Cinco décadas enseñando el ombligo

Repasamos la historia del ‘cropped top’, una de las prendas estrella de la primavera.

Por mucho que desde los desfiles nos bombardeen con ellas, hay tendencias que tardan en abrirse camino en la calle. Es fácil ponerse el color o estampado del momento, el problema viene cuando las modas juegan con los largos y las siluetas. Por eso, quizá, las faldas largas, las hombreras o los 'cropped tops' son recurrentes encima de una pasarela pero más bien escasos en las aceras. Sin embargo, parece que, tras años imponiéndose como tendencia veraniega, este último va a obtener respuesta en nuestros armarios. Los modelos que pueblan Zara, H&M, Asos o Topshop son la señal indiscutible....

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Por mucho que desde los desfiles nos bombardeen con ellas, hay tendencias que tardan en abrirse camino en la calle. Es fácil ponerse el color o estampado del momento, el problema viene cuando las modas juegan con los largos y las siluetas. Por eso, quizá, las faldas largas, las hombreras o los 'cropped tops' son recurrentes encima de una pasarela pero más bien escasos en las aceras. Sin embargo, parece que, tras años imponiéndose como tendencia veraniega, este último va a obtener respuesta en nuestros armarios. Los modelos que pueblan Zara, H&M, Asos o Topshop son la señal indiscutible.

Acostumbradas a enseñar piernas o escote, parece que vamos a recortar de nuevo el largo de las camisetas hasta dejar el ombligo al descubierto. Visto desde el presente, el 'cropped top' parece un atrevimiento sólo apto para los más modernos, pero lo cierto es que muchos abdómenes a la intemperie nos precedieron:

El pudor de los primeros ’60 redujo el largo de las camisas pero aumentó el de las faldas. Las camisas se anudaban o terminaban justo por debajo del ombligo, cuidadosamente dispuestas para dar protagonismo a la cintura pero sin mostrar un ápice de piel. La invención de la minifalda en el 64 focalizó la atención en las piernas y frustró la evolución del top. Más de una parte del cuerpo al descubierto era demasiado. Sólo las más atrevidas y/o conscientes de su rol de mito femenino se enfundaron verdaderos tops. Así, siguiendo el estilo de las pin up de la década anterior, actrices como Marilyn Monroe o Brigitte Bardot se dejaron ver con jerséis y camisas de pocos centímetros que hoy recuperan marcas como Rochas o Carven.

En los últimos sesenta la modelo y musa de Warhol, Edie Sedgwick, alternaba los vestidos de rayas con microtops que dejaban su ombligo al descubierto. Los de Marc Jacobs, probablemente los más clonados esta primavera, están inspirados en ella.

Los setenta vieron el nacimiento de subculturas como el punk o el glam. El primero, más de rotos que de cortes en horizontal, sólo ha dejado cinturas al aire un par de décadas después, cuando el estilo imponía que las camisetas de estos grupos se cortaran (literalmente) por la mitad. El segundo ajustó y abrevió las camisetas masculinas, haciendo que Marc Bolan o Gary Glitter (y su fans) enseñaran carne cuando alzaban sus boas de plumas.

Pero si hubo una época apoteósica para el cropped top, en cualquier forma y estilo, fueron los años que transcurrieron entre mediados de los ochenta y mediados de los noventa. La primera en enseñar ombligo fue, cómo no, Madonna . Lo hizo en 'Lucky Star', uno de los videoclips de su disco debut. Era 1983, el año de 'Flash Dance', la película que logró, junto a la serie 'Fama', trasladar las sudaderas recortadas y los calentadores de la sala de baile a las calles.

Madonna, una amante del ‘cropped top’ desde siempre.

Inmediatamente, al sport se le sumaron otras formas de enseñar la cintura: para muestra, los pequeños palabra de honor con tirantes que lucía Kelly Kapowsky en 'Salvados por la campana' o las microcamisetas estampadas de otra Kelly, la de 'Sensación de Vivir'.

El bustier, o esa prenda interior sacada al exterior, tuvo en los primeros noventa un protagonista indiscutible: Gianni Versace. Baste recordar su colección Bondage , con Claudia Schiffer y Naomi Campbell fotografiadas por Irving Penn y luciendo bustiers de cuero terminados en correas. O aquel vestido de Liz Hurley con los laterales descubiertos y unidos por imperdibles, que recuerda al top sujeto con anillas de Julia Roberts en 'Pretty Woman'. Versace es también, junto a Avedon, el autor de esa campaña de 1994 que mostraba a las supermodelos luciendo minifaldas y minijerseys. Ese mismo año, fue uno de los looks elegidos por Liv Tyler para el famosísimo videoclip de 'Crazy' (Aerosmith) y la combinación predilecta de una joven Pamela Anderson en 'Los vigilantes de la playa'.

Kelly de ‘Salvados por la campana’ y Dona de ‘Sensación de vivir’, dos iconos del ‘cropped top’ de los 90.

La amalgama de estilos y cortes en los 'cropped tops' de aquel periodo recuerda a la que nos proponen un buen puñado de marcas para esta primavera: los bustiers con bandas de Balenciaga, los casi bikinis que ya son una seña de identidad de Prada y Miu Miu, las camisas que terminan bajo el pecho de Chloé o los tops ajustados con tirantes de Balmain vaticinan la inminente vuelta al abdomen descubierto.

Lo que parece haber quedado atrás (quizás porque todavía nos queda demasiado cercano) es ese look compuesto de top de aerobic y pantalón de chándal con el que muchas imitamos a la Spice deportista, y a la Britney de 'Baby one more time'. La tendencia esta vez no va acompañada de prendas de gimnasio y piercings en el ombligo. Se mueve entre el cropped neogrunge de Sky Ferreira, las minicamisetas de Rihanna, los tops sofisticados de Diane Kruger o los bustiers floreados de Lena Dunham en 'Girls'. Fue Dunham (quién si no) la que le reprocha a Jessa en uno de los capítulos que “probablemente vaya por ahí, viviendo la vida y llevando un cropped top”. Y si ella lo dice…

Sky Ferreira posa para S Moda con un jersey ‘cropped’ de 3.1 Phillip Lim.

Andrew Yee

Michael Kors primavera-verano 2013.

Getty

Marc Jacobs primavera-verano 2013.

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