«Red Nails Theory»: ¿Es cierto que las uñas rojas atraen sexualmente?
Una teoría viral nacida en TikTok sitúa de nuevo al esmalte rojizo como el mejor aliado para las manos de una mujer. Repasamos la atracción que ha generado a lo largo de la historia a través de sus tonos más icónicos y aquellas personalidades que lo convirtieron en emblema de su enigmática belleza
A principios de año entre la maraña de trucos de belleza, consejos de maquillaje y demás artillería beauty que engrosa la red social TikTok, se hizo viral la llamada red nail theory (La teoría de las uñas rojas, en castellano). Impulsada por la creadora de contenido GirlBossTown, con más de medio millón de seguidores, una legión de tiktokers corroboraron la hipótesis por la que llevar un tono rojizo sobre las uñas era directamente proporc...
A principios de año entre la maraña de trucos de belleza, consejos de maquillaje y demás artillería beauty que engrosa la red social TikTok, se hizo viral la llamada red nail theory (La teoría de las uñas rojas, en castellano). Impulsada por la creadora de contenido GirlBossTown, con más de medio millón de seguidores, una legión de tiktokers corroboraron la hipótesis por la que llevar un tono rojizo sobre las uñas era directamente proporcional a la atracción que una mujer podría generar sobre el público masculino, basada en la nostalgia que les provocaba hacia sus progenitoras.“Cada vez que llevo las uñas rojas un chico lo comenta… Y entonces caí. En los años 90, cuando éramos niñas, las mujeres lucían a menudo las uñas rojas, especialmente nuestras mamás. Y esto me hizo pensar en que los chicos se sienten atraídos por las uñas rojas porque les recuerda a ellas”, declara la prescriptora en uno de sus vídeos. En otro clip, la cuenta de nail art Lights Lacquer pretende demostrar la teoría con un paso a paso de su impoluta manicura en rojo cereza, que acumula 2,7 millones de visualizaciones hasta la fecha. Muchos de ellos, hombres.
El debate sobre la atracción masculina por la manicura roja que copa la red social adquiere un trasfondo psicológico más allá de la asociación inconsciente que la mente pueda establecer entre esta manicura clásica con el recuerdo de una figura materna. Geoffrey Jones, profesor de Historia en la Harvard Business School y autor del libro Beauty Imagined: A History of the Global Beauty Industry (2011) apunta a la cuestión de la tonalidad como la clave para entender las fascinación que genera desde hace décadas. “El color rojo indica fuego y pasión, es audaz y confiado, y lo hace sobre una parte «asexual» del cuerpo, por lo que no atrae la atención masculina que no sea deseada. Creo que la mayoría de los hombres miran primero a otras partes del cuerpo de una mujer antes que a las uñas comenzando por la cara y los labios, pero es probable que las asociaciones emocionales del color rojo con la audacia y la confianza sean igual de atractivas para muchos”, revela el historiador a S Moda.
La fascinación por el esmalte rojo arrastra siglos de historia. Ya en el año 3.000 a.C. la realeza china se servía de ungüento a partir de cera de abeja, claras de huevo y tintes vegetales para teñir sus uñas de un rojo intenso. Nefertiti y Cleopatra pusieron de moda la manicura en tonos rubí y rojo sangre como símbolo de estatus hasta el final de los días del Antiguo Egipto. Y no solo entre las reinas, los faraones debía hacerse la manicura con una henna oscura durante el proceso de momificación para potenciar sus fuerzas en la entrada al más allá.
Hasta el siglo XX, revela Jones, la laca de uñas (al igual que otros productos cosméticos) fueron un reducto de fórmulas caseras, asociándose tales barnices de colores en el mundo occidental con actrices y prostitutas. “La primera marca «industrial» de esmaltes conocida como Cutex fue lanzada por Northam Warren en Nueva York en 1916, inicialmente incoloros. Un tinte rosa se agregó un año después y durante la década de los años 20 se difundió el uso del producto con una nueva variedad de colores”, prosigue el experto.
Según este artículo de la institución educativa sin ánimo de lucro Hagley.org, existe la sólida teoría de que algunos esmaltes de uñas partieron de las gamas cromáticas y la pintura para automóviles, como la pintura Duco de nitrocelulosa que la firma DuPont fabricó para General Motors en 1923, la primera en toda la historia, para crear sus propios productos y gamas cromáticas. Como cita Jones, no sería hasta en 1928 cuando la citada Cutex facilitaría la adopción masiva del esmalte de uñas al introducir un quitaesmalte a base de acetona, seguro para uso doméstico. Es decir, para que empezar a existir el actual esmalte de uñas primero tenía que descubrirse el producto que permitiese retirarlo en casa.
A partir de ese hallazgo empezaría la verdadera evolución del esmalte tal y como lo conocemos hoy. Durante la Gran Depresión americana nacería la revolucionaria gama de esmaltes Revlon, elaborada con pigmentos en lugar de colorantes. En 1932 esta marca de cosmética asentada en Nueva York lanzaría su primera referencia y esta sería, por supuesto, en rojo, cuyos creadores Charles y Joseph Revson, se inspiraron en los labios escarlatas tan de moda entonces, para crear unas uñas rojas a juego. Así nació su famoso tono Cherries in the Snow (cerezas en la nieve, en castellano).
Este nombre que alude a un popular postre de la época a base de esta fruta, azúcar y crema de queso, se popularizó como la espuma, y a día de hoy, sigue siendo un icono de la cosmética, tanto el tono de su barra de labios como el esmalte. “El producto de Charles Revson y su marca Revlon fue muy codiciado por aquel entonces, vinculándose a los ciclos de la moda con diferentes aportaciones que fabricaban cada año. Usaron de manera recurrente el rojo intenso en sus cosméticos, como el famoso lápiz labial en rojo intenso Fire and Ice de 1952″. El eslogan de aquel producto era: «Para ti, que vives para coquetear con el fuego”, apunta Jones.
Si durante la II Guerra Mundial mujeres de todo el mundo fueron reclutadas para construir tanques, aviones y municiones, se generó en paralelo una rebelión estética en forma de monos masculinos de trabajo, labios carmesí. Las uñas coloreadas eran la guinda a aquella estética. Tras el conflicto bélico, el uso de la laca de uñas dejaría de ser un objeto de lujo más fácilmente accedible a mujeres de clase. Sus costes de producción se abarataron hasta el extremo de que aquel símbolo de estilo y extravagancia llegó a ser accesible para todo el mundo.
Jones recalca la importancia que tuvo este cosmético en la sexualización de la mujer de la época. Lauren Bacall, Joan Crawford, Marilyn Monroe o Rita Hayworth abanderaron su magnetismo en la gran pantalla, mientras Lucille Ball lo convirtió en una seña de identidad durante sus shows humorísticos.
Desde 1947, el rojo vivo se impuso en la casa Dior como el color del glamour y emblema de sus colecciones de alta costura. Reconocido mundialmente como el ‘rojo de Christian Dior’ por su tono luminoso, denso y generoso marcaría la carrera del modisto parisino toda su carrera, primero en el plano textil y más tarde en 1953 sobre el rostro de la mujer con el lanzamiento de una edición especial de barras para labios, conocida como Rouge Dior. Las manos de sus clientas encontraría el ‘match’ perfecto años después con el lanzamiento del tono Dior Vernis Rouge 999, completando la fiel creencia de Monsieur Dior de que solo un toque en los labios y las uñas podía hacer maravillas para iluminar la tez femenina.
Esta exaltación de la hiperfeminidad alcalzaría su punto más álgido con las formas dramáticas que coparon el ocaso de los años setenta (Liza Minnelli o Dolly Parton como ejemplos más significativos), además de abanderar el empoderamiento de la mujer trabajadora en la siguiente década entre círculos como Wall Street.
El tono de cabecera en las manos de Diana de Gales o Joan Collins -la protagonista de Dinastía tuvo su propia línea de barnices en tonos rojizos y rosas-, viajó durante décadas a través de la música, el cine y la moda hasta nuestros días, y se dejó ver un primer plano en sonadas alianzas entre moda y belleza como las campañas de Iris Apfel para MAC, la de Kate Mosh para Rimmel London o la unión de Rihanna con Dior bajo el foco de Steven Klein.
El boom de la manicura y de los salones asequibles de los últimos diez años ha propiciado la popularización de uñas decoradas de maneras artística con todo tipo de colores que desafían las convenciones de género y sexualización asociadas al color rojo y aún así, sigue siendo el tono más popular.
Este otoño, la brecha nostálgica que ha desencadenado TikTok encauza toda la gama de rojos y bermellones hacia una nueva edad dorada, en la que clásicos como la laca couture nº1 Rouge Pop Art de Yves Saint Laurent o Big Apple de OPI, conviven como nuevos tonos de referencia como el rojo ‘Rosalía’ creado por MAC. “El color rojo es un color que transmite fuerza, seguridad y empoderamiento, y a la vez se mantiene en la línea de los clásicos, lo que hace que sea siempre una puesta segura independientemente de la época del año”, señalan en Nailstetic. Y que puede que guste a los hombres, pero desde luego a las mujeres también.