De cómo los Beach Boys nos enseñaron otra manera de vestir
La canción Surfin’ USA cumple 50 años. Para celebrarlo analizamos su estilo californiano en plena vigencia cinco décadas después.
Hace cincuenta años, el 4 de marzo de 1963, se publicó el sencillo Surfin USA. Un tema que comparte título con el segundo álbum de los Beach Boys y que hoy sigue siendo la canción que automáticamente invoca el verano, incluso a estas alturas del año.
Brian Wilson prácticamente copió la melodía de Sweet Little Sixteen de Chuck Berry y la letra repite una y otra vez que todos los estadounidenses surfearían si tuviesen el océano al lado (menos recochineo), pero popularizó el característico sonido de la banda y se convirt...
Hace cincuenta años, el 4 de marzo de 1963, se publicó el sencillo Surfin USA. Un tema que comparte título con el segundo álbum de los Beach Boys y que hoy sigue siendo la canción que automáticamente invoca el verano, incluso a estas alturas del año.
Brian Wilson prácticamente copió la melodía de Sweet Little Sixteen de Chuck Berry y la letra repite una y otra vez que todos los estadounidenses surfearían si tuviesen el océano al lado (menos recochineo), pero popularizó el característico sonido de la banda y se convirtió en un himno generacional. Surfin’ USA es el Love Me Do de la cultura playera.
Ha pasado medio siglo y ni la música de los Beach Boys ni la fantasía californiana que dibujaron se han quedado anticuadas. Siguen siendo relevantes más allá de la discoteca paterna y su legado vive en bandas como Best Coast, Fleet Foxes y Animal Collective. Lo mismo sucede con la estética que traían esas melodías de voces celestialmente empastadas. No es baladí que en la letra de Surfin’ USA se mencionen varios claves del look surfero: los “baggies”, bañadores estilo bóxer (nada de marca paquetes), las sandalias “huarache” de cuero trenzado que venían de México y las melenas rubias y revueltas. Un look que sigue pegando aunque sea como refrito.
“Los Beach Boys representan la frescura de la juventud y es algo que nunca pasa de moda”, explica Simon McLean de la tienda vintage de moda masculina The Vintage Showroom. “Hay piezas de aquella época hoy muy valiosas, como los Levi´s sta-prest originales o las primeras zapatillas Vans. Esas mismas marcas siguen diseñando con ese momento en mente. Por ejemplo Levi´s ha lanzado unas camisetas de estética surfera muy sesentera. Personalmente me gusta mucho el estilo fácil de los Beach Boys, incluyendo su época más tardía y psicodélica de barba, greñas y camisa estampada. Esos momentos en el que Dennis Wilson se juntó con Charles Manson”.
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Los Beach Boys no sólo se encargaron de introducir la cultura del surf en el resto del mundo. Estos rubios en apariencia sanotes (luego se demostraría que no lo eran tanto), que cantaban sobre amores de verano y que vestían como si les comprase las camisas su madre tenían pinta de no haber roto un plato. Pero a su manera contribuyeron a la iconoclastia de los años sesenta. Animaron a que muchos jóvenes desde Nueva York a Londres pasando por Alaska o Utah, soñasen con despeinarse, quitarse el tweed, montarse en una ola y hacer un corte de mangas a la rigidez adulta. Algo pasaba en California. Por entonces Ken Kesey experimentaba con LSD y preparaba el autobús escolar tuneado que llevaría a los Merry Pranksters en un delirante road trip por Estados Unidos.
“Se trata de una estética que mezclo el estilo preppy de las universidades estadounidenses con el espíritu beatnik. Apunta a los comienzos de la contracultura”, analiza McLean. “En la fría Europa se pirraban por la moda colorida y cómoda de California,” añade.
Lizzie Garrett, periodista freelance y autora del blog Tomboy Style recuerda escuchar el álbum All Summer Long, de 1964 con sus padres: “The Beach Boys son a las camisetas de rayas lo que Madonna a las cazadoras de cuero”, opina la bloguera especializada en la moda masculina para chicas. “Los Beach Boys no la inventaron, obviamente, pero le pusieron un sello californiano. Demuestran que el estilo de los sesenta sigue siendo relevante”.
Bien mirado salir de casa con pantalones tobilleros, camisas retro y sandalias quiere decir algo más que vestirse con básicos. Es la manera de conjugar un verano despreocupado y sin fin. ¿Afectado? ¿Ingenuo? Claro, sobre todo si vivimos en una ciudad gris sin una mísera charca. Pero también es una muestra del escapismo que proporciona la moda. Y un ejemplo conmovedor de la ilusión humana.
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