¿Será posible ponerse bótox a los 80 años?
La esperanza de vida aumenta y también, las soluciones antiedad de cirugía y medicina estética. Pero, ¿cuántos protocolos son suficientes a lo largo de la vida? Y, ¿se obtienen los mismos resultados independientemente del paso del tiempo?
Durante siglos, para plantarle cara a la edad la receta se limitaba a bañarse en leche de burra como Cleopatra o embadurnarse en ungüentos a base de plantas, desde el aloe vera al aceite de rosa mosqueta. En las últimas décadas no solo la cosmética ha avanzado mucho. La medicina estética y la cirugía han dado un salto monumental. Podemos llegar a la edad de la jubilación con una madurez espléndida, arrugas, las justas, y una piel radiante. Ahora bien, la esperanza de vida también se alarga. Se calcula que para 2040, los españoles superaremos sin problemas ...
Durante siglos, para plantarle cara a la edad la receta se limitaba a bañarse en leche de burra como Cleopatra o embadurnarse en ungüentos a base de plantas, desde el aloe vera al aceite de rosa mosqueta. En las últimas décadas no solo la cosmética ha avanzado mucho. La medicina estética y la cirugía han dado un salto monumental. Podemos llegar a la edad de la jubilación con una madurez espléndida, arrugas, las justas, y una piel radiante. Ahora bien, la esperanza de vida también se alarga. Se calcula que para 2040, los españoles superaremos sin problemas los 85,8 años. Hay quienes apuntan que para finales de siglo nos acercaremos a los 90 ó 100 años. ¿Seguirán funcionándonos igual los inyectables rejuvenecedores, los liftings, los implantes mamarios o las liposucciones o hay una edad a partir de la cual el declive es inevitable? “Somos la primera generación en usar la medicina estética para frenar los signos de la edad. No hay casos precedentes. Todo hace pensar que llegaremos a los 80 ó 90 con mejor cara que nuestros abuelos, porque estamos retrasando el deterioro natural, pero es solo una especulación. No hay pruebas de personas que se hayan cuidado durante 40 años seguidos con bótox, hialurónico o retoques de quirófano. Somos los pioneros”, señala el doctor Leo Cerrud, experto en medicina estética. Con todo, no duda de que cada vez será más normal recurrir a estos protocolos para hacerle la cobra al paso del tiempo. “Al igual que se ha normalizado el uso de cremas hidratantes o antiedad, incluso entre los hombres, estoy convencido de que sucederá los mismo con la medicina estética. Acabará por integrarse en la sociedad como una herramienta más para luchar contra los signos de la edad. Paralelamente, surgirán nuevos procedimientos y materiales más naturales, menos invasivos y más duraderos”.
La cuestión es si todos esos protocolos que tan buenos resultados logran a los 30, 40 ó 50 años, siguen (o seguirán) funcionando cuando seamos octogenarios. La doctora Josefina Royo de la Torre, co-directora de Instituto Médico Láser, responde un ‘sí, con reparos’. O, lo que es lo mismo, resultados aceptables, no milagros. “Si nos vamos cuidando poco a poco, la calidad tisular con la que llegamos a mayores es mejor. Y, en principio, una persona sana, aunque de edad avanzada, puede realizarse tratamientos de rejuvenecimiento facial y corporal mínimamente invasivos, salvo contraindicación grave, sin problema. Otra cosa es qué lugar ocupará en nuestra escala de prioridades lo de tener un buen aspecto estético cuando lleguemos a los 90 o 100 años teniendo en cuenta que, por muy que estemos, la piel de una mujer de 20 no es la de una de 90”.
Siempre que camino de ser centenarios sigamos dándole importancia a las arrugas y que las pensiones nos permitan pasar por talleres de cuando en cuando, debemos esperar unos resultados poco deslumbrantes. “Los tratamientos que se basan en inducir la reparación espontánea de los tejidos serán menos eficaces en pacientes de edad avanzada porque la capacidad natural del organismo para generar colágeno y fibras elásticas disminuye a razón de un 1% cada año que pasa. Por esa misma razón, a medida que envejecemos la piel retrae menos y tarda más en cicatrizar. Pero esto solo supone que puede ser necesario alargar el espacio entre sesiones en los protocolos de tratamiento o que los resultados esperables a los 80 no sean tan óptimos como a los 30, no que no se pueda hacer. Por ejemplo, un lipoláser queda mucho peor en personas muy mayores, ya que la piel no retrae igual y es inevitable que quede cierto aspecto fofo al eliminar la grasa subcutánea. En el caso de la cirugía – implantes mamarios, liposucciones… – se suma que la capacidad de los pacientes de resistir las anestesias y las agresiones quirúrgicas disminuye con la edad. Por este motivo, y porque por encima de todo debemos pensar en ‘Primun Non Nocere’ (por encima de todo, no hacer daño) es imprescindible deontológicamente valorar si el riesgo quirúrgico está justificado solo por una mejoría estética”.
Pecho: sin límite cada 6 meses
El bisturí del cirujano plástico es la herramienta más certera para lograr un cuerpo a medida. Pero aún con una cuenta corriente desahogada que permita pasar por quirófano con frecuencia, el cirujano Julio Millán, director del Instituto de Cirugía Estética de la Clínica Ruber, plantea límites. Si no médicos, sí éticos. “En teoría, uno puede operarse tantas veces como quiera. Basta con dejar pasar 6-8 meses para que las cicatrices hayan curado. Otra cuestión es si una nueva cirugía va a lograr una mejora objetiva. Si un paciente ya se ha operado 4 ó 5 veces de lo mismo, en poco tiempo, y no queda satisfecho, lo más probable es que con la sexta cirugía tampoco quede conforme. Hablamos de un problema de dismorfia”.
Lifting: cada 5-8 años
“Si un lifting está bien hecho, lo normal es dejar pasar entre 5 y 8 años antes de plantear una nueva intervención. Es decir, hay que esperar a que la flacidez sea tan evidente que se indique una nueva intervención. Lo normal son 4 ó 5 liftings a lo largo de la vida. Pero, también es cierto, que antes se esperaba hasta edades más avanzadas para acometer el primer lifting. Ahora se empiezan a hacer miniliftings o liftings parciales a los 45 años. Así que, tal vez, en unos años, un mismo paciente si es longevo se habrá hecho más liftings que quienes ahora tienen su misma edad. Mientras las pruebas previas (electrocardiograma, analíticas de sangre…) no lo desaconsejen, no hay ningún impedimento”, explica el doctor Millán.
Liposucciones o lipoláser: sin límite
La doctora Royo de la Torre, señala que “en estos protocolos se elimina el tejido graso subcutáneo de una determinada zona. En caso de volver a ganar peso, la grasa ya no se acumulará ahí, sino en otras zonas. Por ejemplo, si hemos eliminado cartucheras, la grasa sobrante irá al abdomen o a la cintura. Y ahí habrá que hacer la nueva liposucción”.
Addominoplastia: 1 ó 2
“Lo habitual es una vez en la vida, culminado el ciclo de la maternidad, para reparar la distensión cutánea y muscular propia de los embarazos y para devolver la cintura y abdomen a su estado original. Puede también suceder que, transcurridos muchos años y siendo ya bastante más mayor, desee hacerse una segunda abdominoplastia para corregir la flacidez o excedente cutáneo que a todas nos puede acontecer con la edad. En estos casos se trata más de una dermolipectomía que de una abdominoplastia con plicatura muscular”, explica la doctora Royo.
Bótox: cada 3-4 meses
En cuanto a los tratamientos menos agresivos, como los inyectables, los hilos tensores, los peelings o los láseres y ultrasonidos, suele recomendarse dejar pasar algún tiempo entre sesiones. Incluso combinar varios tratamientos, en vez de doblar la dosis de uno solo. “Las pieles más jóvenes responden mejor a cualquier estímulo. A medida que envejecemos, esa capacidad disminuye. Por esto suelen necesitar de una combinación de tratamientos para lograr un resultado satisfactorio, por ejemplo, un ácido hialurónico más reticulado y los hilos tensores”, explica la doctora Mar Mira, médico estético y codirectora de la Clínica Mira+Cueto. Combinar no significa acelerar la frecuencia de uso. La doctora Ana Roces, directora médica para España y Portugal de Merz Aesthetics, sugiere espaciar entre 3 y 4 meses los pinchazos de toxina botulínica A (el bótox, para entendernos). “Es el tiempo que tardan las neuronas en restaurarse y volver a liberar acetilcolina, el neurotransmisor responsable de la contracción muscular. Pincharnos más frecuentemente no tiene ningún sentido. Poner más cantidad de la recomendada solo conduce a una parálisis facial excesiva y antinatural, pero no más duradera”.
Ácido hialurónico: entre 4 y 18 meses
En el caso del ácido hialurónico la duración depende de la densidad y de dónde se inyecte. “El de alta densidad para elevar un pómulo dura entre 4 y 6 meses. En unas ojeras o labios, entre 8 y 12 meses”, explica el doctor Moisés Amselem. En otras zonas puede llegar a durar hasta 18 meses. Inyectar de más o con más frecuencia puede conducir a esos volúmenes exagerados, de esos que dejan al paciente prácticamente irreconocible durante unos meses. Para bien o para mal, no es eterno. El organismo degrada el ácido hialurónico de forma natural, el inyectado y el autógeno. Y esta cualidad, además, se incrementa con la edad de forma natural.
Ultrasonidos antipapada: 1 al año
“Los ultrasonidos para recuperar el óvalo facial como Ultherapy duran hasta un año. Incrementar la frecuencia de uso es tirar el dinero”, señala la doctora Roces.
‘Quemagrasas’ como Belkyra: una vez en la vida
La Agencia del Medicamento establece 4 semanas entre las aplicaciones de este inyectable anti papada y un máximo de 6 aplicaciones por tratamiento, aunque los efectos suelen apreciarse ya a partir de la 2ª sesión. No es necesario ni poner de más ni acortar los tiempos. “Funciona a cualquier edad. Pero hay que tener en cuenta que con la edad la piel pierde elasticidad. Si eliminamos la grasa, puede que quede flacidez en el área del mentón. En ese caso, el paciente debe sopesar qué prefiere o si desea acompañarlo de otro tratamiento”, declara la doctora Lola Sopeña, director de las clínicas que llevan su nombre. Los resultados son permanentes.
Peelings: sin límite
“Los peelings químicos superficiales se pueden hacer mensualmente. Los de profundidad media, como TCA al 20%, cada tres meses. Los peelings profundos, como el Fenol o TCA al 50% cada 6 meses. Pero es necesario valorar si realmente existe indicación”, declara la doctora Royo. “Con un láser de CO2 a potencia alta basta con una sesión al año. La piel va a necesitar seis meses para recuperarse por completo, por eso no deben hacerse con menos frecuencia. Si es de menos intensidad, puede que hagan falta 2-3 sesiones para obtener lo mismo que con una sesión única intensa”. ¿Y hay un tope a lo largo de la vida? “No, una vez que las capas superficiales de la piel eliminadas se han repuesto y no hay inflamación residual, la piel está lista para recibir un nuevo tratamiento. Pero, repito, hay que valorar si realmente está indicado en un año o se pueden alargar los períodos entre tratamientos”