15 fotos

Sensualidad descarada, brillos y exceso: los ‘looks’ con los que Diana Ross ha forjado su leyenda

Lentejuelas, plumas y transparencias son el sello de la artista de Detroit, que en los sesenta triunfó con The Supremes. Ahora, a los 77 años y tras dos décadas sin publicar un disco de estudio con temas nuevos, regresa con 'Thank You'.

Diana Ross nació en Detroit (Michigan) el 26 de marzo de 1944 y lleva más de seis décadas de carrera musical. Su madre, Ernestine, era una profesora negra de Alabama, y su padre, Fred, un soldado blanco que no pudo conocer a su hija hasta que regresó de la Segunda Guerra Mundial. Diana cantaba con sus vecinas y compañeras de clase, y así surgió su primer proyecto musical: con 15 años, mientras estudiaba en el instituto Cass Tech, debutó con el grupo femenino The Primettes. Solo dos años después la formación se relanzó bajo el nombre The Supremes, con el mítico sello Motown y nueva formación: Diana Ross, Mary Wilson y Barbara Martin. En ese momento, con solo 17 años, la artista comenzó a forjar una leyenda que no haría más que crecer con el paso del tiempo: en 1993 registró un récord Guinness, el de la cantante femenina más exitosa de toda la historia. En la fotografía, Ross vestida con un diseño de Bob Mackie en una imagen promocional de la Motown de 1977.
Una de las frases más repetidas de la artista reza: "Llegar a ser una diva lleva mucho tiempo. Tienes que trabajártelo". Y Ross ha permanecido fiel a ese mantra. Aunque llevaba dos décadas sin publicar nuevos temas el pasado 17 de junio anunció su regreso por todo lo alto, con un single de reencuentro con su público, Thank You, en el que da gracias por su carrera y su vida. Esta canción de aires disco sirve de adelanto al álbum homónimo, que saldrá a la venta el 10 de septiembre y para el que ya hay fechas de gira internacional anunciadas (de momento no hay parada en España, pero en junio de 2022 tiene cerradas varias actuaciones en el Reino Unido). Dice que el confinamiento de 2020 le sirvió para crear los temas de su nuevo disco, grabados en el estudio de su propia casa, entre cuyos productores figura Jack Antonoff (cantante de Bleachers y batería de Fun, además de productor de artistas como Lorde, Taylor Swift o Lana del Rey). "Esta colección de canciones es mi regalo para el público, con cariño y amor. Cuando escuchas mi voz escuchas mi corazón", afirmó la artista en el comunicado de presentación. El optimismo, subrayó, es la principal idea que quiere transmitir con su nueva música: "Ofrece un mensaje musical poderoso e inclusivo de amor y unidad".D. R.
Cuando nacieron The Supremes, allá por 1961, Diana Ross no era la más llamativa de las tres; de hecho, Florence Ballard era la solista de la formación. El grupo se convirtió en un fenómeno en Estados Unidos en la época de la beatlemanía. Las tres de Detroit eran las únicas que hacían sombra a los cuatro de Liverpool en las listas, con éxitos como Where Did Our Love Go, Baby Love o Stop! In the Name of Love, acompañados de coreografías sincronizadas y aderezados con estilismos que no dejaban indiferente a nadie. Lentejuelas y transparencias comenzaron a formar entonces parte del armario de Diana Ross. Poco a poco, ella se convirtió en el alma del grupo: en 1963 ya era la solista, después pasaron a llamarse Diana Ross & The Supremes y en 1970 inició su carrera en solitario. J. Randy Taraborrelli, que ha escrito varios libros sobre la artista, sostiene en Diana Ross: A Biography que "las otras Supremes originales representaron a Diana como una mujer con un plan, que proyectaba una sombra sobre las otras dos para hacer su propia estrella más brillante".
La estética siempre fue central para Diana Ross. Lo demuestran sus cuidados estilismos, sus mil cambios de peinado. Lo afirma también su hija, la actriz Tracee Ellis Ross (conocida por su papel en la serie Black-ish), que contó a The Huffington Post que su madre "se peina y maquilla ella, siempre lo ha hecho". Antes de empezar a cantar, la joven Ross quería ser diseñadora de moda, llegó a contar que siempre había querido crear su propia línea de ropa y joyas. En lugar de eso, se convirtió en un icono de moda y en modelo e inspiración de grandes diseñadores. Bob Mackie, creador de los modelos más míticos de Cher, la cubrió de brillos y exceso, con fantasías como el mono transparente con cristales de la imagen, que la cantante lució en 1974. Su colaboración empezó en tiempos de las Supremes y se ha mantenido a lo largo del tiempo: en 2003 Mattel lanzó una Barbie de coleccionista que era Diana Ross con uno de los modelos creados por Mackie para ella, y en 2010 el californiano diseñó los modelos de su gira.
Pero Ross no solo ha inspirado a Mackie. Enfundada en un conjunto transparente con aplicaciones de pedrería en tonos cítricos fue la protagonista absoluta del desfile de ready-to-wear de la temporada primavera-verano de 1991 de Thierry Mugler en París. Entre sus compañeras de pasarela, varias tops de los noventa, como Cindy Crawford o Helena Christiensen.   Thierry Mugler shows his women's 1991 spring-summer ready-to-wear
La artista sabe cómo hacer una entrada. Uno de sus estilismos más recordados es el modelo de capas de plumas que lució en la Gala Met de 1981. El tema del evento aquel año (en vez de mayo entonces la cita fue en diciembre) fue La mujer del siglo XVIII y la cantante consiguió acaparar todas las miradas de la noche. Sabedora del poder de este diseño, en 2014 lo recicló para lucir una nueva versión del mismo en la entrega de los Premios de la Música Americana, celebrada en Los Ángeles.
Adelantarse a lo que vendrá siempre ha sido una de las obsesiones de Ross. "En lugar de mirar al pasado, me imagino dentro de 20 años e intento averiguar lo que necesito hacer ahora para llegar allí", ha afirmado. Y ese instinto la ha llevado a anticipar tendencias, solo hace falta ver los coloridos elegidos por ella (en el centro), y las Supremes Mary Wilson (izda.) y Cindy Birdsong en 1968, dignos del Purple Rain de Prince.
Beyoncé o Jennifer Lopez han convertido los monos de lentejuelas una de sus señas, pero Diana Ross lo hizo primero. En 1983 ni la lluvia torrencial que caía sobre el Central Park neoyorquino ni los vientos huracanados de aquel 21 de julio consiguieron detener a la diva. La cantante de Crazy in Love ha reconocido que Ross es uno de sus referentes y en 2019 le cantó Cumpleaños feliz a "Miss Ross" en la fiesta que esta celebró en Los Ángeles para celebrar sus 75 años.
"Durante toda mi carrera solo he intentado descubrir a otra Diana Ross. Era preciosa y tenía ese pelo voluminoso. Era glamurosa. Recuerdo todas esas pieles, diamantes, el temprano brilli-brilli. Todo en ella, sus formas, su aspecto, su aura, exudaba verdadero estrellato", afirma el compositor y productor L. A. Reid, ganador de tres premios Grammy, en el libro Diana Ross: The American Dream Girl. A Lifetime to Get Here, biografía no autorizada escrita por Thomas Adrahtas. Esa aura atemporal de Ross queda patente en esta imagen con vestido de satén y pedrería de 1970 que parece recién salida de una cuenta de Instagram (filtro Valencia mediante) de 2021.
La de Detroit reivindicó el atrevimiento en sus estilismos. No dudó en bailar enfundada en brillantes bodies (en la imagen, en 1983, durante un concierto en Ámsterdam), en cubrir su cuerpo con encaje o en derrochar plumas y tules sobre el escenario. En cuanto a su pelo, hizo del volumen y de sus rizos su marca personal: su larga melena salvaje ha inspirado luego las elecciones capilares de artistas como la cantante Solange Knowles o la actriz Zendaya.
Sin brillos ni excesos también ha sabido deslumbrar. Lo hizo como reina del baile en las interminables noches de la discoteca neoyorquina Studio 54. Allí, se subía a la cabina del dj para bailar entre vinilos y animar, micrófono en mano, a la concurrencia, o quemaba la pista enfundada en unos vaqueros (en la imagen, en 1979).
Su carrera no se ha limitado a los escenarios. En 1972 debutó como actriz metiéndose en la piel de Billie Holiday en la película Lady Sings the Blues. Como ha ocurrido ahora con la cantante Andra Day en el biopic Los Estados Unidos contra Billie Holiday, su actuación fue aplaudida y mereció nominaciones a los Globos de Oro y a los Oscar. En 1975 llevó a la gran pantalla su sueño de ser diseñadora de moda en la película Mahogany, en la que interpretaba Tracy Chambers, una joven humilde de Chicago que lograba triunfar en las pasarelas de Roma (en la imagen con uno de los estilismos del filme). El tema principal de la cinta, interpretado por Ross, fue nominado al Oscar.
Las superposiciones, capas y conjuntos transformables han sido una de sus constantes. Ya con las Supremes lucía abrigos de pieles bajo los que llevaba ajustados trajes de lentejuelas o vestidos de encaje con un body debajo que luego lucían sin nada encima. En los premios Billboard de 2004 se subió al escenario envuelta en un voluminoso abrigo de volantes (en la imagen), y conforme avanzaba su actuación dejó paso primero a un corpiño con falda de volantes y después a un minivestido ajustado, tras desprenderse de esa parte inferior.
Lentejuelas, plumas y pedrería han sido su uniforme durante décadas. En su gira de 2004 (izda.) deslumbró con distintos tocados que parecían salidos de un carnaval carioca (o de los espectáculos de Josephine Baker) y sus vestidos blancos de amplio escote en uve han sido uno de sus estilismos estrella (en la imagen, el que lució en 1983 en Nueva Yor, en el concierto For One and For All).
La cantante es todo un icono estadounidense: en la ceremonia de inauguración de la Presidencia de Bill Clinton, en 1993, cantó God Bless America vestida con los colores de la bandera; en 1997 actuó en el intermedio de la Super Bowl y uno de sus recordados modelos fue un mono de lentejuelas púrpuras con el que cantó I Will Survive, y en 2016 el presidente Barack Obama le concedió la Medalla Presidencial de la Libertad, un reconocimiento que ese año Ross compartió con figuras como Michael Jordan o Bruce Springsteen. En la imagen, fiel a su estilo durante su penúltima gira, en 2010.  

Sobre la firma

Archivado En