Carly Gibert, un grito de libertad en tiempos de TikTok
Tras un largo periplo en Estados Unidos y un álbum de debut, ‘Tabula Rasa’, la precoz artista regresa a su ciudad natal, Barcelona, para culminar su independencia musical. Hablamos con ella sobre su carrera, traumas y logros, y una pasión confesa: los vaqueros.
“Hola! Soy Carly Gibert. Soy una artista de Cambrils, que es una pequeña ciudad de Barcelona, en España. Pero ahora estoy en Los Ángeles trabajando en mi nueva música. No recuerdo cómo entré en la música, solo recuerdo estar en la música. No sabía tocar la guitarra, aprendí sola, también a grabar y a cantar por mí misma”. En un perfecto inglés sin titubeos ni acentos que jueguen al despiste, Carly Gibert (22 años, Barcelona) se presenta así de directa y concisa ...
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“Hola! Soy Carly Gibert. Soy una artista de Cambrils, que es una pequeña ciudad de Barcelona, en España. Pero ahora estoy en Los Ángeles trabajando en mi nueva música. No recuerdo cómo entré en la música, solo recuerdo estar en la música. No sabía tocar la guitarra, aprendí sola, también a grabar y a cantar por mí misma”. En un perfecto inglés sin titubeos ni acentos que jueguen al despiste, Carly Gibert (22 años, Barcelona) se presenta así de directa y concisa en un vídeo de X, con motivo de un editorial de moda que ha protagonizado por la colaboración de Lee® X Pull&Bear.
Mientras última los últimos detalles de sus próximos singles (y una posible gira a final de año), aún celebra el éxito de su álbum de debut, Tabula Rasa (2022). Una caja de ocho canciones que experimenta a su antojo con ritmos urbanos de su generación como el hip hop y el R&B, y que postula a Gibert como una de las grandes promesas musicales de nuestro país.
En las fotos posa con prendas de esta inédita colección que harían el look soñado por cualquier centennial: unos vaqueros de corte baggy y pernera anchísima, una gabardina denim de aspecto vintage, sudadera tres tallas más grande y melena lacia infinita. Gibert se declara fan del tejano y en concreto del fit noventero que predomina en estas prendas. “Me encanta la moda, creo que es otro aspecto muy importante para mí. Al final todo encaja, la música, los visuales, la moda... todo forma parte de mi identidad”, confiesa a S Moda vía e-mail.
A pesar de su juventud, Carly ya ha asimilado los códigos que confieren a una cantante su imagen de marca, más allá de una estética potente. Ella misma compone, graba y produce sus videoclips, incluso diseña la creatividad de sus discos y se define como artista audiovisual. Su cuenta de TikTok que arrastra 4,9 millones de likes, es una prueba de su inagotable creatividad. “Todo lo que he aprendido ha sido gracias a YouTube, hay literalmente tutoriales para todo. Me encanta la dirección creativa y mi identidad visual es muy importante para mí. Creo que el aspecto visual forma gran parte de la visión que tengo para mí misma”, explica.
Como bien describe en ese clip de vídeo, Carly es una artista autodidacta. Con tan solo ocho años escribió su primera canción, motivada por la pasión musical de su padre. Más tarde aprendería a tocar la guitarra por sí misma, además de grabar y producir. “Creo que cuando realmente te gusta hacer algo, el proceso de aprender nunca se hace difícil, al contrario. Para mí lo más gratificante ha sido encontrar mi sonido, al menos en la producción vocal, el poder tener el control sobre cómo suena mi voz y experimentar con diferentes efectos. También he empezado a producir mis canciones y la verdad es que estoy muy orgullosa de ello”.
La historia de Gibert podría ser el estribillo de una de sus canciones. Tras descubrirla en Instagram, Universal Music le propuso publicar su primer sencillo y mudarse con tan solo 16 años a Los Ángeles para comenzar una prometedora carrera en el mercado norteamericano. Cantar en un inglés milimétrico ayudó a definir el fenómeno. “Se me hace mucho más difícil rimar y vocalizar en español, no empecé a escuchar música en nuestro idioma hasta el año pasado. Estoy muy acostumbrada a escribir y cantar en inglés”. La canción Tired of You (2018) junto a Aleesha, acumula a día de hoy casi medio millón de escuchas en Spotify.
Pero la historia no cuajó. Después de tres años, decidió romper lazos con la major y sacar de forma independiente su álbum de debut, curiosamente bajo una expresión latina, Tabula Rasa. En la portada del disco Carly aparece rubia, con una balaclava intimidante y abdomen al descubierto. Toda una declaración de intenciones. Como ha confesado en repetidas ocasiones, este título manifiesta ese empezar desde cero, la necesidad de crear un lienzo en blanco sin las ataduras de una discográfica. Un punto de inflexión en su carrera avivado por el regreso a su ciudad natal, Cambrils –”aunque voy y vengo, viajo mucho”, añade–, donde admite llevar una vida mucho más plena y feliz.
También simbolizaba el fin de una era que arrastró numerosos traumas y que ha cristalizado en una madurez del negocio poco común en gente de su edad. “La discográfica me dio muchas oportunidades pero también perdí muchas. El no poder hacer música con libertad ni el poder expresarme como yo quiero me cerró muchas puertas. Desde que lo hago de forma independiente me va mucho mejor, la verdad, tengo poder de decisión y todo lo que hago es mucho más auténtico”. Si ahora pudiera retroceder en el tiempo, ¿haría las cosas de otro modo? “Hubiera firmado también por el aprendizaje, por la gente que conocí y con la que trabajé y por las experiencias. Fue duro pero gracias a ello hago la música que hago hoy, tengo los amigos que tengo y mucha experiencia con solo 22 años”.
El título de la segunda canción del disco, Be careful what u wish for (“ten cuidado con lo que deseas”, en castellano) parece un presagio de todo lo que vino después. “A veces idealizamos una situación muchísimo y después no es lo que esperabas. También pasa con la gente, les pones en un pedestal hasta que descubres la realidad de cómo son”, revela.
Sus letras, tan personales como universales, aterrizan en su mente de forma inesperada, ya sea durante un paseo en bici o a raíz de un comentario en redes sociales. Es el caso de uno de sus últimos lanzamientos, That Guy (2023), un grito a la libertad de expresión en general y en concreto sobre cómo han juzgado a la cantante por su forma de vestir, tildándola de masculina. “En general son cosas que suelen decir gente más mayor o con un pensamiento muy diferente, como mi familia o algún comentario en Instagram. “Pareces un macho” es el peor de todos, lo odio”. “¿Por qué no te pones un vestido algún día, te arreglas…?” Pues porque no quiero, no es mi estilo”, declara. ¿Cómo consigue una artista que arransa en redes lidiar con esos comentarios incómodos y mantenerse fiel a una misma? “La verdad es que a mí me da bastante igual, haré lo que quiera igualmente, aunque tenerlo en casa y escucharlo casi cada día esos comentarios se hace muy pesado. Ahora ya me lo tomo en broma, o no escucho”.