‘Biba Girls’: las chicas que desayunaban champán

Nacieron en una tienda de Abingdon Road y pronto se hicieron con las riendas del ‘Swinging London’. ¿Su objetivo? Percutir el gusto de una sociedad anquilosada a través de la moda.

Andy Butterton (PA)

En 1963 la diseñadora Barbara Hulanicki y su marido Stephen Fitz-Simon planearon lo que hicieron realidad un año más tarde: resucitar a las flappers americanas y alumbrarlas en Londres cuatro décadas después. Esas nuevas chicas vestirían como ellas, hablarían como ellas y vivirían imbuidas de una estética art decó permanente. Así nació Biba, la tienda que convirtió el Londres de los años 60 en un destino para apátridas en cuyo pasaporte figuraba el exceso y la diversión. En pleno corazón de Kensington, a pocos metros del auditorio Royal Albert Hall y los a...

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En 1963 la diseñadora Barbara Hulanicki y su marido Stephen Fitz-Simon planearon lo que hicieron realidad un año más tarde: resucitar a las flappers americanas y alumbrarlas en Londres cuatro décadas después. Esas nuevas chicas vestirían como ellas, hablarían como ellas y vivirían imbuidas de una estética art decó permanente. Así nació Biba, la tienda que convirtió el Londres de los años 60 en un destino para apátridas en cuyo pasaporte figuraba el exceso y la diversión. En pleno corazón de Kensington, a pocos metros del auditorio Royal Albert Hall y los almacenes Harrods, abría sus puertas una colonia de Carnaby Street que acabó reuniendo a Yoko Ono, las novias de Mick Jagger, Brigitte Bardot, Twiggy y un sinfín de iconos que marcaron esa década. ¿El secreto? Los vestidos, minifaldas y estampados diseñados por Hulanicki, que propiciaron la aparición de una élite local conocida como las Biba Girls.

El nacimiento de esta casta se produjo en el momento perfecto, justo cuando la gente necesitaba catalizar el gris imperante de la posguerra. El 15 de abril de 1966 la revista Time definió el fenómeno cultural que empapaba la capital británica desde el inicio de la década con la expresión Swinging London. Un año antes Diana Vreeland, directora de la edición estadounidense de Vogue, acuñaba el mismo adjetivo (swinging significa alegre, libertino) para referirse a esa juventud que decidió agarrar de las solapas a una sociedad esclerotizada. Fue la época de las modelos Jean Shrimpton y Veruschka, de los mods, de las pinturas de Richard Hamilton, de la eterna batalla entre The Kinks, The Who y The Beatles. Era el momento en el que la vieja Albión bullía y sorprendía al mundo.

En ese contexto surgió Biba, una aventura estética que se inspiraba en las flappers que agitaron la sociedad estadounidense en los felices años 20: aquellas chicas nacían del universo de F. Scott Fitzgerald, nunca usaban corsé y lucían corte bob. Además, bailaban jazz como nadie. Como ellas, cuentan que las Biba Girls fumaban, almorzaban champán y, sobre todo, seguían el dictado de Hulanicki a la hora de vestir. Si los americanos tuvieron a las flappers y los franceses a las garçonnes, en los 60 los ingleses daban la bienvenida a sus propias chicas rebeldes.

Imagen del libro ‘BIBA: The Biba experience’, de Alwyn W. Turner.

Cordon Press

En un principio los diseños de Biba se basaban en colores morados, azules, amarillos y ciruelas; más tarde llegaron los cromatismos psicodélicos y brillantes. Lo que nunca cambió fue la tez pálida como norma. Uno de sus hitos fue la popularización de la minifalda. A pesar de que su invención se atribuya a Mary Quant (algunos aseguran que fue Courrèges), son las Biba Girls quienes la pusieron en circulación. El gran éxito de Hulanicki se tradujo en un par de tiendas más y el respeto profesado por las chicas it del momento. Un misterioso logotipo en líneas art decó y la ausencia de ropa en sus escaparates alimentaron el mito de Biba. Nadie pudo resistirse a su encanto, tampoco Anna Wintour, cuyo primer empleo fue como dependienta en la tienda.

En 1975 el retailer británico Dorothy Perkins se hizo con los derechos de Biba, impuso un nuevo rumbo en el estilo de la firma… y en dos años se la cargó. Para entonces Hulanicki y su marido ya habían emigrado a Miami, desde donde siguieron trabajando en moda mediante colaboraciones puntuales para Cacharel o Topshop. Actualmente, la madre de Biba trabaja como decoradora de interiores, pero los intentos de otros por mantener vivo el espíritu de aquellas chicas han sido muchos y muy variados: desde un documental que se estrenó en 2009 hasta el relanzamiento de la firma en 2006 en la pasarela de Londres (solo duró dos temporadas). Pero sin la presencia de Hulanicki, todo intento parece condenado al fracaso. En 2014 se cumplen cincuenta años de la apertura de la tienda, así que quién sabe si su fundadora dará un paso al frente. Después de tanta aventura, quizás la manera menos arriesgada de celebrarlo sea tomarse una copa de champán a deshoras.

James Peltekian (Camera Press /Cordon Press)

Kate Moss y Barbara Hulanicki en una exhibición dedicada a Biba en 2008.

Cordon Press

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