Cómo volar en avión sin perder la buena cara

Aire muy seco en la cabina, alteraciones horarias o rayos UVC a través de la ventanilla, tenemos las claves de belleza para sobrevivir a las alturas.

Cordon Press

Llegar de un vuelo y que te reciban en el aeropuerto con un "qué cara de cansancio traes” o con un "no has podido descansar nada en el avión, ¿no?”. Un viaje por aire deja una huella en el rostro que es perceptible nada más desembarcar y que es mayor a medida que el vuelo haya sido más largo. Y hay varios motivos que lo explican.

La humedad relativa en las cabinas de los aviones es baja, normalmente inferior a un 20% (calculemos que la humedad media en casa es normalmente superior al 30%). Este índice es ligeramente inferior en Primera Clase y...

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Llegar de un vuelo y que te reciban en el aeropuerto con un "qué cara de cansancio traes” o con un "no has podido descansar nada en el avión, ¿no?”. Un viaje por aire deja una huella en el rostro que es perceptible nada más desembarcar y que es mayor a medida que el vuelo haya sido más largo. Y hay varios motivos que lo explican.

La humedad relativa en las cabinas de los aviones es baja, normalmente inferior a un 20% (calculemos que la humedad media en casa es normalmente superior al 30%). Este índice es ligeramente inferior en Primera Clase y Business, por el sencillo motivo de que hay menos concentración de pasajeros, por lo que el vapor de agua de sus respiraciones es inferior.

La sequedad en el ambiente de la cabina tiene un efecto inmediato: la deshidratación puede causar dolores de cabeza, cansancio y fatiga, pero también tiene otros efectos. “Con la falta de humedad ambiental se resienten fundamentalmente los ojos, la garganta y la piel. Hay mucha deshidratación y lo notan quienes llevan lentillas, las pieles secas se ponen más tirantes, los eccemas empeoran etc”, explica la doctora Paz Cerdá, miembro de la Academia Española de Dermatología y Veneorología (AEDV).


La alta concentración de anhídrido carbónico del aire (un 5% superior al del aire ‘natural’, provocado por el continuo reciclado cada pocos minutos), contribuye a 'asfixiar' la piel, lo que altera su barrera hidrolipídica y disminuye su luminosidad. También influye la alta presión, equivalente a estar a 2.500 metros sobre el nivel del mar, que genera una cierta hipoxia hipobárica o, lo que es lo mismo, un descenso del aporte de oxígeno a los tejidos. Además, cuando los vuelos son de larga duración, los cambios en los biorritmos y la peor calidad del sueño también influyen en el rostro, porque el proceso de regeneración nocturna de la piel se ve alterado.

“Ese efecto ‘mala cara’, típico al desembarcar de un vuelo (y proporcional a la duración del mismo: a más horas peor aspecto), entraña mucho más que deshidratación y ‘cara-de-cansancio’ puntuales: los vuelos provocan desde alteración de la microcirculación cutánea (que puede redundar en agravar los casos de cuperosis y potenciar la coloración de las ojeras), hasta alteraciones en los procesos de regeneración de la piel, incremento en el proceso de oxidación y falta de oxigenación celular (factores que contribuyen a acelerar el proceso de envejecimiento)”, dicen las doctoras Mar Mira y Sofía Ruiz del Cueto, especialistas en medicina estética y codirectoras de la clínica Mira+Cueto.

Una buena hidratante, un bálsamo labial y agua termal son algunos de los productos básicos para cuidar la piel si viajas en avión.

Dicho esto, a cualquiera se le quitan las ganas de viajar en avión ante riesgo de bajar por la escalerilla poco menos que con la cara de un walking dead, pero la cosa no es para tanto. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), efectivamente la baja humedad puede provocar sequedad de la piel y molestias en ojos, boca y nariz, “aunque no representa un riesgo para la salud”. En la publicación Viajes Internaciones y Salud – Situación a 1 de enero de 2012, la institución sanitaria simplemente recomienda utilizar una crema hidratante para la piel o un spray nasal salino para humedecer las vías nasales; y recuerda que llevar gafas en lugar de lentes de contacto, puede aliviar o prevenir las molestias oculares.

Según la OMS, la evidencia disponible no ha demostrado que la escasa humedad sea causa de una deshidratación interna y no es necesario tomar más agua de lo habitual, algo que sin embargo sí recomiendan muchos expertos a título personal. No obstante, se desaconsejan la cafeína y el alcohol por su efecto diurético. “Hay muchas personas a las que les pone nerviosas viajar e intentan calmar los nervios con una copa de alcohol durante el vuelo. Con esa solo consiguen empeorar la situación porque las bebidas alcohólicas producen una profunda deshidratación”, advierte la doctora Cerdá.

Volar sin maquillaje, ser generoso con la crema hidratante, con los sprays de aguas termales, el cacao de labios, las lágrimas artificiales (cuidado con la normativa de líquidos y lo que se permite subir a la cabina) y beber con frecuencia deberían ser suficientes para no caer víctimas de la deshidratación a bordo. Sin embargo, las doctoras Mira y Cueto también han ideado una fórmula mesoterápica específica para prevenir y minimizar los 'males' del vuelo, ideado para viajeros frecuentes o para quienes vayan a embarcarse en un vuelo de larga duración. “Sólo con un tratamiento que trabaje más allá de la superficie de la piel como es la mesoterapia se pueden prevenir y revertir otras cuestiones como los cambios de biorritmos o la oxidación, aportando, a nivel intradérmico, agentes que regularicen los mecanismos de regeneración y que contrarresten los radicales libres”.

‘Kit travel’ de Evelom.

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