Volverás a teñirte con henna (y te encantará)
Los barros naturales son la última gran apuesta de las peluquerías de lujo para dar color y brillo intenso al cabello. Y, sí, las de ahora cubren las canas.
Olvídate de aquellas pastas naturales de antaño para teñir el pelo. Eran baratas, se compraban en el herbolario de la esquina y dejaban el baño hecho un desastre. Por si fuera poco, duraban escasos lavados y desaparecían de forma desigual, dejando tu melena literalmente a trozos de distintos colores. En pleno furor por la cosmética natural, algunas peluquerías comienzan a incorporar entre sus cartas de servicios la coloración con barros. Algunas directamente lo presentan como henna. Pero no es exactamente esa arcilla natural rojiza con la que las – y los – hindúes se tiñen el cabello. Tampoco ...
Olvídate de aquellas pastas naturales de antaño para teñir el pelo. Eran baratas, se compraban en el herbolario de la esquina y dejaban el baño hecho un desastre. Por si fuera poco, duraban escasos lavados y desaparecían de forma desigual, dejando tu melena literalmente a trozos de distintos colores. En pleno furor por la cosmética natural, algunas peluquerías comienzan a incorporar entre sus cartas de servicios la coloración con barros. Algunas directamente lo presentan como henna. Pero no es exactamente esa arcilla natural rojiza con la que las – y los – hindúes se tiñen el cabello. Tampoco los tintes de herbolario con los que jugamos a ser peluqueras en la adolescencia. “Los barros de 2018 vienen a ser la henna de toda la vida modernizada. Al igual que aquella, contienen pigmentos naturales de la tierra con minerales y vegetales para colorear y dar reflejos al cabello. Sin embargo, los nuevos barros exigen menos tiempo de exposición para actuar y llevan ingredientes especiales para que el color se fije de manera más regular”, apunta Eva Ruíz, directora del Salón de Marceliano Santamaría de Maison Eduardo Sánchez. Tampoco son de herbolario, sino fabricados por casas de peluquería como Secretos del Agua. A cambio requieren la actuación de manos coloristas expertas para que el tono quede intenso, duradero y sin sobresaltos.
Gema Senesen es técnico colorista en Coolday Madrid y una de las mejores manos con este tipo de coloración. “La clave está en mezclar una proporción exacta de henna y agua caliente a 90ºC para que el pigmento ‘rompa’ antes de entrar en contacto con el cabello”. Una vez se enfría, se aplica sobre el pelo. Puede acelerarse su penetración con calor externo. “Esta atmósfera cálida crea un efecto de ósmosis en el cabello, abre la cutícula y permite que el pigmento penetre en su interior con gran adherencia”. El modo de trabajo es bastante similar al de un alquimista. O un pintor. Sobre la mesa hay varios recipientes de cristal transparente con unos polvos de colores térreos con nombres tan sugerentes como ‘curry’, ‘azafrán’, ‘canela’ o ‘cacao’, según se busque una tonalidad más dorada, anaranjada o tirando a chocolate. La colorista pesa y mezcla los barros, añade el agua casi hirviendo y lo remueve a mano hasta lograr una pasta sin grumos. Apresurarse en aplicarla puede achicharrar el cuero cabelludo de la clienta. Errar en la mezcla, arriesgarse a dejarla con un color diferente al deseado. De ahí que solo un puñado de coloristas aprueben con nota en este servicio. Y que, por hippy que parezca, sea una opción relativamente cara, de los 50 euros en adelante. Lavar, cortar y peinar, aparte.
La primera ventaja, salta a la vista. O, mejor dicho, a la nariz. No huele a tinte. Pero hay más. “Es un producto natural que minimiza las posibles alergias en cuero cabelludo. Esto es muy interesante para personas que tienen esa piel irritada y a quienes se les desaconsejan los tintes con amoníaco. Además, nos va a aportar un brillo enorme al pelo. Y al irse paulatinamente con los lavados, no deja efecto raíz. Pero son bastante más duraderos de lo que la gente cree, pudiendo perdurar hasta un mes, según la frecuencia con la que nos lavemos la cabeza. La única contrapartida es que siempre se trabaja tono sobre tono, nunca se podrá aclarar”. A diferencia de las hennas de antaño, estos barros muestran una mayor fijación desde el primer momento. Tampoco arruinan la toalla, “aunque es mejor no secarlo con tu toalla favorita en el primer enjuague en casa, ya que siempre pueden soltar algo de color”. El lavado es clave para prolongar la vida del color y su brillo. “Recomendamos lavar con agua fresca. Esto preserva mejor los pigmentos en el interior del cabello y evita la degradación del color. También ayuda usar un champú de pH ácido, sin sulfatos ni parabenos. Y, por supuesto, una buena hidratación capilar posterior”.
La gran bestia negra de las hennas ha sido su poca o nula cobertura de las canas. Y dado que hay mujeres que empiezan a saludar a sus primeros cabellos blancos antes de cumplir los 30, estos productos naturales quedaban relegados para edades muy juveniles. Mariló Herranz, estilista capilar y peluquera de cine y televisión, se confiesa incondicional de los nuevos barros. Capaz de reconocer de un simple vistazo un cabello teñido con henna de una coloración química convencional. “Se aprecia en la cana, que queda como maquillada. También en la textura del cabello, más grueso, con más peso. Esto se debe a que, al penetrar el pigmento natural dentro de la fibra capilar, la engrosa. Es fabuloso para las canas, ya que al desaparecer la melanina el pelo se vuelve áspero, más fino y queda ese aspecto de ‘cabello seco de abuela”. Esta estilista, responsable de la peluquería en la serie de Netflix Las Chicas del Cable, también echa mano de henna incolora para acentuar el brillo del cabello de las actrices. “Queríamos potenciar el tono canoso de la actriz Tina Sainz. Le pusimos henna para eliminar ese color tristón que suelen tener las canas. El resultado fue un cabello blanco, pero brillante, lleno de vida”.