Sexo, mentiras y terapia psicológica
La exmodelo Marine Vacth interpreta a una mujer dividida entre dos gemelos psicoanalistas en ‘L’amant double’, lo nuevo de François Ozon.
Se le habrá pasado la edad para seguir siendo enfant terrible, pero François Ozon sigue haciendo méritos para responder al calificativo. Nada en su aspecto de parisiense chic y permanentemente bronceado lo deja intuir, pero el director francés todavía no se ha aburguesado del todo. Aquel cineasta trash que irrumpió en el cine francés de los noventa sigue decidido a subvertir las reglas con cada una de sus películas. Sus proyectos siempre tienen dos niveles de lectura: el explícito y el escondido. Los ejemplos abundan. Ocho mujeres er...
Se le habrá pasado la edad para seguir siendo enfant terrible, pero François Ozon sigue haciendo méritos para responder al calificativo. Nada en su aspecto de parisiense chic y permanentemente bronceado lo deja intuir, pero el director francés todavía no se ha aburguesado del todo. Aquel cineasta trash que irrumpió en el cine francés de los noventa sigue decidido a subvertir las reglas con cada una de sus películas. Sus proyectos siempre tienen dos niveles de lectura: el explícito y el escondido. Los ejemplos abundan. Ocho mujeres era un folletín detectivesco, pero también un retrato cruel sobre una burguesía endogámica y antropófaga. Potiche parecía una inofensiva comedia de bulevar, pero también era una elaborada parábola sobre la liberación feminista. Y la reciente Frantz podía ser descrita como una historia sobre la Primera Guerra Mundial, pero también contenía una reflexión sobre las mentiras de la reconciliación francoalemana.
Con su nueva película, L’amant double, presentada en Cannes con división de opiniones, Ozon vuelve a la carga. El director desmonta los códigos del thriller erótico patentado por Brian de Palma (en su versión premium) o Adrian Lyne (en la más burda y grosera). Y, a la vez, aspira a resolver ese misterio llamado deseo femenino. Si a alguien le interesa, fracasa estrepitosamente. “La estupidez softcore y la estilización eróticamente iluminada de este thriller de psicosuspense podría darle estatus de clásico camp, como una versión superpornográfica de Relatos de lo inesperado, de Roald Dahl”, escribió el insigne crítico de The Guardian, Peter Bradshaw, al salir del estreno.
Cuesta añadir algo más preciso a esa definición. Tal vez solo que la combinación es explosiva, y siempre bienvenida en un festival como Cannes: un par de actores de buen ver, altas dosis de ambigüedad malsana y un puñado de escenas tirando a explícitas eróticas, sumadas al universo fascinante de la consulta psicológica, donde el paciente accede a librar su más profunda intimidad a un auténtico desconocido. No sorprende que un perverso nato como Ozon encontrara dinamita en el relato breve de Rosamond Smith, seudónimo de la gran escritora estadounidense Joyce Carol Oates para sus novelas de intriga, que ha inspirado su nueva película. “Me apetecía llevar el género un poco más lejos de lo habitual. Después de Frantz, que fue una película más clásica, quería hacer algo más lúdico”, ha explicado el director en Cannes.
La historia es sencilla: Chloé, una mujer depresiva que siente fuertes dolores abdominales, se debate entre dos gemelos, Paul y Louis, ambos psicólogos y con un pasado turbulento. Lo que parece interesarle más a Ozon son sus ultraestilizadas escenas de sexo, que filma con una luz blanca y cegadora, casi digna de un médico forense. La principal baza de Ozon es su protagonista, la actriz y exmodelo Marine Vacth, a quien el director descubrió en Joven y bonita, que ya competió por la Palma de Oro hace cuatro años. Descubierta en un H&M a los 15 años y después fichada por Saint Laurent, donde sustituyó a Kate Moss en las campañas del perfume Parisienne, Vacth interpretaba a una niña bien que decidía prostituirse. No necesitaba el dinero, pero sí el sentimiento de transgresión.
Vacth vuelve a interpretar a una mujer compleja, a la que Ozon, cuya filmografía siempre está cubierta de una sospecha de misoginia, parece retratar durante buena parte del metraje como frígida e histérica. “Me daba respeto volver a pedirle hacer un papel como este, después de Joven y bonita, pero se mostró inmediatamente entusiasmada”, explica Ozon. Vacth está acompañada por el belga Jérémie Renier, actor vinculado al cine de los hermanos Dardenne, que interpreta a los dos gemelos entre los que duda el personaje principal. Los secunda Jacqueline Bisset, que también lidia con un doble personaje: encarna a la madre de la protagonista, pero también a una figura misteriosa del pasado de los mellizos.
La primera imagen de la película, espontáneamente aplaudida en el pase de prensa, ya marca el tono de lo que va a venir: una vagina que se convierte en ojo que llora, casi como en una estampa surrealista de Man Ray. Los guiños a obras pasadas se encadenan durante dos horas: Ozon parece citar a Alfred Hitchcock, Paul Verhoeven o David Cronenberg, sin olvidar una esperpéntica alusión a Alien en la escena más desbarrada de todas. Sus imágenes parecen mentir al espectador, como hacen los propios personajes sin parar. “Me gusta diluir las fronteras para que el espectador se pregunte sobre la naturaleza de las imágenes. Aunque una escena sea fantasmagórica, ¿no hay una verdad que emana de ella?”, se interroga Ozon. Pese a sus defectos, L’amant double ha logrado levantar la temperatura en en la recta final de un certamen átono y sin sorpresas, marcado por las decepciones en cadena y escasos descubrimientos. Concluirá mañana con el anuncio del palmarés por el presidente del jurado, Pedro Almodóvar, al que Ozon también parece querer copiar algún plano. Si lo considera un homenaje, L’amant double podría tener un hueco en la lista de premios. Si lo percibe como un plagio, se marchará con las manos vacías.