El feminismo según Silicon Valley
Mujeres como Marissa Mayer y Sheryl Sandberg están rompiendo el techo de cristal en la meca de la tecnología. Pero ellas prefieren creer que no existe.
Era como Mad Men, pero real y como si los últimos 50 años no hubiesen existido». Katherine Losse, la que fuera la empleada número 51 de Facebook, y que trabajó en la empresa de 2005 a 2010, no se refiere precisamente a que en Silicon Valley vistieran de traje y bebieran martinis sin parar, sino a la cultura machista subyacente en la meca de la tecnología. La describe en su libro The Boy Kings (Free Press), que acaba de publicar en Estados Unidos y en la que la empresa de Zuckerberg aparece caracterizada como una especie de fraternidad universitaria de película estadounidens...
Era como Mad Men, pero real y como si los últimos 50 años no hubiesen existido». Katherine Losse, la que fuera la empleada número 51 de Facebook, y que trabajó en la empresa de 2005 a 2010, no se refiere precisamente a que en Silicon Valley vistieran de traje y bebieran martinis sin parar, sino a la cultura machista subyacente en la meca de la tecnología. La describe en su libro The Boy Kings (Free Press), que acaba de publicar en Estados Unidos y en la que la empresa de Zuckerberg aparece caracterizada como una especie de fraternidad universitaria de película estadounidense.
Silicon Valley arrastra desde sus orígenes un problema de paridad. En los consejos de administración de Twitter, Groupon, PayPal y Foursquare no se sienta ni una sola mujer. Apple tiene una de siete; Amazon, una de ocho. El reciente nombramiento de Marissa Mayer como consejera delegada de Yahoo!, que la suma al selecto club de mujeres directivas de empresas tecnológicas del que también forman parte Sheryl Sandberg, de Facebook; Meg Whitman, de Hewlett Packard; y Virginia Rometty, de IBM, podría llevar a pensar que las cosas están cambiando. Pero quizá se trate solo de relevos en la cumbre, en algunas cumbres. En la base sigue existiendo un enorme desequilibrio. Puede que haya mujeres en los puestos de comunicación, marketing y diseño, pero siguen faltando programadoras. Como también explica Losse, en su libro, en Silicon Valley todavía existen dos clases de personas: las que programan y todas las demás. Y no hace falta decir quién manda.
El feminismo en cuestión. Por eso Mayer no se ha cansado de repetir durante años que ella no era «una chica en Google», sino «una geek en Google». En un reportaje de una cadena estadounidense, Mayer declaró: «Claro que creo en la igualdad de derechos, pero no tengo ese ánimo militante y el resentimiento que a menudo acompaña al feminismo. Hay fantásticas oportunidades para las mujeres, y creo que las cosas que funcionan surgen de la energía positiva, no de la negativa». Este tipo de discurso es habitual en Silicon Valley. Lori Goler, directora de recursos humanos de Facebook, declaró al New Yorker: «Lamentarse por el sexismo es una pérdida de tiempo. Si paso una hora quejándome porque estoy excluida, esa es una hora que no paso resolviendo los problemas de mi empresa». Su jefa, Sheryl Sandberg, que es amiga personal de la histórica feminista Gloria Steinem, sí ha hecho de la igualdad de sexos una causa, pero también defiende: «Si no crees que existe un techo de cristal, no hace falta romperlo».
Aun así, Losse asegura que aunque el ambiente sexista en Facebook cambió con la llegada de Sandberg, hacen falta más mujeres en situación de poder. «Los productos tecnológicos tienen que servir para mejorar la vida de hombres y mujeres, así que tiene que haber hombres y mujeres trabajando en ello», declara.
Por eso han surgido iniciativas como The Li.st o Change the Ratio, orientadas a aumentar el número de mujeres en las empresas tecnológicas y de medios sociales. Activismo que las nuevas líderes no ven del todo necesario. Quizá, como concluye Hanna Rosin, autora del libro The End of Men [El fin de los hombres], «las mujeres que han conquistado Silicon Valley perciben el sexismo como los británicos ven el mal tiempo. Está ahí cada día, pero quejarse no hará que salga el sol».