Armas de mujer
¿Por qué es sexy ver a una mujer sosteniendo un arma? Un documental explora el simbolismo erótico y los motivos que mueven a las estadounidenses a armarse hoy en día.
Violet Blue se ha tatuado junto a la ingle a su pistola del calibre 45. Ha sido su “autoregalo” de cumpleaños. Le gusta dormir junto a su revólver. Cargado. Sin el seguro puesto. Listo para disparar. Blue, una de las periodistas y blogueras sobre sexo más conocidas de EEUU –autora de más de 20 títulos sobre erótica– "adora" a las armas. “Las mujeres nos movemos por el mundo como dianas andantes. He sido asaltada y amenazada. Cuando escribía mi columna en el ...
Violet Blue se ha tatuado junto a la ingle a su pistola del calibre 45. Ha sido su “autoregalo” de cumpleaños. Le gusta dormir junto a su revólver. Cargado. Sin el seguro puesto. Listo para disparar. Blue, una de las periodistas y blogueras sobre sexo más conocidas de EEUU –autora de más de 20 títulos sobre erótica– "adora" a las armas. “Las mujeres nos movemos por el mundo como dianas andantes. He sido asaltada y amenazada. Cuando escribía mi columna en el San Francico Chronicle llegué a recibir tres amenazas de muerte y por entonces vivía sola, así que hice público que tengo pistolas, disparo, y me siento cómoda con ellas. Sé que mucha gente no lo aprobará, pero para mí tiene sentido. Mi arma me da libertad y poder”, afirma mientras muestra su pistola a la cámara.
En un país marcado por la devoción a la pólvora y donde las armas están asociadas a la masculinidad y el poder, ¿qué consecuencias puede tener que la ruptura de un estereotipo pase por armar a la población? Esto se ha preguntado la documentalista Cathryne Czubek, que ha registrado la historia de Blue y otras tantas en la cinta A girl and a gun. Un filme de 70 minutos que se presentó la semana pasada en el festival DOC NYC de Nueva York y que explora las razones que empujan a las estadounidenses a sostener un arma, conocer su funcionamiento y guardarla debajo de la almohada.
Historias como las de Robin, profesora de Tai-chi, que decide armarse al cumplir los 50 años después de que su ex novio culturista rompiese la puerta de su casa e intentase agredirla y que ahora combina las lecciones de tiro con talleres de autodefensa y círculos de confianza en su jornada laboral. O Stephanie, que fue drogadicta y traficaba en la calle para sobrevivir, siempre armada, hasta que su hija se vio inmersa por casualidad en un tiroteo y quedó paralizada de la cintura para abajo. Ahora es una activista que promueve campañas civiles para prohibir las armas mientras, irónicamente, su hija, en silla de ruedas, va siempre armada.
Tras pasar ocho años viajando por todo el país a la búsqueda de respuestas (California, Alabama, Tennessee, Arizona, Massachusetts, New York, New Jersey, y Ohio), la directora asegura que “las mujeres americanas deciden armarse por razones muy distintas: pasar tiempo con sus padres, protegerse de ex novios violentos, pasar un buen rato en un club de tiro con amigas o sus maridos e incluso para sentirse conectadas con familiares fallecidos”. Sin embargo, lo que más sorprendió a Czubek fue que la motivación para comprar un arma sea la búsqueda de seguridad. “Muchas mujeres se arman para sentirse protegidas y no sentirse fácilmente victimizadas; muchas de ellas (con armas o sin ellas) viven en un entorno hostil en el que son asaltadas sexualmente por hombres, cosificadas y les hacen sentir vulnerables”, explica.
La escritora y blogger Violet Blue hizo público a sus lectores que tenía armas en casa tras recibir varias amenazas de muerte.
Cathryne Czubek
Robin Natanel, profesora de Tai-chi, decidió armarse después de que su ex novio le asaltase y golpease en su casa
Cathryne Czubek
La cinta defiende que parte de ese ansia de igualar al poder masculino quizá radique en el potente simbolismo que ha rodeado a la imagen de una mujer con un arma. Desde los tiempos de Calamity Jane y Annie Oakley a los músculos hiperfibrados de Linda Hamilton en Terminator 2 o todas las vertientes posibles de Angelina Jolie armada, pasando por el simbolismo de las instantáneas de Lindsay McCrum o la blaxploitation de Pam Grier, visualizar a una fémina atractiva armada es un icono cultural; una suerte de imán de deseo y admiración. "La imagen de Hollywood de la mujer hermosa con una arma lleva años siendo una obsesión para directores de cine y aficionados de todo el mundo. Se gravita hacia esta imagen por la excitante contradicción simbólica de la mujer vulnerable, delicada y sexual con el símbolo máximo de poder que es el fálico revolver", apunta la directora.
Un buen ejemplo de esta feminización de las armas es la manida pose que nos hemos hartado de ver en las películas de acción made in Hollywood. Ya saben, cuando la protagonista acerca la pistola a su rostro mientras inspecciona el terreno a la búsqueda del malvado/a de turno. Se trata de la pose Sabrina, acuñada gracias al gesto que caracterizó en los 70 la actriz Kate Jackson en la serie Los Ángeles de Charlie. Al parecer, alzar los brazos y sostener el cañón junto a las mejillas no tiene ninguna razón práctica, simplemente hace parecer “más sexy” al personaje.
Cuatro décadas más tarde, el mercado femenino de las armas de fuego no tiene freno y no sólo se reduce a poses sensuales frente a la cámara en escenas ficticias. Hace unas semanas, la revista The Atlantic destacaba que entre unos 15 y 20 millones de mujeres poseen un arma en el país. La participación femenina en campamentos de tiro había aumentado un 46% entre 2001 y 2010 y la encarcelación de mujeres por delitos violentos ha aumentado un 757 por ciento desde 1977 hasta 2005.
Pese a las cifras y los indicadores, la directora de A girl and a gun afirma que se ha quedado con más preguntas que respuestas tras finalizar su documental. “La relación histórica y constitucional de los Estados Unidos con las armas a veces no se entiende desde otros países. He descubierto que incluso mi propia familia tiene armas: mi abuelo tiene un rifle en cada armario de la casa, mi padre una adorada Smith & Wesson de calibre 38 especial que sólo ha disparado una vez, y mi abuela tiene una pequeña Derringer en un estuche de terciopelo en su mesilla de noche. En estos años me levantaba de la cama con una percepción y unas conclusiones y me iba a la cama con otras bien distintas. Es un problema complejo que une nociones de género, políticas socioeconómicas, de seguridad, de poder y de feminismo. Esta historia me ha mantenido intrigada y fascinada durante años y no puedo decirte a ciencia cierta si estoy a favor o en contra del uso de las armas”.
Cathryne Czubek
Entre 15 y 20 millones de mujeres poseen un arma en EEUU.
Cathryne Czubek
Demi Moore en Los Ángeles de Charlie.
Everett Collection