4 mensajes necesarios que nos da Operación Triunfo (y uno rancio que debería desaparecer)
El concurso visibiliza a los refugiados, la transexualidad, el feminismo, la menstruación o el sexismo. Pero en sus galas también se cuela un momento sexista que no aporta nada.
Operación Triunfo sigue ganando terreno en el prime time del lunes. La quinta gala registró un 17.6% de cuota de pantalla con más de 2 millones de espectadores. En redes sociales, más de lo mismo. No hay día que el programa no se convierta en trending topic. Si tanta gente se ha puesto de acuerdo en dedicar su tiempo (y sus horas de sueño) al concurso, no es solo por el innegable talento musical de sus participantes. La edición se reafirma como el contenido más abierto, actual y progresista de la televisión pública (el listón tampoco estaba muy alto)...
Operación Triunfo sigue ganando terreno en el prime time del lunes. La quinta gala registró un 17.6% de cuota de pantalla con más de 2 millones de espectadores. En redes sociales, más de lo mismo. No hay día que el programa no se convierta en trending topic. Si tanta gente se ha puesto de acuerdo en dedicar su tiempo (y sus horas de sueño) al concurso, no es solo por el innegable talento musical de sus participantes. La edición se reafirma como el contenido más abierto, actual y progresista de la televisión pública (el listón tampoco estaba muy alto).
Recopilamos a continuación las cuatro necesarias lecciones que nos da el concurso y el ‘pero’ que podemos ponerle: un momento rancio y sexista que se cuela en las galas y que debería desaparecer.
1. Camisetas feministas, conversaciones sobre la regla y guerra a las expresiones sexistas
Marina llevó durante su primera actuación en el talent una camiseta con el mensaje «Girl Power« («Poder femenino»). Alfred –el gran favorito junto a Amaia– tiene una en la que puede leerse «Feminism». Y Carolina Iglesias, más conocida como Percebes y Grelos por su canal de Youtube, se puso otra con el mismo mensaje durante el chat con los concursantes que siguió al Gala 5. «Me gusta tu camiseta», le dijo Noemí Galera asegurándose de que el mensaje no pasara desapercibido. «Pero pone «Eminist», ábrete la chaqueta para que se vea la ‘F’, cariño», añadía Javier Calvo.
Más allá de lemas feministas en camisetas (una tendencia tan extendida como debatida los últimos meses), el mensaje cunde con el ejemplo. Los primeros días de concurso Alfred corregía a Mimi cuando le decía que «había gritado como una nenaza» durante uno de los ensayos. «Eso es un poco sexista», replicaba él. «Eso es muy sexista. Lo siento», reconocía ella. Las clases y las dinámicas de la Academia también están planteadas desde un punto de vista igualitario y hasta las canciones son elegidas para visibilizarlo. Sin ir más lejos Ana Guerra versionó La Bikina, un tema inspirado en la historia de una monja violada por un coronel y que muchos interpretan como un homenaje a las víctimas de la violencia de género (Rise like a Phoenix de Conchita Wurst es otro ejemplo de canción elegida con tino). Tampoco podemos olvidar la natural conversación sobre la regla entre Aitana y Amaia, tan infrecuente como necesaria en la televisión pública.
2. El beso transexual que pasará a la historia (y otras formas de visibilizar a la comunidad LGTBI+)
«No somos conscientes pero este momento es historia de la televisión pública», escribía un usuario en Twitter después de que Marina se besara con su novio transexual delante de los más de dos millones de espectadores que seguían la gala. Y no le faltaba razón. La concursante, que fue expulsada por votación popular minutos después de protagonizar el primer beso transexual en horario prime time en nuestro país, ya había utilizado su paso por el concurso para visibilizar la comunidad LGTBI+ en otras ocasiones. En su primera actuación lució una pulsera con la bandera arcoirís y durante una de las clases con Los Javis habló de la transexualidad con toda la naturalidad del mundo (aquí la conversación completa). ¡Mi novio es trans!, exclamó al ver que su profesor, Javier Ambrossi, llevaba una camiseta en la que podía leerse «Protect trans kids» («protege a los niños transexuales»). El mismo mensaje que Bast, novio de Marina, lució para protagonizar el histórico beso en directo.
Todo esto ocurrió en una gala que fue inaugurada por los 13 concursantes cantando La Revolución Sexual, de Guille Milkyway. Noemí Galera, directora de la academia, no solo eligió el tema sino que se enfrentó a los espectadores más conservadores que, a través de Twitter, se quejaron por la letra de la canción. «Tengo dos hijos que ven el programa y les encanta. Por cierto, el padrino de mi hija es gay. Puede usted empezar a convulsionar», contestó Galera a una usuaria que protestaba, mayúsculas mediante, por que el programa «había dejado de ser familiar para convertirse en un contenido para adultos». Los Javis tampoco se quedaron callados. Ni otros tantos seguidores de la edición. «OT se basa en la diversidad», resumió Calvo. Y programa a programa están demostrando que es mucho más que una respuesta para salir del paso en Twitter.
3. El apoyo a los refugiados
Las camisetas de Alfred no solo visibilizan el feminismo. El concursante se ha puesto en más de una ocasión una camiseta de Proactiva Open Arms, una ONG dedicada al rescate de refugiados en las aguas del Mediterráneo. El barcelonés incluso colgó una foto llevándola en su Instagram en la que podía leerse: «[…] Es nuestra responsabilidad ayudar en lo que podamos, alzar nuestra voz desde el altavoz que tengamos, en mi caso televisión e Instagram, para que estas personas encuentren su lugar mientras su hogar está siendo bombardeado. Si quieres ayudar, métete en Proactivaopenarms y encuentra tu manera de hacerlo».
4. La prueba de que no es necesario el morbo ni los enfretamientos para que un reality triunfe
Mientras la audiencia de Gran Hermano Revolution sigue cayendo en picado y anota mínimos, Operación Triunfo devuelve las ganas de seguir un reality/talent show a los espectadores desencantados con la fórmula. La clave está en un casting que, además de reunir a jóvenes espontáneos que reflejan el sentir generacional, resultan inspiradores. Tienen una buena formación en música (muchos componen y tocan instrumentos) y objetivos profesionales y personales con los que de verdad se identifican los jóvenes que estaban cansados de la imagen que programas como Mujeres, Hombres y Viceversa o Gran Hermano proyectaba de ellos. Más allá de las ganas que las redes sociales tienen por convertir a Alfred y Amaia en los nuevos Bisbal y Chenoa, el concurso deja a un lado el morbo y la polémica para valorar otras aptitudes. Los propios profesores tienen mucho que ver en ello: la clases de historia de la música de Guille Milkyway ofrecen un inesperado servicio público y Los Javis conectan con el público más joven. Ni que decir tiene que emitir el 24 horas en Youtube y generar hashtag que se convierten en trending topic a diario son otras evidencias de que estamos en un concurso del siglo XXI.
El momento rancio que debería extinguirse
Pero hay algo que no encaja del todo con la filosofía del programa. Más allá de la censura a la letra de la canción Mayores interpretada por Becky G (que justificaron porque el concurso también se emite en Clan), hay un momento en las galas que chirría. Roberto Leal, el conductor del show, pide a Mónica Naranjo que se levante para enseñar su vestido y, de paso, soltar algún chascarrillo sobre lo bien que luce sus 43 años. Ni que decir tiene que a los otros dos miembros del jurado, Joe Pérez-Orive y Manuel Martos, nadie les solicita que se pongan de pie para presumir de traje ni de palmito, aunque el presentador les diga lo «guapos que están» para intentar equilibrar. No dudamos que la intención de elogiar a Naranjo sea buena, pero se trata de un gesto que perpetúa el rol de la mujer como objeto que admirar y exhibir y desentona con el resto del programa. Un «ritual» (como anunció el propio Leal) muy prescindible en las galas que tampoco ha pasado desapercibido al constante escrutinio de Twitter. «Que no falte el suplemento de heteronormatividad innecesario de Roberto Leal pidiendo a Mónica Naranjo que se levante para lucir vestido», critica @david_bel. Tampoco gustó que el conductor preguntara solo a Naranjo si realizaba las tareas del hogar (fregar los platos) y no formulara la misma cuestión a sus compañeros. ¿Acabarán cargándose el momento más sexista de la edición?