Por qué el ‘contouring’ quizá no es para ti

Aunque existen versiones más ligeras y menos sacrificadas, la tendencia de maquillaje que ha popularizado Kim Kardashian no siempre consigue el efecto deseado.

Instagram/ Getty

Ya nos engañaron con lo de las ondas surferas y el look easy curly, que parece que vas a salir de la ducha y listo. Cuando, en realidad, para que la melena quede sutilmente desaliñada como recién salida de la playa hace falta antifrizz, spray de sal, planchas y altas dosis de maña. Y tiempo. Ahora le toca el turno al contouring, esa técnica de maquillaje que lima ópticamente las imperfecciones del rostro mezclando un panaché de fondos e iluminadores. No hay maquillador que no ensalce sus virtudes y que no insista en lo facilísimo que es. Hagan la prueba. Pongan ‘contouring’...

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Ya nos engañaron con lo de las ondas surferas y el look easy curly, que parece que vas a salir de la ducha y listo. Cuando, en realidad, para que la melena quede sutilmente desaliñada como recién salida de la playa hace falta antifrizz, spray de sal, planchas y altas dosis de maña. Y tiempo. Ahora le toca el turno al contouring, esa técnica de maquillaje que lima ópticamente las imperfecciones del rostro mezclando un panaché de fondos e iluminadores. No hay maquillador que no ensalce sus virtudes y que no insista en lo facilísimo que es. Hagan la prueba. Pongan ‘contouring’ en Google y tendrán 14.400.000 resultados. El filósofo Arthur Schopenhauer, por poner un ejemplo, solo cuenta con 6.830.000 entradas.

Como ya sucedió con los rituales con factores de crecimiento (ella lo llamaba técnica vampiro), ha sido Kim Kardashian la encargada de descubrir a todo el mundo las bondades del cortorneado facial. Ese rostro de porcelana inmaculada (cuasi embalsamado) que la señora de Kanye West luce sobre la alfombra roja no es casual sino el resultado de una prodigiosa obra de ingeniería de maquillaje. Dado su interés para la Humanidad, en Internet pueden encontrarse infinidad de tutoriales para emularlo. El de Elyse Reneau, experta de la casa Rodial, lo explica con total facilidad y empleando… ¡17 productos! entre preparadores de la piel, el primer, fondos de maquillaje, correctores, iluminadores, lápices de ojos y un largo etcétera.

Y esto, ¿cuánto se tarda en hacer?

Ante tamaña profusión de colorido una se plantea si esta técnica debe confinarse a momentos BBC (bodas, bautizos y comuniones, a los que se puede añadir algún sarao de postín), o, por el contrario, es fácil de abordar un lunes por la mañana para ir a la oficina. “Tenemos que diferenciar entre dos tipos de contouring. El de Kardashian es un maquillaje de celebrity exagerado para que la piel se vea perfecta ante las cámaras. Para diario, o incluso, para una noche especial pero sin flashes, un contorneado natural pero eficaz nos ocuparía solo diez minutos”, explica Paco Jaén, maquillador de Kiko Milano. Ojo, esos diez minutos de contorneado empiezan a contar una vez se ha completado la fase de fondo de maquillaje, corrector y sombras de ojos. Que por lo general suele durar otros diez minutos para homogeneizar la tez, camuflar rojeces, ojeras y granitos varios. Agnieszka Pazdzior, jefa de formación de Benefit España, reduce bastante más el tiempo. “Si trabajamos el rostro con bases líquidas tardaremos unos tres minutos. En cambio, con bases en polvo puede estar listo en un minuto”. Eso sí: mejor practicar con antelación. Las prisas matutinas pueden jugar una mala pasada.

¿Esto de verdad queda natural?

Otra gran duda que nos asalta ante el milagro de Kardashian o cómo parecer otra a manos de un buen maquillador es si tanto contouring nos dejará demasiado ‘producidas’, poco naturales o con el temido gesto de estatuilla de Lladró. “Si aplicamos muchas capas, el maquillaje quedará muy cargado”, advierte Jaén. Su recomendación es optar por productos en polvo “que no enmascaran la piel. Para ir a la oficina mejor aplicar un suave trazo de polvos oscuros con una brocha gruesa en la línea del óvalo facial y algo de colorete suave. Nada recargado y, sobre todo, rápido de aplicar”.

Cuestión de logística, ¿necesito un maletín XXL?

Quienes comparten aseo con una fanática del maquillaje saben cuántos metros cuadrados de domicilio ocupa esta afición. La idea de que añada más productos e instrumental, lógicamente, espanta. “Lo básico son dos tonos: uno más oscuro que la base (para disimular las sienes, la mandíbula y las aletas de la nariz) y otro más claro (para iluminar en las zonas de hueso como la parte alta del pómulo, el arco de la ceja, el tabique nasal. Las más hábiles también pueden aplicar una pizca sobre el arco de Cupido para resaltar los labios). Luego todo consiste en saber cómo mezclar ambas tonalidades”, tranquiliza Pazdzior. A estas dos nuevas incorporaciones hay que sumarles las brochas. “Una gruesa y biselada por cada tono más otra limpia y gruesa para mezclar tonos”, asegura Pazdior. Desde Rodial incluyen, además, un pincelito de punta redondeada para iluminar junto al lacrimal. En resumen: vayan haciendo hueco para dos nuevas incorporaciones, entre polvos bronceadores e iluminadores y cuatro pinceles/brochas. Sabedores del problema espacial que suponen los micropisos, las marcas cosméticas ya andan lanzando kits con todos esos tonos recogidos en una única cajita (Face Sculptor de Isadora, Sculptionary-Cheek-Contouring-Palette de Clinique, etc).

La sobredosis de polvos finales puede jugar malísimas jugadas para los flashes, como a Nicole Kidman.

Getty

De acuerdo, uno claro y otro oscuro. ¿Pero cómo de claro y cómo de oscuro?

Ya lo avisaba Ramón de Campoamor con aquello de que todo es según el color del cristal con que se mira: el claro y el oscuro dependerán del tono del fondo de maquillaje que, a su vez, debería variar según estemos más o menos bronceadas. Así que añadan dos tonos para invierno y otros dos para verano.

Para el tórrido verano español, ¿no hay una versión simplificada?

La idea de superponer varios potingues sobre un rostro bronceado (o autobronceado) y salir a pisar el ardiente asfalto de una calle a este lado de los Pirineos da repelús. Jaén apunta que “en ese caso queda muy bonito el efecto glow (un poco de brillo) en las zonas de luz con un iluminador en stick” (él apuesta por el Radiant Touch Creamy Stick Highlighter nº100 de Kiko).

¿Existía el 'contouring' antes de Kardashian?

La operación chapa y pintura intensiva cierto es que se pone de moda con ella, pero hasta las tops más tops reconocen tener sus trucos ópticos para quedar mejor en las fotos (o en la vida real). Sin ir más lejos, la mismísima Cindy Crawford explicaba a la web Into The Gloss cómo utiliza un corrector/iluminador: “Uso Touch Expert Advanced de By Terry bajo los ojos y en torno a la nariz. Después trazo una línea recta en el centro del rostro y lo fundo con una esponja. Es un truco para no tener que hacer contouring”. La misma técnica puede hacerse con el mítico Touche Éclat de Yves Saint Laurent, ese básico para eliminar la cara de zombie que a más de un maquillador ha sacado del apuro con alguna famosa con rostro de mucha juerga y poco sueño.

Así las cosas, seamos cautos con el contouring. No es imprescindible, lleva tiempo (y espacio) pillarle el tranquillo pero tampoco es imposible de ejecutar. Que, tal como enseñaba Schopenhauer, “toda verdad pasa por tres fases: una primera, en la que se ridiculiza; una segunda, de violenta oposición; y una tercera, donde se acepta como verdad evidente”.

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