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Estas son las seis lesiones que puede causar la manicura semipermanente

Europa prohíbe un ingrediente clave en este tipo de esmaltes, así que hablamos con varios expertos para descifrar los peligros reales de hacerse las uñas.

“Mala mujer, mala mujer. Me han dejado cicatrices por todo mi cuerpo tus uñas de gel”. Era 2017 y ese año, el trap burbujeaba en España como una nueva identidad cultural y con una estética propia. Con Bad Gyal -y sus maxi uñas- en pleno ascenso y Rosalía afilando las suyas preparada para lanzar El Mal Querer, C. Tangana daba en el clavo con la referencia a las garras semipermanentes, justo antes del boom por este tipo de manicura (en los años sucesivos, el “gel polish” sería casi el 60% de los servicios de uñas en España, con más de 9 millones de usuarias recurrentes al año y más de 40 millones de tratamientos anuales, según datos de Stanpa). La “semi” completó el círculo y alcanzó a su tribu antagonista (las pijas), que pronto adaptaron la técnica con su propio estilo de colores neutros, manicuras afrancesadas y efectos glaseados. Las uñas de gel, como se conoce comúnmente a la manicura semipermanente, son probablemente el rasgo de belleza que identificará a nuestra década, como lo fueron las cejas lápiz en los años 90. Y ahora están prohibidas.

La noticia es la siguiente: a partir del 1 de septiembre de 2025, la Unión Europea ha prohibido un ingrediente común en los esmaltes de uñas en gel por considerarlo potencialmente tóxico. Esta sustancia prohibida, el TPO (óxido de trimetilbenzoildifenilfosfina), proporciona a las uñas un brillo ultrabrillante y un secado rápido con luz UV o LED, pero también ha levantado sospechas endocrinas y de fertilidad en pruebas con animales, así que, por precaución, queda prohibido su uso.

La manicura semipermanente llegó a España en la década 2010, proveniente de empresas estadounidenses reconocidas a nivel internacional, como CND con su línea “Shellac”. Se popularizó rápidamente en todo el país, tanto en los salones de estética como en los “kits domésticos” por las características que aportaba este tipo de manicura, recuerda Virginia Martínez, docente del Curso de Cuidado de Manos, Pies y Pestañas de Campus Training. La diferencia con un esmalte tradicional está, como apunta esta experta, en la formulación a la hora del secado: mientras una manicura clásica tiene un secado al aire, en cambio la manicura semipermanente tiene un secado (también llamado “curación”) en una lámpara LED.

Algunos expertos llevan años alertando de algunas patologías asociadas a su uso. La propia Virginia Martínez explica que no son infrecuentes lesiones como la dermatitis de contacto producida por la sensibilización a monómeros acrílicos, como en este caso el TPO (Trimethylbenzoyl Diphenylphosphine Oxide), que se presenta “por enrojecimiento, descamación y mucho picor alrededor de uña o el dedo”.

Es también el caso del Ilustre Colegio Oficial de Podología de la Comunidad Valenciana (ICOPCV), que destaca el “debilitamiento de las uñas, dermatitis, eccemas o infecciones como la paroniquia” como algunas de las más comunes. “Los podólogos advertimos de los graves efectos que pueden causar el uso continuado de esmaltes semipermanentes. Hay personas que continuamente llevan las uñas esmaltadas y esto supone, entre otras cosas, que esa uña no respira, no se regenera, cada vez será más porosa porque se debilita y se convierten en puerta de entrada de los tóxicos y patógenos en el torrente sanguíneo”, declara Jorge Escoto, podólogo y miembro de la junta directiva del ICOPCV, en una información enviada a esta revista. Sus expertos han redactado una lista de lesiones que se resumen en los siguientes problemas:

Debilitamiento de la uña tras sucesivas manicuras con esta técnica.

Rotura, debido a que el limado de la uña para adherir el esmalte la debilita y adelgaza, haciéndola más propensa a romperse.

Alteraciones de color. Debido a los daños que se generan en la lámina ungueal suelen aparecer manchas amarillentas o blancas.

Infecciones. “La capa de esmalte impide que la uña ‘respire’ y puede crear un ambiente húmedo que favorece el crecimiento de hongos y bacterias, provocando infecciones y desprendimiento de la uña, máxime en la época estival que es cuando los pies pasan más tiempo en ambientes húmedos y el propio esmalte evita que se vea que algo no va bien en esa uña”, ha especificado el podólogo Jorge Escoto.

Otra infección común es la paroniquia por esmaltes. Ocurre porque estos productos pueden causar irritación o lesionar la piel alrededor de la uña, creando un punto de entrada para bacterias. La paroniquia provoca dolor, enrojecimiento, hinchazón e incluso pus en la zona de la uña.

Dermatitis y eccemas. Algunos componentes de los esmaltes, como los acrilatos, pueden causar dermatitis alérgica por contacto con síntomas como picor, enrojecimiento, hinchazón y exudación en las áreas de contacto e, incluso, en otras partes del cuerpo por transferencia.

Problemas más severos asociados al uso continuado de esmaltes permanentes pueden causar distrofia ungueal psoriasiforme (la psoriasis ungueal es una enfermedad autoinmune que provoca alteración en la forma, el color, la textura o el crecimiento de las uñas).

“La consulta a un podólogo se hace imprescindible tanto antes de la aplicación de estos productos, como tras su retirada. El podólogo evaluará el estado de las uñas y pautará un tratamiento oportuno para la restauración normal de la lámina, en caso de lesión, o un tratamiento adecuado para la cura en caso de infecciones, citando periódicamente al paciente hasta su curación completa, puesto que la cura de una uña no es como ir a pintarlas, un gesto rápido y sencillo. Desgraciadamente en caso de lesión o infección, se necesita un largo periodo de tiempo hasta su curación completa”, concluye Jorge Escoto.

¿Significa esto que toda manicura semipermanente está ahora prohibida? “No, para nada, solamente los fabricantes tienen que volver a reformular los cosméticos sin estos ingredientes para que sean seguros tanto para el profesional como para el cliente”, explica Virginia Martínez. Además, puntualiza, “no todas las manicuras semipermanentes utilizan el TPO, hoy en día hay fabricantes que ofrecen alternativas seguras y bajo la legislación. Estas alternativas se presentan como “TPO free”, “HEMA free” o con ingredientes como “BAPO” (Bis-Acylphosphine Oxide)”. Como experta, si tuviera que elegir un esmalte para una manicura sin duda elegiría “productos con marcado CE, etiquetado con un INCI completo para valorar que no tiene sustancias prohibidas, que el fabricante tenga registro en el CPNP (Cosmetic Products Notification Portal) y que las formulaciones vengan etiquetadas con “HEMA free” o “TPO free” para que estén visualmente al alcance de los clientes”.

“Si la técnica del profesional y los productos son adecuados la manicura no tiene que ser dañina para la uña”, añade Virginia Martínez. Recuerda la importancia de utilizar un buen producto dentro de la normativa y señala que el descanso recomendado de una semana entre cada dos o tres aplicaciones “suele deberse a un exceso del limado, una mala retirada con el torno, el arrancarse el cliente el esmalte o el uso de acetonas que deshidratan las uñas. Si se realiza un buen trabajo, la uña permanece siempre sana y fuerte”, insiste esta experta.

Si optamos por una manicura tradicional hay maneras de conseguir que dure más bonita durante más tiempo. “Para prolongarla lo más importante es no utilizar las uñas como herramienta y utilizar guantes cuando sea necesario. Para tener unas uñas fuertes y sanas es importante tener una buena alimentación, consumir alimentos con biotina, hierro, zinc y proteínas e hidratar las cutículas habitualmente con aceites naturales (oliva, almendra o ricino) aplicado con un masaje suave que, unido a mascarilla casera de aceite de oliva y limón una vez a la semana o cada 15 días, ayuda al fortalecimiento de la uña”.

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