gusta que así sea.
* Estilismo: Juan Cebrián. Maquillaje: Manuela Pane (Kasteel Artist Management) para Dior y Livingproof. Peluquería: Jordi Fontanals (RMG_Víctor Cruz) para Aveda. Producción local: Martí Resta (CAP Department). Técnico digital: Lorenzo Profilio. Asistentes de fotografía: Sergi Hernández y Nereis Ferrer. Asistente de producción local: Anna Mendiola.
Un disco hecho sin prisa pero con muchas emociones sin pausa
El primer ejercicio discográfico de Dora lleva por título Sin Prisa No Quiero Morir, un repertorio compuesto por cuatro canciones que navegan entre el pop, el indie y el urban de finales de los 90 y principios de los 2000. Dora ha trabajado de la mano del productor Vicent Huma, colaborador habitual de artistas como Jorge Drexler o Najwa Nimri. Este primer trabajo nos acerca más a su identidad artística y musical después de unos primeros alumbramientos en formato single que comenzó a publicar con tan solo 15 años.
El diverso repertorio incluye canciones como Im Press, con un sonido en el que combina su temprana influencia del jazz y el soul con elementos urbanos y vibrantes y en cuya letra arremete contra los males de la sociedad actual. Flores de abril, mezclado por Beatriz Artola (que ha colaborado Fleet Foxes o A$AP Rocky, entre otros), una canción sobre la que la artista afirma que «es lo que está sonando cuando llegas a las puertas del infierno y están montando una fiesta». O Nana para mamá, la pieza más sensible y delicada del repertorio, dedicada a su madre y a la que pone el broche un precioso videoclip dirigido por su padre, Diego Postigo, construido a través de las imágenes de los viajes que la pareja realizó al inicio de su relación.
Su primer álbum puede escucharse en las principales plataformas musicales.