Practicidad e intención: por qué cada vez más mujeres llevan bolso de piel y bolsa de tela al mismo tiempo
El personaje de Rashida Jones en ‘On the rocks’, la última película de Sofia Coppola, visibiliza la tendencia de llevar dos bolsos: el de piel con lo básico y el de algodón con lo exigido.
No es fácil identificarse con Laura, la protagonista de On the rocks, la última película de Sofia Coppola recientemente estrenada en Apple TV+. Interpretada por una Rashida Jones que vive en un loft del Soho neoyorquino con unos ventanales que resultan una ofensa para cualquiera que pague el alquiler de un piso interior, ni siquiera se llega a empatizar con ella ante la posible infidelidad de su marido, detonante de la trama. Ser una escritora de éxito con unas hijas perfectas –en belleza y comportamiento– y un bon vivant marchante de arte a modo de colega y padre (B...
No es fácil identificarse con Laura, la protagonista de On the rocks, la última película de Sofia Coppola recientemente estrenada en Apple TV+. Interpretada por una Rashida Jones que vive en un loft del Soho neoyorquino con unos ventanales que resultan una ofensa para cualquiera que pague el alquiler de un piso interior, ni siquiera se llega a empatizar con ella ante la posible infidelidad de su marido, detonante de la trama. Ser una escritora de éxito con unas hijas perfectas –en belleza y comportamiento– y un bon vivant marchante de arte a modo de colega y padre (Bill Murray), la sitúa tan lejos del espectador medio como a la María Antonieta interpretada por Kirsten Dunst. Laura trabaja desde casa –poco, no olvidemos que atraviesa una crisis creativa y personal– y tiene tiempo para llevar a sus pequeñas al colegio, pero allí las ‘otras madres’ se reducen a la actriz Jenny Slate vestida con sudaderas de Rodarte o la última colaboración de Virgil Abloh.
Es un detalle en sus estilismos, sin embargo, el que dota al personaje de una realidad que se antoja más cercana. Laura se pasa toda la película de aquí para allá con dos bolsos: un Chanel clásico y una bolsa de tela de la librería Strand. Claramente la elección de la firma del primero, que ronda los 6000 euros, sigue siendo tan privilegiada y estudiada como el resto de atrezzo que dibuja su vida, pero obviando el modelo y los ceros de la etiqueta, eso de llevar dos bolsos resulta familiar.
¿Quién no ha ido al trabajo –cuando aún eso era costumbre diaria– con una bandolera cruzada y cargando el tupper en una bolsa de tela? ¿Quién no se ha empeñado en lucir un bolso pequeño con ‘lo justo’ para acabar llevando la casa a cuestas en un tote adquirido en el último viaje? El doble bolso forma parte de la realidad cotidiana de muchas mujeres del siglo XXI. Esas que tienen que llegar a todo: de la oficina a la compra pasando por recoger a los niños o pasear al perro, leer en el metro, quedar para cenar y vuelta a empezar. Y ese es el rasgo más cotidiano de Laura, aunque en ella todo sea de precio elevado y peso intelectual. «Puedo permitirme un bolso de lujo, pero no soy tan superficial como para descuidar lo que leo» es el mensaje que subyace a la elección de su combo.
El común de las mortales, en el fondo, también comunican cosas parecidas con sus dobles bolsos. El tote bag se ha convertido en un modo más de contar al mundo quién eres o quién quieres ser. Desde las que sirven como prueba de haber pisado el último festival o la exposición del momento a las que simplemente publicitan una marca concreta, estas bolsas de tela omnipresentes en las ciudades de todo el planeta son una declaración de intenciones.
Con memes, frases ingeniosas o logos reconocibles –las de firmas cool como APC comparten protagonismo con las de New Yorker– muestran al mundo aficiones reales o aspiracionales. Como contaba María Villodres en este artículo, la obsesión por las bolsas de la librería London Review of Books, por ejemplo, ha trascendido hasta Corea del Sur, desde donde algunos fashionistas viajan hasta la capital inglesa para hacerse con montones de estas que después revenden en su país. Y también son, sin duda, un símbolo de estatus al que muchos se aproximan cuando no pueden permitirse nada más de determinada marca (sirvan como ejemplo las bolsas de tela del desaparecido templo de la moda en Nueva York Opening Ceremony).
Multitud de celebridades se pasean ante los paparazzi demostrando que las bolsas de tela son prácticas, estilosas y tienen conciencia social: le plantan cara a los plásticos y se sitúan en las antípodas de las bolsas de un solo uso. Pero, si bien no es novedad lo de sustituir el bolso de marcaza por una bolsita de algodón (Alexa Chung lo ha hecho hasta la saciedad), no era tan común, al menos hasta ahora, ver la combinación de los dos. Katie Holmes, por ejemplo, es una de las firmes defensoras de este dúo–en su caso también lo luce por Manhattan, como Laura– visibilizando que incluso cuando se es rica y famosa hay que cargar con muchas más cosas que el móvil y las llaves.
La opción que triunfaba hace unos años con los bolsos tipo shopper publicitados como herramientas de supervivencia a las jornadas maratonianas fuera de casa, ha ido abriendo paso al doble bolso. Las razones, además de las ya comentadas, tienen que ver con que resulta más fácil repartir el peso o deshacerse de uno de los dos según cambien las necesidades a lo largo del día. Ya saben, si el bote de gel hidroalcohólico y la mascarilla de repuesto no caben en el minúsculo bolso adquirido por la presión de las tendencias, busquen esa bolsa de tela que le regalaron en la tienda de la esquina y úsenla como complemento del complemento.