Carlos III: un rey amante de la moda y la innovación textil (que tropieza con escándalos)
El nuevo monarca inglés no cambia de estilo desde hace décadas, un mensaje continuista que paradójicamente le sirve para hablar de sostenibilidad y futuro. Firme valedor de la industria de la moda en su país, sus múltiples actividades en el sector enfrentan ahora un futuro incierto.
El chascarrillo prendió rápidamente en redes sociales tras la muerte de Isabel II de Inglaterra: su hijo mayor, de 73 años, al fin tomaba posesión de su puesto de trabajo. Con el fallecimiento de la reina, el eterno heredero se convertía inmediatamente en Carlos III e inauguraba su reinado. Buena edad para empezar a producir, bromeaban los comentaristas de Twitter. Pero el hasta entonces príncipe de Gales no había estado ocioso, todo lo contrario, llevaba años engrosando una ya abultada cartera. Convirtiendo un puñado de tierras y propiedades, el ducado de Cornualles, en una corporación que op...
El chascarrillo prendió rápidamente en redes sociales tras la muerte de Isabel II de Inglaterra: su hijo mayor, de 73 años, al fin tomaba posesión de su puesto de trabajo. Con el fallecimiento de la reina, el eterno heredero se convertía inmediatamente en Carlos III e inauguraba su reinado. Buena edad para empezar a producir, bromeaban los comentaristas de Twitter. Pero el hasta entonces príncipe de Gales no había estado ocioso, todo lo contrario, llevaba años engrosando una ya abultada cartera. Convirtiendo un puñado de tierras y propiedades, el ducado de Cornualles, en una corporación que opera como una multinacional con más de 150 empleados, que le ha reportado importantes beneficios exentos de impuestos (aunque no de polémicas) y que ahora pasa a manos de su hijo Guillermo.
“Como príncipe, Carlos usó exenciones de impuestos, cuentas en el extranjero y astutas inversiones inmobiliarias para convertir un legado estático en un negocio de miles de millones de dólares”, apunta The New York Times. Cuando cumplió 21 años, tomó posesión de este ducado que había establecido en 1337 Eduardo III para generar ingresos extra para el heredero. Otro sueldo, más allá del que le aportan los contribuyentes. Un suplemento que, según Forbes, se traducía en unos 20 millones de libras anuales en beneficios destinados, según el ducado, “a financiar actividades públicas, caritativas y privadas del Príncipe de Gales y su familia”.
Los negocios de Carlos han dado una de cal y una de arena, pero no se sabe qué porcentaje de cada, porque no tiene obligación de declarar. En todos estos años como heredero ha combinado sus ingresos millonarios con la subvención de fundaciones e iniciativas que se han ocupado de áreas que siempre le han interesado: juventud, arte o deportes, pero sobre todo moda y sostenibilidad. Obsesionado con el tema ecológico desde los años setenta, cuando lo mencionó por primera vez en uno de sus discursos, no se puede negar que en este campo ha sido un adelantado. A través de su entidad Prince’s Trust ha financiado múltiples proyectos de diseñadores noveles, empresas textiles que trabajan con materias primas recicladas o sobre nuevos tejidos de menor impacto. Mientras que mediante The Prince’s Foundation lanzaba hace un par de años The Modern Artisan, un proyecto para promover las habilidades textiles artesanales entre jóvenes diseñadores con una colección cápsula de prendas atemporales.
Al abrigo de la lana
Sin embargo, una de las iniciativas más influyentes y exitosas de Carlos III en la industria de la moda ha sido la campaña a favor de la utilización de la lana como materia prima. Una operación que lanzó en 2010 como Campaign for Wool (campaña por la lana) y de la que es desde entonces patrón y apasionado embajador. “Para persuadir a la gente de que esta fibra natural es infinitamente más sostenible que las fibras artificiales derivadas del petróleo”, como dijo al crear la iniciativa, que engloba a los productores de lana de su país, pero también de otros miembros de la Commonwealth a través de las asociaciones British Wool, The Woolmark Company (Australia), Cape Wools South Africa y Campaign for Wool New Zealand. La lana es sostenible, pero también estratégica y representa una importante industria para Reino Unido (el propio soberano poseía fincas ovinas a través del ducado de Cornwall) y para algunos de sus aliados de la Commonwealth como Australia, principal productor mundial de este material.
Salvando las distancias, al igual que Napoleón entendió el potencial de la industria de la moda y lo usó para beneficio de Francia, favoreciendo la producción nacional de algodón y seda, Carlos de Inglaterra supo ver el futuro de un sector que languidecía, pero que tenía todo lo que se le pediría a ese comodín llamado moda sostenible. Con su importante empujón, en estos 12 años no solo ha conseguido elevar el precio de la cálida materia prima, sino que ha sabido posicionar a su país como patria de la lana más exquisita. Su último hito era galardonado hace solo unas semanas en el Fashion Film Festival de Londres: el corto en el que participa, Why Wool Matters (por qué la lana importa), era premiado como mejor documental.
Aunque a diario los focos mediáticos se centran en sus nueras, la princesa de Gales y Meghan Markle, el propio Carlos III es buen conocedor del poder de la vestimenta para lanzar mensajes. La suya arroja uno de continuidad y tradición, pero al mismo tiempo se las ingenia para posicionarse a la vanguardia: repite prendas sin cesar y luce abrigos que ya tenía en los ochenta, pero usa el gesto para transmitir la idea de que reparar es una buena alternativa sostenible a la que él ha recurrido desde siempre.
Sabe que la moda y ese enfoque sostenible le hacen ganar puntos a los ojos de los más jóvenes. “Los estrategas de la realeza se han aferrado a la industria de la moda como una plataforma pública porque se la considera moderna y dinámica, y es menos probable que provoque discordia entre la realeza y los medios”, escribía la editora de moda de The Guardian, Jess Cartner-Morley. Pero ni siquiera este campo queda libre de polémicas. No cuando la opacidad sigue siendo una constante en muchas de las actividades de la casa real. No cuando los medios destapan que sus fundaciones, por las que financia estos proyectos, reciben donaciones con algunos grises o cuando su discurso sobre sostenibilidad queda en entredicho al destaparse su actividad en paraísos fiscales (precisamente obteniendo muy buena rentabilidad de una empresa forestal). En su primer discurso como monarca ya anunciaba que se mantendría alejado de esos negocios: “No me será posible destinar tanto tiempo y energía a las organizaciones benéficas y a los asuntos que tanto me importan”, decía. De Campaign for Wool, por ejemplo, seguirá siendo patrón, pero no se podrá involucrar como hasta ahora. Por eso mientras prepara su coronación para el próximo mes de mayo, también revisa qué actividades heredará su hijo y cuáles tendrá que dejar de lado. Seguramente la moda no esté entre estas últimas, pero sí deberá que buscarle un nuevo enfoque.