Cómo criar a nuestros hijos para que sean futuros emprendedores
El deseo por inculcar en las nuevas generaciones el espíritu emprendedor ante un porvenir profesional cada vez más cambiante copa las preocupaciones de padres y educadores.
Pocos términos han aumentado más su popularidad en los últimos años que ‘emprendedor’. Cuenta la leyenda que alguien una vez acudió a una entrevista de trabajo y cuando le preguntaron cómo se definiría a sí mismo no destacó su “espíritu emprendedor”. Seguro que es falso. En un país de máximos, nada más explícito para narrar la mutación aspiracional de toda una generación –y vamos a por la segunda– que la sustitución del vocablo ‘funcionario’ por ‘emprendedor’ en las ensoñaciones de quienes arriendan hoy un pupitre universitario. Todos queremos ser emprendedores, relacionarnos ...
Pocos términos han aumentado más su popularidad en los últimos años que ‘emprendedor’. Cuenta la leyenda que alguien una vez acudió a una entrevista de trabajo y cuando le preguntaron cómo se definiría a sí mismo no destacó su “espíritu emprendedor”. Seguro que es falso. En un país de máximos, nada más explícito para narrar la mutación aspiracional de toda una generación –y vamos a por la segunda– que la sustitución del vocablo ‘funcionario’ por ‘emprendedor’ en las ensoñaciones de quienes arriendan hoy un pupitre universitario. Todos queremos ser emprendedores, relacionarnos con emprendedores y tener descendencia emprendedora. Silicon Valley es el nuevo Valhalla de los guerreros de la start-up en el que deseamos entrar guiados por las valquirias que se apellidan Zuckerberg, Jobs, Page, Musk o Bezos. ¿Quién no desearía que su hijo supiera acometer con resolución acciones o empresas innovadoras, como así lo define la RAE? Saber cultivar con mimo este valor al alza entre los más pequeños ya es una de las principales metas en padres y educadores de todo el mundo.
“Las líneas en la arena que algunos padres dibujan entre el trabajo y el hogar en su esfuerzo por balancear ambas realidades pueden privar a los niños de lecciones útiles”, afirma la publicista, empresaria, abogada y colaboradora de revistas como Forbes, Kristi A. Dosh, en un artículo sobre el tema publicado por la revista Fast Company. Dosh sostiene que el hecho de que sus padres hablaran sobre trabajo delante de ella durante su infancia fue un factor decisivo para tener una mente emprendedora. “Gracias a escucharles aprendí cómo manejar un conflicto con un compañero, los tipos de comportamientos que no se aceptan en un entorno laboral y qué es lo que podría decir alguien en una entrevista que supusiera perder el empleo”. Unos argumentos que entran en conflicto con la tendencia predominante de evitar llevarse cualquier tipo de trabajo a casa o ejercerlo en presencia de los más pequeños.
Cuando preguntamos sobre la utilidad real de sembrar en nuestros hijos el deseo de emprender, Elena Huerga, coach de desarrollo profesional, lo tiene claro. “Lo mejor es inculcarles la libertad y confianza para que ellos mismos sean los que decidan a qué quieren dedicarse de adultos abarcando todas las posibilidades”, explica. María Fontal, también coach de desarrollo profesional y personal, apunta a S Moda el cometido que deben tener los padres en todo esto: “El trabajo es doble. Por un lado, estar atento a sus potencialidades e intereses y por otro enseñarles diferentes formas de trabajar, como puede ser el emprendimiento, para que escojan la opción que mejor encaje con ellos”. Esta creciente inquietud en los padres más jóvenes ha calado tanto en la sociedad norteamericana que hasta Hollywood ha decidido parodiarlo con su última gran apuesta de animación, El bebé jefazo, creada por los padres de éxitos como Shrek.
Aunque la situación ha cambiado en parte desde el comienzo de la crisis, los jóvenes españoles siguen aspirando a conseguir un ‘estable’ puesto como funcionario. Según el reciente informe Young Business Talents sobre las actitudes de los preuniversitarios del país, el porcentaje de aquellos que quieren fundar una empresa (36%) es el más bajo en comparación con el resto de países del sur de Europa. ¿Pueden ser estos datos la consecuencia de una educación que ha ignorado la iniciativa propia? “Es cierto que en España hemos potenciado valores como la seguridad y la estabilidad económica por encima de otros como el talento y la pasión, y esto ha producido una marea de amantes del funcionariado”, dice Huerga. “El mercado laboral ha cambiado radicalmente y los jóvenes no desarrollarán una carrera laboral como sus padres, sino que lo habitual será el cambio de trabajo y la reinvención. Por tanto, cuantas más herramientas les proporcionemos que tengan que ver con la flexibilidad, la iniciativa o la innovación, mejor preparados estarán para este nuevo futuro. El emprendimiento cada vez se entiende más como una actitud y no solo como una profesión”, secunda Fontal.
“Hablar de dinero delante de los niños”, “hacer las preguntas correctas”, “llevar el trabajo al hogar” y “aprender que los fracasos se pueden superar” son algunos de los mantras que Kristi Dosh comparte con los lectores como receta para inculcar el deseo de emprender en sus descendientes. Por el otro lado, y por muy contradictorio que pueda parecer, Steve Jobs –para muchos el mayor emprendedor de nuestro tiempo– no dejaba que sus hijos usaran dispositivos electrónicos como el iPad en casa. Según su biógrafo Walter Isaacson, Jobs prefería reunir a sus hijos alrededor de la mesa de la cocina para debatir sobre “libros, historia y una gran variedad de cosas” sin que nadie utilizara jamás una tablet o un ordenador.
“En mi opinión, las ‘recetas generales’ para todos confunden más que ayudan. Además de decidir qué valores queremos transmitir y adaptarlos a la edad del niño, debemos ser conscientes de que enseñamos cosas muy importantes sobre el trabajo, el dinero y la forma de ganarlo, a través de nuestro ejemplo como padres”, expone la coach María Fontal. Unos valores tan enseñables a los niños como a quienes les superan la edad y se encuentran en una situación laboral complicada. “La mayoría de mis clientes no se han parado a pensar estratégicamente en su trayectoria profesional. Incluida la formación universitaria y los trabajos posteriores, han seguido la corriente del río pero nunca lo han analizado a fondo”, concluye Elena Huerga. Nunca es tarde –y nunca es pronto– si la dicha es buena.