¿Podemos hacer que nuestro día parezca más largo?
Es fundamental comprender por qué el tiempo no es tan importante como nuestra experiencia del mismo y dotar de un sentido cada tarea de nuestro dìa.
Hace unos días, la revista Time publicaba un artículo sobre cómo conseguir sentir que el día tuviese más horas. El texto repasaba algunos experimentos científicos que han estudiado el agobio que nos producen la cantidad de tareas diarias a las que nos enfrentamos y daba dos soluciones aparentemente paradójicas para alargar el día: regalar tu tiempo a otros y tener la experiencia Awe (de “awesome”), una sensación que mezcla el temor, con el asombro, con la maravilla y que también se ha trad...
Hace unos días, la revista Time publicaba un artículo sobre cómo conseguir sentir que el día tuviese más horas. El texto repasaba algunos experimentos científicos que han estudiado el agobio que nos producen la cantidad de tareas diarias a las que nos enfrentamos y daba dos soluciones aparentemente paradójicas para alargar el día: regalar tu tiempo a otros y tener la experiencia Awe (de “awesome”), una sensación que mezcla el temor, con el asombro, con la maravilla y que también se ha traducido como “hacer que el tiempo se detenga”, porque está demostrado que cuando “alucinamos” nuestra percepción del tiempo cambia y se expande. Para Aje Arruti, autora de La hora del Tesoro y formadora en organización personal, las dos soluciones que propone el artículo de Time requieren comprender más profundamente por qué el tiempo no es tan importante como nuestra experiencia del mismo.
Arruti explica que “regalar tu tiempo a otros” realizando tareas como voluntario o ayudando a personas de nuestro entorno a lograr algo está conectado con el sentido de la vida. “Lo que da calidad a nuestras horas está directamente relacionado con la experiencia del tiempo. Y una forma de experimentar el tiempo es dotarlo de sentido. Los proyectos son experiencias organizadas de tiempo, así que hay que intentar que los quehaceres diarios encajen en proyectos, tengan más trascendencia para nuestras vidas. Por ejemplo, si visitar a tu abuela en el hospital supone coger varios autobuses y no poder llegar al cine seguramente ese tiempo será percibido como un fastidio. En cambio, si visitar a tu abuela encaja en un sentido más profundo de nuestra existencia como hacer feliz a los nuestros, o sencillamente verla sonreír, la percepción de ese tiempo embargado mejora”.
Respecto a la" experiencia Awe", la autora señala que, a su juicio, está conectada con la idea clásica de Flujo, lanzada en los años noventa por el psicólogo Mihaly Csíkszentmihályi, uno de los considerados padres de la psicología positiva, cuyos estudios revelaron que la reverencia con lo que estás haciendo facilita la sensación de fluir y, por lo tanto, cambia tu percepción del tiempo que lleva realizar esa tarea. “El concepto de fluir es más antiguo que el “awesome”, pero están conectados. Awesome puede traducirse como impresionante o alucinante y tiene que ver con dejar que lo que está sucediendo nos abstraiga, es decir, con ponerle respeto a lo que estamos haciendo, ponerle propósito y seriedad a cada tarea. Esa consciencia en el momento presente y esa capacidad de aceptación, que puede ser lo que los defensores de la experiencia Awe llaman “shock”, facilita que la experiencia del tiempo sea mejor”.
La autora de La hora del tesoro y seguidora de la metodología GTD, una de las más famosas en gestión del tiempo, propone seis recetas que, incorporadas a nuestras rutinas diarias, nos ayudarán a no vivir agobiados por las manillas del reloj.
1. Organiza tus quehaceres en proyectos. Porque eso les dará sentido. “Cualquier cosa que reciba un significado para tu vida hace que tengas la sensación de haber ganado tiempo o, al menos, de no haberlo perdido”. Así, cambiar las ruedas del coche, por ejemplo, no será una tostón que te lleva una mañana sino parte del cometido de velar por tu seguridad y la de tu familia.
2. Elige qué quieres hacer y deja espacio para imprevistos o tareas obligatorias. Aunque las obligaciones son ineludibles, todos podemos organizarnos para realizar al menos tres tareas fundamentales y elegidas al día. “Se trata de realizar primero –o, si no es posible, saber cuándo se llevarán a cabo– las tareas elegidas y darle hueco a los imprevistos y marrones, que también forman parte del día. Esto hace que sintamos que somos dueños de nuestro tiempo, porque las tareas esenciales ya están hechas. Si hay varias cosas que te van a permitir tener una experiencia de tiempo más profunda hazlas cuanto antes, haz lo tuyo primero y tu día mejorará porque tus objetivos se van cumpliendo, sean cuales sean”.
3. Afina el cálculo del tiempo de las tareas rutinarias. “No solemos preguntarnos cuánto nos lleva hacer cada tarea. En mis cursos, la mayoría de los asistentes no sabe decirme cuánto tiempo requieren las ocupaciones rutinarias como, por ejemplo, hacer un pedido o una llamada recurrente. Las respuestas siempre son erráticas, poco ajustadas con la realidad. Y si es una tarea que haces diez veces al día y te equivocas al calcular cuánto tiempo te lleva en un 5%, en realidad te has equivocado en el 50% del cálculo de tu tiempo diario. De modo, que no preverlo hace que sintamos que ese tiempo es robado”.
4. Aprende a decir “sí, pero no ahora”. O la asertividad con proposición, que a la gente le da menos miedo. “Es importante que en nuestra relación con los otros aprendamos a decir “ahora no puedo”, pero más importante todavía es acompañar ese gesto asertivo con una propuesta que podamos a cumplir. Si proponemos cuándo haremos algo el otro quedará conforme y nosotros sentiremos que controlamos nuestro tiempo”.
5. Observa qué procrastinas y saca conclusiones. “Solemos aplazar tareas que no nos gusta hacer o que no nos resultan estimulantes. Y se trata de un indicio interesantísimo para conocerse a uno mismo si nos preguntamos ¿por qué? A menudo, aunque nos cueste aceptarlo y llevarlo a cabo, dejar caer esa tarea o incluso no volver a hacerla, es la solución más sencilla a la sensación de que no tenemos tiempo para ella. Hay que estar dispuesto a aceptar las consecuencias pero, a menudo, se trata de imposiciones que no son tan cardinales como pensamos”.
6. Anótalo todo y consulta las notas. Aunque parezca que cargamos la agenda con una nueva tarea, este gesto diario puede ahorrarnos mucho tiempo. “No sirve de nada anotar si luego no revisas y muchísima gente no consulta sus compromisos antes de aceptar otros, haciendo que ellos y los de su alrededor pierdan una enorme cantidad de tiempo. Hacer algo tan simple tiene un resultado asombroso”.
Ni el flow, ni el GTD, ni sofisticadas técnicas de gestión del tiempo son, a menudo, tan elocuentes como la sabiduría popular que condensa, en apenas dos frases, la esencia para lograr que la percepción de nuestros días se alargue: "Si merece la pena hacerlo, merece la pena hacerlo bien" y "Si no tienes tiempo para hacerlo bien, tendrás que buscar tiempo para hacerlo dos veces".