Chenoa: «No me arrepiento de haber bajado en chándal al portal, aunque cuando me veo me da cosita»
La cantante condena en S Moda el sexismo presente en la industria musical y repasa algunos de los episodios más controvertidos de su carrera. “Si hubiera sido más dócil me habría ido mejor”, concede.
El suyo es un mensaje de sororidad. “Juntas somos más fuertes”, exclama Chenoa (Mar del Plata, 1975), minutos antes de participar en una charla de la firma lencera Etam sobre empoderamiento femenino con motivo del Día de la Mujer. Pocas mejor que la cantante saben lo que es enfrentarse al sexismo histórico presente tanto en la industria discográfica como en la sociedad en general. Sometida al escrutinio público más severo desde que puso un pie en la academia de Operación Triunfo, argumenta que solo su instinto de supervivencia le ha permitido continuar vigente en una ...
El suyo es un mensaje de sororidad. “Juntas somos más fuertes”, exclama Chenoa (Mar del Plata, 1975), minutos antes de participar en una charla de la firma lencera Etam sobre empoderamiento femenino con motivo del Día de la Mujer. Pocas mejor que la cantante saben lo que es enfrentarse al sexismo histórico presente tanto en la industria discográfica como en la sociedad en general. Sometida al escrutinio público más severo desde que puso un pie en la academia de Operación Triunfo, argumenta que solo su instinto de supervivencia le ha permitido continuar vigente en una industria que trató, sin éxito, de forjarla a su antojo “por el hecho de ser mujer”. Chenoa es consciente de la factura pagada por su resistencia a replicar el argumentario ortodoxo de la intérprete bienqueda y, durante su charla con S Moda, analiza con detalle los episodios que la situaron en la diana mediática. Una repercusión que delata, de la misma forma, la dimensión pop que ha alcanzado su figura.
A todos aquellos que cada 8 de marzo protestan porque no haya un día del hombre y sí de la mujer, ¿qué les contestarías?
Es verdad que se dice mucho, pero yo solo escucho las voces de los hombres que nos apoyan y pelean por la igualdad. Me siento muy arropada en ese aspecto. El resto supongo que necesitan mirar para atrás y ver los cambios que se han producido.
¿Siempre te has sentido empoderada en la industria?
He tratado de no acomplejarme por ser quién soy y, si querían cambiar algo en mí, que fuera porque yo me sentía a gusto. Me han tildado de borde y prepotente por tener voz y argumento.
¿A un hombre con tu mismo carácter se le habría juzgado igual?
De 2001 a 2020 ha llovido bastante y en la época de Operación Triunfo todavía había mucho prejuicio… Creo que quedé cuarta (en el concurso) porque había cosas de mí que no caían bien en aquel tiempo.
¿Si el programa se hubiera estrenado hoy habrías quedado finalista?
Pues no lo sé, pero había gente que me decía: ‘El cuarto puesto te viene bien porque así a la gente le das pena. Eso al público le gusta’. Aunque me negaba a aceptarlo, lo trataban de vender como una estrategia de marketing.
Te has definido como “una superviviente”. ¿Ha sido la industria musical un entorno hostil para ti?
Absolutamente. Hay gente que lo niega por miedo, pero yo trato de hacer lecturas positivas y aprender. Si alguien con mucho poder te dice que tienes que cortarte el pelo y ponerte minifalda porque es lo que toca, yo soy de las que contesto que prefiero llevarlo largo y no enseño las piernas porque no me gustan y estoy más cómoda con pantalón.
Eso también podía poner en peligro tu carrera, ¿no?
No he pedido permiso nunca, pero sí recuerdo reuniones de “bájate dos puntos”.
Entonces, ¿si hubieras sido más…?
(Interrumpe) ¿Dócil? Me encanta esa palabra.
Sí, ¿crees que te hubiera ido mejor?
Sí, pero me guía mi corazón, no sé falsear. En la promoción de uno de mis trabajos intenté ser muy simpática, me decía: “venga tía, esta es la tuya, superfeliz”. Pues resulta que me salieron eczemas en las piernas. Es psicosomático, peté. Cada sonrisa era un eczema.
¿De qué tema te has hartado más que te pregunten?
De todos. “¿Cuándo te vas a casar?”, “¿Cuándo vas a tener hijos?”, “Nadie te quiere”, “Todo el mundo te deja”, “Sales en chándal”, “Te han hecho una cobra…”. ¿Quieres que siga? Tengo muchos.
¿Alguna te ha herido especialmente?
El de la maternidad, porque lo lanzan al aire y es una respuesta con mucho contenido. Hoy en día hay muchas mujeres que tienen problemas. Yo ya he dicho que tengo endiometriosis, he tenido quistes, me han operado dos veces e incluso recién operada he ido a photocalls para no fallar al trabajo y me han hecho la pregunta. ¿Cómo me sentía en ese momento? Con ganas de llorar y de abrazarme a alguien.
A los hombres no les hacen estas preguntas.
No. Y en la alfombra roja a ti te preguntan qué ropa llevas y al compañero de al lado le dicen que qué bonita es su canción. Tienes que gestionar este tipo de cosas porque si te lo tomas mal, te amargas. Es como luchar contra Goliath.
Has mencionado el famoso chándal gris, ¿qué ha sido de él?
Pues te soy honesta: me lo compré para estar por casa y me costó muy barato. Creo que lo compré en un supermercado, que es lo peor… (ríe).
¿Sabes dónde está? Puede ser una pieza de museo.
Creo que lo regalé. Eso ahora mismo lo pongo en un cuadro como hacen en el Hard Rock y la gente igual va a besarlo.
¿Te arrepentiste de haber bajado al portal?
Nunca, porque si lo hice fue por algo. La conclusión es aprender e intentar mejorar. Todo eso me ha llevado a ser quien soy ahora. He fallado muchísimo, me veo y me da cosita. Cuando me ponen las imágenes en chándal –que, por cierto, las emiten cada año–, me dan ganas de ir a buscar a la chavala. Porque no soy la misma.
¿Queda algo de la persona que se presentó al casting de Operación Triunfo?
El empuje, la fuerza, la intensidad. No he podido domar eso.
Volviendo al tema de la charla, ¿puede ser un arma de empoderamiento la lencería de marcas como Etam?, ¿Ha dejado de estar supeditada a la mirada masculina para centrarse en el bienestar de la mujer?
Aplaudo que estas marcas tengan modelos para todo tipo de tallas, que no sean siempre las de 90-60-90. En los años noventa era un horror porque si no tenías ese tipo de estatura y ese tipo de cuerpo te sentías rechazada, acomplejada.
¿Por qué crees que todavía hay mujeres famosas que no quieren identificarse con el feminismo?
Porque hay muchísimo miedo a la malinterpretación. Tienes miedo a las ‘sacadas de contexto’ de la prensa, que son tendencia, y generan fobia a hablar.
¿Has tenido miedo a significarte políticamente y que eso pudiera hacerte perder público?
Como artista soy bastante apolítica. Evito manifestarme porque la opinión, que la tengo –se me nota, además–, trato de mantenerla en casa. No quiero condicionar, cada uno que tenga la que quiera.
Muchas actrices están produciendo sus propias películas y dando oportunidades a otras mujeres, ¿has pensado en tomar medidas similares?
En mi último trabajo, Soy humana, escogí de productora a una mujer sueca. Pero, si te das cuenta, no hay productoras musicales ni presidentes de discográfica que sean mujeres.
Lo denunciaba el otro día Amaia en un vídeo viral.
Sí, se quedó a gusto. Me parece muy bien, yo la aplaudo.
¿Consideras que ha habido machismo en los medios a la hora de tratar tu figura?
Por supuesto. Un día leí un titular: La celulitis del desamor. Yo estaba mal por una ruptura y me habían sacado una foto cogiendo al perro en la que se me marcaba la celulitis. Eso estaba en la portada de la revista. Subí a casa llorando.
Y esa coletilla que te ha acompañado siempre, la de “mujer de carácter”, ¿qué impacto ha tenido en tu trayectoria?
Creo que me ha beneficiado, pero cuando me perjudica lo noto, suelo ser consciente. El otro día bajé del AVE, había dormido cinco horas y con lo del coronavirus, saqué mi intensidad habitual. Cuando vi la alcachofa pensé que habrían estado entrevistando a mucha gente, yo no podía enfermar y claro… [su petición de distancia a la reportera causó polémica en los medios]. Sabía que se me estaba entendiendo mal porque tengo mucha potencia, pero no intentaba ser maleducada. Me asusto como todo el mundo y cuando me asusto, ataco.
Sabías que se iba a montar en ese instante.
Le dije al taxista: ‘La he liado por decirle [a la reportera] que se pusiera a un metro de mí, que es lo que dice Sanidad’. Pero a mí no se me perdona nada, les encanta dejarme mal. Si tuviera que hacer un resumen de todos los titulares que no han sido verdad, y de los que jamás se han disculpado, me faltan manos. Un poco de piedad por un pequeño fallo tampoco es pedir mucho.
La letra de Cuando tú vas podría reivindicarse como un himno de feminista, ¿has notado que el tema vive una nota de actualidad?
Se ha vuelto atemporal. La canción ha ido creciendo y la gente la ha adoptado, ha quedado picaresca, veterana, chula. Un Grammy está bien pero esto es lo más bonito que te puede pasar como artista.
¿Qué es lo próximo en tu carrera?
Primero me voy a casar, porque no he dejado espacio a mi vida personal y creo que debo. Cantar es una cuestión de mis sentimientos. Y, a veces, no quiero cantar. Esto no lo dice mucha gente, pero a mí no me apetecía cantar. Ahora me está apeteciendo otra vez, así que voy a plantearme volver a hacer un disco.