«Mi objetivo ha sido mostrar a las mujeres como seres poderosos»
A sus 65 años, Jean-Paul Gaultier tiene claro que llegó a esta industria para ser libre. Hablamos con él sobre cómo lo ha conseguido.
Rompió con las convenciones de género en los años 80, sorprendió con piruetas estéticas imaginativas hiladas en corpiños, faldas para hombres y bustiers cónicos y materializó un aroma en un símbolo visual con formas femeninas. «Ante el frasco de Classique [un corsé], me preguntaba, ¿y dónde están las piernas?», nos confiesa Jean-Paul Gaultier, el modisto visionario que todo lo consigue, hasta que le permitan rodar una campaña en el Ministerio de Trabajo de Francia y presentar el perfume que la protagoniza –Scandal, el frasco con las piernas– en la Embajada de Rumanía. Hablamos con est...
Rompió con las convenciones de género en los años 80, sorprendió con piruetas estéticas imaginativas hiladas en corpiños, faldas para hombres y bustiers cónicos y materializó un aroma en un símbolo visual con formas femeninas. «Ante el frasco de Classique [un corsé], me preguntaba, ¿y dónde están las piernas?», nos confiesa Jean-Paul Gaultier, el modisto visionario que todo lo consigue, hasta que le permitan rodar una campaña en el Ministerio de Trabajo de Francia y presentar el perfume que la protagoniza –Scandal, el frasco con las piernas– en la Embajada de Rumanía. Hablamos con este diseñador iconoclasta, de 65 años.
El humor es constante en su obra, por ejemplo, en la retrospectiva que le dedicó el Museo de Bellas Artes de Montreal y que recaló en la fundación Mapfre, los maniquíes –algunos con su rostro– hablaban.
Nunca he querido organizar una exposición al uso. La ropa tiene sentido en movimiento, no en una percha. Por eso cuando colaboré con la Fundación Cartier en París para Pain Couture [2004], decidí elaborar prendas con panes… ¡Es mejor no tomarse en serio a uno mismo! Además, cuando conocí a Nathalie Bondil y Thierry Loriot, del Museo de Bellas Artes de Montreal, me parecieron jóvenes y dinámicos, capaces de mostrar la moda de una manera diferente. No me interesaba una muestra estática y cronológica. El postulado «Sé bella y cállate» siempre me ha perturbado. Imaginaba un desfile de estilismos y temas con maniquíes parlantes. Había visto la obra de teatro Los ciegos, de Denis Marleau, un director de teatro canadiense, y me había encantado la manera en la que proyectaba los rostros. Aceptó mi propuesta y trabajamos juntos. Fue el inicio de una bella historia que ha durado cinco años y que han visto dos millones de personas en nueve países.
Entendió muy pronto lo que significa ser distinto: en el colegio, un profesor le pegó con una regla por dibujar a una mujer con plumas… Con el tiempo, ha logrado convertir la diferencia en ventaja. En los últimos años, la publicidad ha integrado modelos más reales, diferentes y mayores. ¿Una moda pasajera?
Haber contribuido en algo a este cambio sería el mejor regalo. Espero que no se trate de una etapa. En los 80 vivimos un gran periodo de libertad, pero tengo la impresión de que esa libertad se erosiona: nuestro mundo es hoy políticamente correcto.
Se habla de la moda sin género, de lo trans… A usted siempre le ha atraído el morphing y jugar al despiste con lo femenino y lo masculino. ¿Por qué?
Cuando descubrí las chaquetas femeninas, me pareció injusto que no tuvieran bolsillos. Como ellos eran los pudientes, solo las masculinas los incorporaban… Me criaron dos mujeres, mi madre y mi abuela, mucho más fuertes que los hombres. Mi objetivo ha sido demostrar cómo ellas pueden ser más poderosas y ellos, frágiles.
Sus perfumes no son unisex… ¿o sí?
Defiendo la libertad en todo, también en el intercambio aromático. Cuando trabajé en la primera fragancia con Chantal Roos, le propuse hacerla unisex, pero me convenció de que debíamos lanzar una femenina y otra masculina. Un año después, salió Calvin Klein One…
Sus perfumes –la botella de Classique se ha convertido en el paroxismo de los femeninos y el nuevo Scandal, con unas piernas de lo más surrealistas– recuerdan la obra de Dalí…
Admiro mucho su trabajo.
¿Sus nuevos modistos favoritos?
Me gustan mucho Rick Owens y Junya Watanabe, y entre los más jóvenes me fascina Gareth Pugh. También sigo muy de cerca el trabajo de Hedi Slimane.
Se presentan más colecciones –de dos anuales, algunas firmas han pasado a diez– e Internet reconfigura el calendario. ¿Por eso decidió abandonar el prêt-à-porter en 2014?
Me estrené en la pasarela en 1976; mi primer desfile de alta costura fue en 1997 y he sido director de Hermès durante siete… Algunos años celebraba diez shows, tras 40 años había llegado el momento de cambiar. Lo que no significa que trabaje menos. Pero solo hago lo que me gusta: la alta costura me permite expresarme y tengo la suerte de colaborar en muchos proyectos. Cuando yo empecé, decidí ser libre y quiero seguir siéndolo.
¿No cree que se lanzan demasiados perfumes?
Hay demasiada ropa y poca gente para vestirla. ¿Sucede lo mismo con las fragancias? Sí y no: el aroma funciona como una segunda piel y siempre necesitamos uno, lo importante es saber elegir entre todos.