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Éticos y bellos: la rebelión del abrigo de pelo sintético

Propiciado por una conciencia animalista, pero también por el ascenso de la estética ‘boom boom’, la pasarela se rinde este invierno a los encantos de la falsa piel

“Aunque no te importen los millones de animales que son asesinados por la moda, esto es insostenible y no es moderno”. Fundadora de su marca homónima y férrea defensora de los derechos de los animales, Stella McCartney siempre ha mantenido un discurso tajante contra el uso de las pieles desde su entrada en la industria en 2001. En esta misma entrevista que concedió al diario Telegraph, la hija del exBeatle –también animalista, vegetariano y cocreador junto a Stella de la campaña #Meat FreeMonday (sin carne los lunes)– explica cómo abanderar un movimiento crítico contra el uso del cuero, las plumas o cualquier otro derivado animal en sus diseños supuso un descenso considerable en el despliegue global de su marca.

Un precio que la británica se enorgullece de haber pagado si con ello ha evitado la crueldad animal (además de los gases de efecto invernadero que genera la producción de carne y la piel) alzándose como la primera marca vegana del lujo del mundo.

Una década después, el mensaje de McCartney parece haber calado en la pasarela de este OI 25, con una avalancha de prendas de abrigo, cazadoras, chalecos y complementos que defienden el tacto sintético con la misma suavidad (y sin crueldad de por medio) que el original. Pero más allá de haber una conciencia real o sobre el tema, la paradoja es que el asentamiento de la llamada estética Boom Boom, una tendencia maximalista y aspiracional basado en la opulencia de los tejidos y las siluetas exageradas como un reflejo de nuestra cuenta bancaria, haya contribuido a su ascenso.

Esa manera de afrontar el abrigo de piel como un símbolo de estatus, pero sin perder un discurso ético en el camino, se materializa en la pasarela de distintas maneras. Gabriela Hearst, por ejemplo, utilizó un total de 650 piezas procedentes de antiguos abrigos de visón, que ensamblaron a mano en un taller familiar para reutilizarlos el patrón chevron de su codiciado abrigo Andal. En el otro extremo, encontramos firmas como Ottolinger o Marine Serre, que convierten la propia prenda en un relato de activismo con los retales de piel descosidos.

La firma Elie Saab, sin embargo, se suma a la cruzada por elevar el faux fur al concepto de lujo sin bajarse de un estadio dominado por el ‘más es más’ con sus cazadoras de capucha que sustituyen el pelo animal por una suave mezcla de poliéster y viscosa en tonos como borgoña, blanco polar o miel.

Le siguen de cerca los abrigos sobredimensionados que dominaron las aceras de Manhattan en los años ochenta –y el vestidor de más de un rapero– y que materializan esta temporada de forma cruelty free Ganni, Rabanne o Nina Ricci. El efecto boom boom está garantizado.

Rotate

Bimba Y Lola

Shrimps

Balenciaga

Sandro

Ganni

Moncler

Pull & Bear

Max Mara

Diane Von Furstenberg

Isabel Marant

Christian Lacroix para Desigual

Victoria Beckham

Herno

Mango

Marco O’Polo

Lacoste

Maje

Carhartt

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