La fiebre de los postizos en África
Desde el Mundial de fútbol de Sudáfrica, el continente negro ha desbancado al mercado estadounidense en compra de pelucas, extensiones y trenzas. ¿Exportarán a Europa sus trucos de belleza?
Cada año India vende a otro país en torno a 197.000 kilos de pelo. China, líder en la industria de pelucas, trenzas y extensiones, exporta 2,5 millones de kilos en mechones, naturales o sintéticos. Esto representa nada menos que 355 millones de euros, en el primer país, y 4.442 millones de euros, en el segundo. Gran parte de ese cabello se lleva a Estados Unidos y Reino Unido, donde la mujer promedio de raza negra desembolsa 800 euros al año en belleza capilar. Pero el mercado africano –con un gasto de 5.341 millones de euros– ha desbancado al de estos dos países –2.670 mill...
Cada año India vende a otro país en torno a 197.000 kilos de pelo. China, líder en la industria de pelucas, trenzas y extensiones, exporta 2,5 millones de kilos en mechones, naturales o sintéticos. Esto representa nada menos que 355 millones de euros, en el primer país, y 4.442 millones de euros, en el segundo. Gran parte de ese cabello se lleva a Estados Unidos y Reino Unido, donde la mujer promedio de raza negra desembolsa 800 euros al año en belleza capilar. Pero el mercado africano –con un gasto de 5.341 millones de euros– ha desbancado al de estos dos países –2.670 millones de euros al año–. El gran continente negro, con una población de más de 100 millones de personas, ha visto aumentar su inversión en el tema desde el Mundial de 2010 en Sudáfrica. Es entonces cuando engrosa su creciente clase media con mayor poder adquisitivo.
Para las africanas poder cambiar de look de forma habitual es un símbolo de estatus. «Una mujer en Senegal puede tener unas tres o cuatro pelucas; dan muchísimo calor pero allí se acostumbran porque son muy coquetas», cuenta Aissa Diallo, de 41 años, originaria de Dakar y residente en España desde 1994. «Puedes ser rubia un mes, llevar trenzas otro, o lucir un look corto y liso…». Las mejores pelucas «son las de pelo natural y esas pueden costar hasta 300 euros», asegura. Precios en apariencia desmesurados para África, pero que se asumen de forma más extendida de lo que se pueda imaginar. «No hay nadie que no pueda permitirse unas extensiones», asegura el empresario Grant Blanckenberg, dueño de Isis, una de las firmas más populares en Sudáfrica. «Si las quieren, se planificarán económicamente para conseguirlas».
El gran mercado de las pelucas en Dakar se llama Black Beauty Shop y allí se encuentran sobre todo de China (sintéticas en su mayoría), de India y de Brasil, pero también de Italia. «Están siempre las últimas novedades y tendencias», señala.
Pelucas expuestas en Niuma Belleza (C/ Tres Cruces, 4 – Madrid).
Mirta Rojo
¿Cómo se las apañan las africanas en España? Basta recorrer las peluquerías y comercios de belleza africanos en Madrid y comparar con las tiendas online de Mali, Senegal o Nigeria —como Hair City— para descubrir que los productos que se venden aquí no son ni una pequeña representación de la oferta que hay en el continente vecino. Las marcas que venden tiendas como la peluquería Afro Latino Americano (en el número 52 de la calle Lavapiés, en Madrid) son europeas, concretamente de Londres pero fabricadas en China. «No vendemos más de cinco al mes», cuenta el dependiente. «En invierno es cuando más compran, pero muy pocas». Sin embargo el expositor es amplio. Como el de Niuma, la firma que lleva el nombre de una maliense que abrió su punto de venta de pelucas hace ya 27 años en la madrileña plaza del Carmen. «Al principio mi clientela era 100% africana, pero muchos inmigrantes se han vuelto a sus países y ahora ya no representan ni el 10% de las compras». Es más, ríe: «Me compran muchos más hombres que mujeres». Niuma trae pelucas de China: «Viajo mucho allí y tengo la parte de debajo de la tienda llena de género y también en un almacén en Fuenlabrada. Los chinos son muy buenos, trabajan bien y a unos precios imbatibles. Así yo puedo ofrecer producto desde los 15 euros hasta los 300, según el largo y el tipo de pelo». Sus compradores, asegura, siempre vuelven: «Tengo una clienta que se lleva unas 6 o 7 pelucas todos los meses. Dice que así su marido tiene muchas mujeres en una», cuenta.
Niuma vende sus propios productos de peluquería en España (donde reside desde hace 27 años) y en Mali.
Mirta Rojo
Pero la realidad de la mayoría es otra. Como explica Aissa: «La africana que quiere comprar pelucas en serio se va a África». Solo en Nigeria, una de las diez economías que más crece en la actualidad, las ventas de productos de belleza alcanzaron en 2011 los 530,7 millones de euros. Se espera que para 2016, la creciente clase media-alta del país lleve a la industria a los 552,6 millones de euros. Y el 25% se lo lleva el cabello. Es tan potente que marcas como Unilever o L’Oréal están haciendo fuertes inversiones en productos africanos de cuidado del pelo. De hecho, L’Oréal es patrocinador habitual de los eventos que marcan las tendencias del cabello en África, como Afric Beauty Expo (24-26 de marzo de 2016 en Dakar) y Beauty Africa Exhibition & Conference (7-9 de octubre de 2015 en Lagos, Nigeria). «Ahora se lleva muy largo», explica Blackenberg. «Lo que más vendemos es una peluca frontal sintética». Aunque la mayoría quiere prefiere comprar pelo natural, «la calidad de los sintéticos es cada vez más alta y su tacto se acerca ya mucho al del pelo humano. Las mujeres se dan cuenta de que pueden ahorrar dinero y conseguir la misma sensación». La fibra más empleada en este tipo de pelucas es la Futura Fibre, que aguanta el uso de secadores a alta temperatura, puede lavarse con champú y acondicionador y, además, no se enreda ni electriza.
Con estos avances, los chinos monopolizan el mercado y las pocas marcas africanas, como Isis, acaban fabricando también fuera: «Nosotros tenemos la producción en Indonesia. El diseño lo hacemos en Estados Unidos, a partir de la moda que muestran las celebrities», cuentan desde la marca. ¿Y el cabello humano, dónde se consigue?
Detalle de varias extensiones de color.
Mirta Rojo
«La mayoría viene de India», revela Blanckenberg: «Allí las mujeres lo llevan a los templos. El pelo está estrechamente relacionado con la religión y donar sus hebras representa ofrecer una parte de uno mismo a los dioses». Por eso mismo recibe muchos cuidados, lo que le hace ser uno de los más cotizados del mercado: el kilo, según los datos de la Academia de la Belleza de Reino Unido, puede alcanzar los 900 euros. Todos los templos exportan el pelo a través de la Metal Scrap Trading Corporation, que ingresa entre 4,2 y 5,6 millones de euros al año, según Business Standard. «El cabello de las mujeres indias y chinas es de alta calidad porque es moldeable, fuerte y se ha teñido poco», explica Yanike Palmer, directora de desarrollo de producto de la estadounidense Sleek Hair. «Son tres características que lo hacen óptimo para ser procesado y aplicarle tintes». Hay otras nacionalidades en las que el cabello también tiene gran valor: «El peruano es de los mejores para hacer melenas lisas porque pesa poco, es sedoso, suave y manejable, pero muy difícil de encontrar». El más disponible en el mercado, sin embargo, es el de las mongolas, muy parecido al caucásico pero más ligero y fino. «Gran parte del que se vende como pelo brasileño no es de Brasil, sino que viene de India, lavado y acondicionado para lograr un look playero», cuenta Palmer.
Lejos de devaluarse, ésta parece seguir siendo una industria floreciente. «La peluca no morirá. Antes las mujeres europeas las llevaban lo más discretas posible, para ocultar la alopecia o la caída del pelo por la quimioterapia», explica Niuma. «Pero ahora, cada vez más jóvenes se las prueban y ven sus ventajas, como las africanas». ¿Nuevo mercado?