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Bragas al aire, sujetadores sin nada por encima, leggings que parecen ligueros: la ropa interior vuelve a la moda

Tras una década de americanas grandes, pantalones anchos y moda de aire intelectual, los diseñadores repiten, uno tras otro, la ropa interior como ropa exterior. ¿Llegará la tendencia a la calle?

Una invitada al desfile de The Attico en la última semana de la moda de Milán, en septiembre de este año.
Una invitada al desfile de The Attico en la última semana de la moda de Milán, en septiembre de este año.Valentina Frugiuele (Getty Images)

Ya se sabe: el sexo vende. Ayer, hoy y es posible que lo siga haciendo en la primavera de 2025, cuando finalmente comprobemos si es posible salir a la calle a hacer las tareas cotidianas con la ropa interior al aire. Bragas y sujetadores a la vista, pero también medias, ligueros, pantis y corsés: algo nos están queriendo decir las más de 260 referencias explícitas a la lencería visible entre las colecciones diseñadas para la Primavera / Verano de 2025, primero en Nueva York, después en Milán, Londres y finalmente en París. Basta una búsqueda en el motor de pasarelas digital Tagwalk para comprobarlo.

De la colección siempre conceptual de Balenciaga al revival bohemio abanderado por Chloé, nombra un diseñador y en su pasarela aparecerá una modelo en bragas o sostén. Hermès, Gucci, Palomo Spain, Prabal Gurung, Stella McCartney, Valentino, Victoria Beckham: cada una de estas marcas lo presenta con su visión, pero todas apuntan en una misma dirección, la de la ropa interior como ropa exterior.

Veamos el ejemplo de Balenciaga. Demna arrancó el desfile de su colección Verano 2025 con una modelo que llevaba puesto un sujetador de encaje blanco, unas bragas blancas con liguero y medias también blancas con unos zapatos de aguja. La aparente desnudez era, en realidad, un trampantojo: se trataba de un mono elástico que comenzaba en el cuello y acababa en el tacón. Las siguientes seis modelos siguieron con este juego, llevando —o no— medias, bodies, encajes, bragas, sujetadores y transparencias como uniforme.

La 'influencer' Amaka Hamelijnck en la semana de la moda de Copenhague, este agosto.Christian Vierig (Getty Images)

Las bragas fueron de lo más ubicuas en las pasarelas de la primavera que viene. Vistas por primera vez en la pasarela de Otoño/Invierno 2023-2024 de Miu Miu, en la próxima temporada se llevan sin nada más por encima en las colecciones de Acne Studios, Victoria Beckham, Gucci y Tom Ford, o apenas ocultas por vestidos o faldas transparentes en Dior, Chanel, Dolce & Gabbana, Mugler y Nina Ricci. El 38% de los diseñadores que desfilaron en París esta temporada incluyeron bragas a la vista en sus colecciones, según datos de Tagwalk, y los llamados hotpants (pantalones tan cortos que parecen un culotte o una braga ancha) han aumentado un 114% en términos de participación por colección en SS24 en comparación con el invierno pasado.

En las propuestas para este otoño / invierno ya encontramos rasgos de esta desnudez, en estilismos protagonizados por transparencias: por ejemplo, el diseñador de Saint Laurent, Antony Vaccarello, mostró 48 looks en su desfile, casi todos ellos con prendas transparentes. La colección final de Pierpaolo Piccioli para Valentino es otro caso de “vestidos desnudos” y en el look 9, por citar uno, bajo la capa negra transparente de la modelo, se dejaba ver un conjunto de ropa interior de encaje negro.

Este otoño, también, algunas marcas han forzado la referencia con matices dominatrix cargados de simbolismo: el cuero, el látex y los detalles de cadenas aparecen en las colecciones de Rick Owens, siempre en el lado oscuro, y en marcas como Gucci o Laquan Smith. Las pezoneras también han tenido su momento en los desfiles de DSquared2 y David Koma.

¿Pero por qué está de moda ahora enseñar la ropa interior? La explicación más directa es que lo que una vez estuvo de moda vuelve a estarlo pasado un tiempo y toda la matraca nostálgica por la estética de las décadas del cambio de siglo ha acabado encontrando una nueva referencia en la que regodearse: recordemos aquí el desfile de Miu Miu del verano de 1996. La encargada de cerrar el círculo ha sido, como no podía ser de otra forma, Kate Moss, la modelo que en 1994 se puso un vestido minimalista completamente transparente con unas bragas negras y escribió una página en la historia de la moda. 30 años después, Moss acudió al desfile de Saint Laurent con un vestido negro transparente que dejaba ver su ropa interior.

Por otra parte, la moda necesita cambio para ser moda y si prestamos atención veremos que la última década el sexo había sido reemplazado por otras ideas y estilos, más conceptuales, minimalistas e intelectualizados, de la mano de marcas como Hermès, Bottega Veneta, The Row o el Céline con tilde de Phoebe Philo. La feminidad se planteaba con un enfoque más discreto, menos explícito, y nunca centrado en el atractivo sexual. Han sido los años de las americanas grandes, los pantalones de vestir anchos, las zapatillas deportivas y la sastrería inspirada en el patrón masculino. Un revulsivo siempre resulta refrescante.

Una invitada al último desfile de Prada en la semana de la moda de Milán.Valentina Frugiuele (Getty Images)

¿Pero de verdad los diseñadores están proponiendo que las mujeres salgan a la calle literalmente en bragas? ¿Que acudan a sus trabajos, a sus quehaceres diarios, en ropa interior? No exactamente. Es cierto que la tendencia ha ido salpicando los atuendos de modelos y celebridades —de donde suele saltar después al consumo masivo—, como aquella vez que la modelo Bella Hadid fue fotografiada en bragas comiendo pizza en la calle, o cuando Kendall Jenner se paseó por Nueva York vestida con bragas, medias y una sudadera. Sin embargo, las suyas no son las rutinas habituales del resto de mujeres.

Tampoco las propuestas de los diseñadores llegarán de una forma tan literal a su comercialización. Como cuenta en Vogue Business, Jennifer Cuvillier, directora de moda de Le Bon Marché, las bragas y los microshorts en la pasarela trajeron novedades interesantes en términos de siluetas y estilo, pero no es necesariamente algo que la tienda desarrollará comercialmente con las marcas. Lo mismo opina Victoria Dartigues, directora de merchandising de moda y complementos de La Samaritaine, que asegura que la mayoría de clientes no se va a atrever a lucir su ropa interior y que la versión más comercial será más sugerente. “Tenemos algunas bragas muy orientadas a la imagen en nuestras compras, pero hay pocas unidades y son más compras de declaración que compras de rendimiento comercial”, apunta.

La periodista Lauren Caruso en la semana de la moda de Nueva York el pasado septiembre.Edward Berthelot (Getty Images)

Así, las prendas se adaptarán para acercarse a la compradora media, con pantalones, blusas y vestidos que jueguen estratégicamente con las transparencias para hacer la referencia al estilo sin caer en demasiado riesgo.

En su crónica desde la Semana de la Moda de París, Leticia García apuntaba en SModa que, por extraño que pueda parecer, las prendas realistas y llevables en el día a día no abundan en las pasarelas.

El look transparente es una de esas tendencias fácil de defender en una pasarela y no tanto en la vida real. A pesar de la insistencia de tantas marcas de moda, es poco probable que la gente use una camisa de rejilla en sus trabajos de oficina y es poco probable que la moda más atrevida que prospera en las propuestas creativas de los diseñadores se convierta en un elemento básico de la moda cotidiana porque, como asegura Nguyen Tran, fundadora y directora ejecutiva de marca de ropa femenina Le Reussi en Glossy, “las perspectivas culturales sobre la modestia, la autoexpresión y la idoneidad en entornos públicos juegan un papel importante en cómo se recibirá esta tendencia. Si bien está ganando terreno en los círculos de moda, puede seguir siendo un nicho y específico para ocasiones, como fiestas de alto nivel o eventos de moda”.

Lo sexy no es nada nuevo en la moda, tampoco lo explícito, pero vistas las colecciones actuales y cómo llegarán a las tiendas en unos meses es como si, esta vez, una cosa fuera el sexo y otra, la desnudez.

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