Christina Hendricks: «Cuando tienes esta figura te miran lleves lo que lleves»
Con la quinta temporada de Mad Men en capilla, la actriz habla de sexo, matrimonio y vestidos de volantes.
De niña era rubia. Pero a los 10 años decidió que quería ser como Ana de las Tejas Verdes. A su madre no le debió de parecer extraño, porque dejó que se tiñera de pelirroja para el resto de su vida (con la excepción de unos devaneos adolescentes con el negro gótico). A los 37 años, Christina Hendricks disfruta de su estatus de actriz curvilínea gracias a Joan Holloway, una voluptuosa criatura de los años 60 que, con sus faldas tubo, sus vestidos ajustados, sus sostenes cónicos y sus recogidos sinuosos, se ha hecho con un puesto de honor en el imaginario masc...
De niña era rubia. Pero a los 10 años decidió que quería ser como Ana de las Tejas Verdes. A su madre no le debió de parecer extraño, porque dejó que se tiñera de pelirroja para el resto de su vida (con la excepción de unos devaneos adolescentes con el negro gótico). A los 37 años, Christina Hendricks disfruta de su estatus de actriz curvilínea gracias a Joan Holloway, una voluptuosa criatura de los años 60 que, con sus faldas tubo, sus vestidos ajustados, sus sostenes cónicos y sus recogidos sinuosos, se ha hecho con un puesto de honor en el imaginario masculino del siglo XXI.
Acostumbrada a que hombres (y mujeres) vuelvan las cabezas a su paso –«no me molesta; sé manejar esas situaciones»–, tampoco se ofende porque las formas de su cuerpo salgan a colación en todas y cada una de las entrevistas que hace. «Estoy muy a gusto en mi propia piel; me lo transmitió mi madre que era toda curvas y determinación». También le enseñó cuál es su punto fuerte: «La cintura. Es lo que equilibra mis proporciones». Por eso hace acopio en eBay de ropa vintage en la que la cintura es la auténtica reina. Y asegura que ya tiene bocetos para una futura línea de bañadores que quiere diseñar en la que el pecho estará, por fin, bien colocado. Disfrutar de su escote es cuestión de horas: Canal+ estrena mañana la esperadísima quinta temporada de Mad Men (para los rezagados, Sundance Channel está emitiendo la segunda).
¿Le envidia algo a Joan Holloway, su personaje en Mad Men?
Lo consciente que es de su cuerpo y la confianza que tiene. Sé que esas son precisamente sus bazas para manipular y controlar a los hombres. No es algo que envidie, aunque lo respeto. Pero Joan también siente esa rabia contenida por los límites que la sociedad impone a las mujeres. Es lo que hace que salte cuando cree que alguien le está perdiendo el respeto. Es una fuerza feminista dentro de una perspectiva tradicional. Intenta salir adelante de la mejor manera posible y se enfrenta a quien sea si tiene que hacerlo. A veces me gustaría tener ese valor y esa seguridad en mí misma.
¿Y se siente inspirada por ella?
Me gusta que mantenga la compostura bajo presión. Hasta cuando se encuentra con el agua al cuello lleva la cabeza muy alta. Y sabes que, aunque intenten tumbarla, siempre va a encontrar una forma de ponerse en pie de nuevo. Supongo que eso es lo que la hace tan atractiva para el público. Eso y el vestuario, claro.
¿Trabajar en un ambiente tan retro le ha influido a la hora de elegir la ropa que se pone para la alfombra roja?
Es que me he dado cuenta de que la gente adora esa ropa ajustada y me prefiere con los vestidos pulcros y estrechos que dibujan la cintura y abrazan las caderas. Mucho más que con los modernos con florituras. Se me ocurrió ponerme uno con lazos y volantes en una aparición pública y un periódico me criticó sin piedad. Pero soy consciente de que cuando tienes una determinada figura la gente te va a mirar lleves lo que lleves. Y es mucho mejor mostrarte en todo tu esplendor que esconderte. Aunque la gente se sorprende al verme en la vida real. Todos me encuentran más joven de lo que parezco en la serie.
¿Y cómo sienta ser considerada un icono sexual del estilo de Marilyn Moroe o Rita Hayworth?
¡Entonces sí sabían jugar con el misterio y la seducción! Los estereotipos femeninos cumplían un papel que en este momento no existe. Ahora se viste de una forma mucho más provocativa, se enseña mucho más de lo que se ha mostrado nunca y somos mucho más abiertos en nuestras relaciones sexuales. Pero eso le quita toda la esencia romántica. A mí me gusta que me encuentren misteriosa y seductora. Pero las mujeres vivimos siempre la misma contradicción: por un lado somos objetos de deseo; por otro, queremos reafirmarnos en nuestro trabajo y en nuestra relación con los hombres.
Ha dicho en varias ocasiones que su marido, Geoffrey Arend, es el único hombre que la hace sentir sexy.
¿Ese es el secreto de su matrimonio?
El secreto es que mi marido es muy romántico. Nos presentó Vincent Kartheiser [el maquiavélico Pete Campbell en Mad Men] en una fiesta y cuando le conocí me atrajo enseguida. Conseguí su teléfono con un pretexto y nos estuvimos viendo durante meses. Se me declaró sobre una rodilla, con flores por toda la casa y mi canción favorita sonando de fondo. Eso es romanticismo.