Mirar peinados bonitos es lo último como terapia antiestrés
Gentle Hair Dos es un proyecto en Instagram que recoge más 1.000 ‘looks’ capilares con un denominador común: naturalidad y mucha serenidad.
Hay quien para relajarse hace yoga. O colorea mandalas. También quienes contemplan peinados llenos de armonía como terapia antiestrés. Y eso que el pelo precisamente nos genera mucho estrés. Que si se encrespa, que si las raíces, que si no queda suelto. Te lo lavas y aún hace falta meter secador, plancha y dos productos de styling para que quede medianamente bien. Que levante la mano la mujer que no envidie a aquellas afortunadas cuyo cabello está bonito forma natural. Admiro esos pelos afro rebeldes, llenos de personalidad, las trenzas sin pretension...
Hay quien para relajarse hace yoga. O colorea mandalas. También quienes contemplan peinados llenos de armonía como terapia antiestrés. Y eso que el pelo precisamente nos genera mucho estrés. Que si se encrespa, que si las raíces, que si no queda suelto. Te lo lavas y aún hace falta meter secador, plancha y dos productos de styling para que quede medianamente bien. Que levante la mano la mujer que no envidie a aquellas afortunadas cuyo cabello está bonito forma natural. Admiro esos pelos afro rebeldes, llenos de personalidad, las trenzas sin pretensiones y esos bobs fluidos que parece que nunca han conocido una tenacilla. Pero también, los recogidos arquitectónicos, las creaciones esculturales a base de horquillas o esos moños pulidos y barrocos que algunos peluqueros crean para la pasarela y que destilan serenidad. A Lindyl Crabb, una editora de Vogue australiana, le sucede lo mismo. Lejos de fascinarse por la ropa, sucumbe a los peinados y, como nos sucede a muchas, puede tirarse horas mirándolos. Los llama Gentle Hair Dos (peinados amables), los colecciona como ‘estilos capilares terapéuticos’ y ha creado una cuenta en Instagram (@gentlehairdos) para compartirlos con el mundo. O, simplemente, para disfrutarlos.
En un universo virtual dominado por los followers, hablar de una cuenta con poco más de 2.000 seguidores y mil y pico instantáneas suena a poco. Pero es entrar y quedarte hechizada dándole al scroll. Ahí están una terna de flequillos casuales desafiando a la geometría, pero con estilo (ese movimiento natural que todas intentamos con el secador y que rara vez queda como en las fotos). Hay trenzas casi infantiles y aparentemente informales. O semirrecogidos simples y limpios, ni rastro de encrespamiento ni puntas abiertas ni pelos rotos como en la vida real. Tan pronto sube cabellos alborotados por el viento (siempre ideales, ligeros, nunca enredados) como moñitos pulidos o creaciones complejas para pasarela. “Para mí, son imágenes que capturan el modo en que tocamos, manipulamos, damos forma o movemos nuestro cabello y nuestros cuerpos. Crea una respuesta emocional y sensorial. Puedes imaginar el peso, el tacto, el brillo… y eso es increíblemente relajante”, declaraba su autora en una entrevista para la revista Vogue .
Convertido en una especie de exposición intimista, el proyecto echaba a andar hace dos años. “El nombre ya me rondaba en la cabeza mucho antes de crear la cuenta. Me encanta la palabra gentle (amable) y aprecio la amabilidad. Me he tirado horas dándole al scroll en Instagram, Pinterest y Tumblr en busca de viejos editoriales, campañas de publicidad y looks de pasarela. Guardo fotos con looks de belleza y planos cortos de peinados”. No se trata de un dossier de peluquería con looks estrafalarios y coloraciones vibrantes donde el arte del peluquero se impone al cabello y todo parece concebido para triunfar en la pista de baile. Grabb reivindica esos pelos sanos que siempre embellecen, sin anular a la mujer. Y en un idioma multirracial. “Es más que un moodboard. Quiero que se convierta en una comunidad y el modo en que la gente lleva su cabello a diario es la mejor inspiración”.
De tres en tres
La simplicidad que transmiten las fotos puede erróneamente hacernos creer que se trata de un perfil espontáneo. No lo es. Cada look se presenta de tres en tres, todos con la misma pose, mismo complemento, peinado similar. Siempre con un filtro ligeramente soft focus, en tonos cálidos y luz tamizada. Llama la atención esa especie de hermandad silente que clica likes en cada foto, pero apenas deja comentarios. Así el perfil queda aún más nítido, carente de ruido. Más relajante. Solo el peinado y alguna alusión de la autora del tipo #hairribbon (cuando hay un lazo), #ponytail (coleta) #hairelastic (goma de pelo)… y la autoría del peinado.
Pasear por sus selecciones resulta hipnótico. Transmite calma. Es como una terapia antiestrés en la que casi se siente el tacto de una melena al escurrirse entre los dedos, el frufrú al agitarse, el aroma de una mascarilla o la calma que destila un recogido sin ápice de encrespamiento. “Un peinado ‘amable’ puede ser un cabello en estado bruto, simplemente con su belleza natural en cuanto al color, la textura o la fuerza. Pero también puede ser algo visualmente táctil, o aparentemente effortless, o que te devuelve a los peinados que llevabas cuando tenías 10 años, o uno hecho a mano con gracia”. Cuando la vida real muestra su rostro más amargo –o sea, este 2020– bucear entre peinados inspiradores parece una buena válvula de escape. Al menos, para Crabb lo es. “(Durante el confinamiento por el coronavirus) leo ficción, escucho podcasts que me hacen sonreír y entro en las redes sociales en busca de inspiración visual. Espero que Gentle Hair Dos pueda contribuir a esa paz mental en alguien”.