Fiebre por la cosmética halal
Fórmulas libres de trazas animales y de sustancias tóxicas agresivas. El sello halal, usado para denominar las pautas de elaboración permitidas por el islam, gana adeptos y confirma el tirón de lo natural
Con el impulso de lo eco, muta el sector cosmético. Y su vocabulario. El término en boga en Londres y París es «halal». El nombre –que define lo que permite el islam– es sinónimo de cosmética vegana y libre de activos agresivos como el etanol. «Mucha gente ha entendido que este sello no es exclusivo para musulmanes; es sinónimo de garantía. Y no solo exige lo que contemplan normativas como la 22716 europea [Guía de Buenas Prácticas de Fabricación], va más allá: los ingredientes, el packaging, el desarrollo y la distribución se miran con lupa», explica José Luis Cerrillo, director de L...
Con el impulso de lo eco, muta el sector cosmético. Y su vocabulario. El término en boga en Londres y París es «halal». El nombre –que define lo que permite el islam– es sinónimo de cosmética vegana y libre de activos agresivos como el etanol. «Mucha gente ha entendido que este sello no es exclusivo para musulmanes; es sinónimo de garantía. Y no solo exige lo que contemplan normativas como la 22716 europea [Guía de Buenas Prácticas de Fabricación], va más allá: los ingredientes, el packaging, el desarrollo y la distribución se miran con lupa», explica José Luis Cerrillo, director de Laboratorios Válquer, la primera firma española en obtener el distintivo en 2015. «Estas fórmulas –libres de trazas animales, sustancias tóxicas y contaminantes– se elaboran con la máxima higiene. La marca es doble: la empresa y los productos se auditan», explica.
La fiebre es contagiosa. Shiseido vende con este sello en Bangladés; OnePure (de Dubái) arrasa en las galerías Lafayette (París) y el grupo Unilever ha anunciado que varios de sus cosméticos lo llevarán. «Podríamos compararlo con el fenómeno del gluten: los alimentos para celíacos han ampliado sus horizontes, los compran clientes concienciados con la salud. Lo halal está dejando de ser nicho», confirma Cerrillo. Este mercado aumentará un 15% entre 2015 y 2020, según Techsiresearch. Google también coge carrerilla: antes de 2013 las búsquedas online de maquillaje y cremas halal eran anecdóticas, hoy, en cambio, se han incrementado. Y en Instagram, las etiquetas #halalmakeup y #halalcosmetics están en racha.
«Es una oportunidad económica. Hay 2.000 millones de musulmanes en países islámicos. La belleza halal factura entre 5.000 y 14.000 millones de dólares anuales», informa Patricia Fisas, consejera de Natura Bissé, firma española con este sello. «Una anécdota: nos pidieron las fichas técnicas de los detergentes usados en la limpieza de las instalaciones. En enero nos otorgaron el certificado. Por ahora, lo hemos incluido en los folletos y ya hemos notado el tirón: las exportaciones a Qatar, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos se multiplican», afirma. Su alto poder adquisitivo ha convertido a Oriente Próximo en un imán. En 2019, los musulmanes gastarán 73.000 millones de dólares en cosmética, según la consultora Thomson Reuters. Otro dato: si en España el consumo en este sector por habitante es de 139 euros, en Emiratos Árabes Unidos alcanza los 220 euros, según Euromonitor International.
«Abre puertas en países musulmanes, pero sobre todo en Alemania, Francia o España, donde más del 12% de la población es de esta religión. En Arabia Saudí, ser europeo diferencia. En Inglaterra, el valor añadido es ser halal», plantea Cerrillo. España se beneficiará mucho de este nuevo mapa. Sus dos millones de musulmanes compraron cosméticos por valor de 380 millones de dólares en 2015; en 2020, su gasto será de 450 millones de dólares, según la plataforma Global Islamic Gateway.