3 claves para entender la huella de Frida Giannini en Gucci
La italiana deja un inconfundible legado estético y de mecenazgo cultural tras una década al timón de la firma.
Parecía ajena al vertiginoso juego de sillas que gobierna la moda actual. Mientras los directores creativos saltan de marca en marca en pocos años, Frida Giannini llevaba casi una década marcando los pasos estéticos de Gucci con un éxito más que demostrado.
En mayo se iniciaron rumores sobre su salida de la casa, que ella desmintió tajantemente. “Estos rumores no tiene fundamento y comprometen a François Pinault (presidente de Kering, el holding que posee Gucci). Él estaba en Roma y me dijo que no era cierto. Estaba de hecho preocupado por que los rumores no me dejaran trabajar con s...
Parecía ajena al vertiginoso juego de sillas que gobierna la moda actual. Mientras los directores creativos saltan de marca en marca en pocos años, Frida Giannini llevaba casi una década marcando los pasos estéticos de Gucci con un éxito más que demostrado.
En mayo se iniciaron rumores sobre su salida de la casa, que ella desmintió tajantemente. “Estos rumores no tiene fundamento y comprometen a François Pinault (presidente de Kering, el holding que posee Gucci). Él estaba en Roma y me dijo que no era cierto. Estaba de hecho preocupado por que los rumores no me dejaran trabajar con serenidad”, contaba en Vogue. Así acalló las especulaciones. Al fin y al cabo, las hipótesis, fundadas e infundadas, son parte integrante de esta industria.
Hoy sabemos que aquellas voces tenían razón. Frida Giannini y su marido, Patrizio di Marco, CEO de Gucci, se van tras orquestar juntos un buen puñado de hitos comerciales y varias estrategias creativas de éxito. Algunos rumores apuntan a una nueva era en la maison italiana, comandada nada menos que por Riccardo Tisci, una apuesta de la que ya se hablaba en mayo.
Con Carlota Cashiraghi, que ha ejercido de imagen de la firma.
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En cualquier caso, y sean o no fundados, lo cierto es que Giannini se marcha dejando atrás un legado que no sólo reafirma el buen hacer de la marca, también sirve para entender algunas de las claves del éxito que se manejan en la industria de la moda en su conjunto.
La importancia del diseñador de accesorios:
Al margen de colecciones mediáticas y prendas súperventas, el grueso de los beneficios del lujo viene de bolsos y zapatos. No es fácil construir o reformular esos iconos que marcan la identidad de una casa y que hasta tienen nombre propio. Por eso el diseñador de accesorios, hacedor de milagros comerciales, conoce mejor que nadie la identidad y el futuro de la marca para la que trabaja. Por eso, también, de un tiempo a esta parte es común que se les ascienda hasta la dirección creativa global. Ahí están, por ejemplo, Maria Grazia Vhiuri y Paolo Piccioli, los antiguos diseñadores de accesorios de Valentino que no sólo han mantenido el legado del maestro, también han convertido los desfiles de la maison en los más aclamados del calendario.
El éxito de Gucci en la era Giannini se explica siguiendo esta fórmula. Venía de trabajar con la herencia marroquinera de Fendi y se trasladó a reinventar el legado de Gucci durante los últimos coletazos de la era Tom Ford.
El tejano dejó la marca en 2004 tras resucitar su imagen de forma espectacular convertirla en la firma fetiche del cambio de siglo. Pero el Gucci no sólo er auna mina de oro, también una cantera de genios. Bajo la batuta de Ford trabajaron Christopher Bailey, Francisco Costa y, por supuesto, Giannini. Tras un breve periodo de transición con Alessandra Fachinetti, ella fue la elegida para sustituir al diseñador en 2006. Al poco tiempo, ya había firmado su primer éxito: Flora, una línea basada en el estampado de los pañuelos que la firma lanzó en los sesenta.
Las buenas críticas no acompañaron sus primeros pasos, pero en la moda el éxito no está en manos de los que opinan. Frida vendió, y vendió mucho. Resucitó el legado setentero de la casa, la era de Grace, Liz Taylor y la Dolce Vita y supo seducir a las actuales reinas de la tendencia, de Beyoncé a Madonna.
Con Martin Scorsese y James Franco (que produjo su documental) en la presentación de la restauración de ‘La Dolce Vita’.
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El éxito se orquesta a dúo
Detrás de la magia que Tom Ford hizo con Gucci, estaba mano derecha, Domenico de Sole. Del mismo modo que la genialidad de Marc Jacobs no se entiende sin la gestión de Robert Duffy. Sean pareja sentimental, tándem laboral o ambas cosas, lo cierto es que los grandes puntos de inflexión en la moda se deben, en gran medida, a los dúos. Uno da la cara como artífice creativo, otro permanece en la sombra haciendo malabares empresariales. La gran pareja (sentimental y profesional) la compusieron Yves Saint Laurent y Pierre Bergé. Hoy hay dos matrimonios que escriben triunfos a cuatro manos: Miuccia Prada y Patrizio Bertelli y Frida Giannini y Patrizio di Marco. Lo curioso de estos últimos es que se conocieron y se enamoraron en Gucci, no antes. Él gestionaba, ella diseñaba. Ahora se marchan los dos, y las casa se queda sin sus dos cimientos; sin diseñador y sin Director Ejecutivo.
La moda también puede ser feminista
Y demostrarlo con hechos, no con espectáculos. Puede que en las pasarelas Giannini basara su estrategia en la constante reinvención de los infinitos escotes setenteros y en el recurso a la sensualidad de aquella época, pero detrás de los focos Giannini y Di Marco asociaron a Gucci con el empoderamiento y la visibilidad de las creadoras femeninas. Su proyecto personal fue Chime for Change, una fundación creada junto a Beyoncé y Salma Hayek (esposa del dueño de Gucci) para fomentar la educación, la salud y los derechos de las mujeres en países subdesarrollados. Bajo su batuta, la casa italiana también se ha lanzado una gala anual que premia a las mujeres de la industria del cine y una beca junto al festival de Tribecca que patrocina la creación de documentales que versan o están dirigidos por mujeres. Giannini no sólo es la mente detrás de esta nueva oleada setentera que dominará 2015, también es la precursora de otra tendencia; la de unir moda y compromiso femenino.
Con Beyoncé y Salma Hayek, en el concierto Chime for Change de Londres el verano de 2013.
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