20 años de ‘Belle Époque’
Hace 20 años Fernando Trueba recogía un Oscar por Belle Époque. Pasadas dos décadas, sus protagonistas se reúnen en esta sesión exclusiva en la que afloran buenos recuerdos.
«Me gustaría creer en Dios para poder darle las gracias, pero yo solo creo en Billy Wilder. Así que gracias, señor Wilder». Esta es, sin duda, una de las frases más célebres pronunciada por un director de cine español. Dicha en un correcto inglés en la gala de los Oscar, hace ahora dos décadas, su autor fue Fernando Trueba. Aquella noche de 1994 recibía la estatuilla dorada que convertía su séptimo filme, Belle Époque, en la mejor película de habla no inglesa. Fue un 21 de marzo, pero el adelanto de la celebración en S Moda, con la reunión de sus protagonistas, está justifica...
«Me gustaría creer en Dios para poder darle las gracias, pero yo solo creo en Billy Wilder. Así que gracias, señor Wilder». Esta es, sin duda, una de las frases más célebres pronunciada por un director de cine español. Dicha en un correcto inglés en la gala de los Oscar, hace ahora dos décadas, su autor fue Fernando Trueba. Aquella noche de 1994 recibía la estatuilla dorada que convertía su séptimo filme, Belle Époque, en la mejor película de habla no inglesa. Fue un 21 de marzo, pero el adelanto de la celebración en S Moda, con la reunión de sus protagonistas, está justificado: hoy, 18 de enero, Fernando Trueba cumple 59 primaveras. En 1992, dos años antes de ser galardonado, el realizador convocó a un reparto histórico para rodar en Portugal. Encabezado por el desaparecido Fernando Fernán Gómez, los reclutados fueron un grupo de jóvenes a los que esperaba un futuro prometedor: Penélope Cruz, Miriam Díaz-Aroca, Ariadna Gil y Maribel Verdú, y el epicentro sexual de todas ellas, Jorge Sanz. Ninguno se resistió a la propuesta entonces y ninguno se ha resistido ahora, al planificar este reencuentro.
Verdú –de gira teatral por España, junto a Ariadna, con Los hijos de Kennedy y recientemente galardonada con el Premio Málaga-Sur del Festival de Málaga– entra en el estudio preguntando por Díaz-Aroca, a quien hace 15 años que no ve. Parece la típica estampa en la que dos compañeras de colegio coinciden tras una eternidad. De hecho, su abrazo casi expulsa al resto del camerino. Penélope, sin embargo, sí ha ido viendo a sus colegas por separado, aquí y allá, aunque al terminar deja claro que hay que hacer un esfuerzo por verse una vez al año y compartir una de las paellas que Trueba cocina en su casa. Nuestra actriz más internacional, con una agenda de infarto, tuvo claro desde el principio que no podía faltar en esta sesión.
Ariadna lleva top y falda de Céline. Miriam, vestido con chaqueta de Trussardi. Penélope, chaqueta y falda de Michael Kors y top de Pinko. Maribel, vestido de Victoria Beckham y zapatos de Christian Louboutin.
Sergi Pons
Con guión de Rafael Azcona era bastante improbable que ‘Belle Époque’ fuera una mala cinta. Pero Trueba tiene sus propias creencias. «Una mala película es lo más fácil de hacer del mundo. Ahora lo puedo decir: amigos míos muy inteligentes, de los que no voy a dar nombres, me decían que no rodara esta historia. ¿Otra con la Guerra Civil de fondo y que arranca con dos guardias civiles a tiros? No me pudieron quitar más las ganas. No conseguíamos financiarla, se canceló dos veces y rodamos en Portugal para ahorrarnos casi la mitad», recuerda. Gracias a ese empeño, Belle Époque forma parte de la historia del cine español no solo por haber ganado un Oscar, sino también por haber recaudado más de 800 millones de pesetas de la época en España, por llevarse nueve premios Goya y por el hecho de convertirse en la película de habla no inglesa más vista en Estados Unidos aquel año.
La historia de Fernando (Jorge Sanz), un joven soldado que deserta poco antes de la Guerra Civil y encuentra refugio en casa de Manolo (Fernán Gómez), entrando así en una espiral de relaciones con sus cuatro hijas, conquistó Hollywood. Aun así, todos creían que la película china Adiós a mi concubina sería la vencedora del Oscar. Todos, menos uno: «Billy Wilder fue el único que me dijo que ganaríamos», recuerda el director. Cuando el español le comentó que el filme chino era el favorito, Wilder negó con la cabeza: «One hour too long», le dijo. Vamos, que le sobraba una hora…
Hasta Los Ángeles también se trasladaron todos los actores. Las suites les parecieron tan enormes que decidieron compartirlas, reservando la de Jorge al cachondeo. «La noche en la que nos dieron el Oscar terminó con el grupo deambulando por fiestas (sin éxito, por aburridas o terminadas), así que nos fuimos a las pedazo de habitaciones que teníamos a comer chorizo y longaniza españoles: la madre del periodista Luis Alegre (también en la comitiva) le metió de todo en la maleta», recuerda Miriam. «En aquella época… ¡cómo para haber acabado en la cárcel!», añade Jorge.
Miriam lleva chaqueta de Emporio Armani.
Sergi Pons
Penélope tenía 22 años cuando rodó la que sería su segunda película. Jamón, jamón aún no se había estrenado, y, en apariencia, a Trueba le parecía demasiado exuberante y sensual para interpretar a la hija pequeña de Belle Époque, «hasta que le hice una prueba y fui consciente de mi grado de gilipollez», sentencia el director. Penélope, ríe. «Recuerdo el día que terminé el rodaje con Bigas Luna, sentí una tristeza enorme pensando que había sido mi primera y última película. En esa época fue cuando en realidad fui consciente de que, con tan solo cuatro años, mi juego preferido ya era interpretar, ponerme en la piel de otro e imaginar lo que hacía. Con el tiempo te das cuenta de que esta profesión funciona más con la cabeza y es menos libre. Esa es su gran trampa», admite. Para que la frescura de sus inicios no se evapore, Cruz asegura pelear todos los días para mantenerla «y eso ya es algo mejor que perderla», comenta.
La noche de los Oscar de 1994 ha sido la que más ha disfrutado a lo largo de su carrera: «Era todo nuevo, mágico y podíamos compartirlo todos juntos. Estábamos sentadas en el gallinero, ¡aún me sorprende que no nos echaran con la que liamos allí arriba!». Maribel recuerda bajar con Penélope en ascensor y toparse de frente con un Paul Newman aún de muy buen ver. También, los abrazos que les daba a todas Antonio Banderas. ¿Se sigue manteniendo esa ilusión por ver a actores y actrices de Hollywood cuando han pasado los años? «¡Yo cuando me encuentro con Meryl Streep no puedo ser más pesada!», asegura risueña Pe.
Aunque aquella fue una velada que jamás podrán olvidar, Verdú asegura que fue el rodaje de Portugal lo que mejores sensaciones le dejó. «Estuvimos allí más de dos meses, y solo teníamos libres los fines de semana. La mujer de Fernando y directora de producción, Cristina Huete, nos pedía todos los sábados que, por favor, llegáramos sanos y salvos el domingo. Entonces no había móviles. Lo mismo nos íbamos de excursión y dormíamos en la playa que celebrábamos el triunfo de Fermín Cacho en las Olimpiadas como si fuera nuestro. Disfrutábamos de un gran nivel de inconsciencia, juventud y falta de responsabilidad. Por eso, todo aquello sería complicado de repetir», afirma.
Penélope lleva vestido de Zuhair Murad.
Sergi Pons
Ariadna Gil no había vuelto a ver ‘Belle Époque’ desde su estreno, y eso que ganó el Goya a la Mejor Actriz por este papel. Pero el año pasado, sus dos hijos (la mayor tiene 17 años y se llama Violeta, como ella en la película) le pidieron visionarla una tarde. «Quería que la disfrutaran ellos solos, pero vi las primeras escenas y ya no me pude levantar. Entonces me di cuenta de la obra maestra en la que había participado», cuenta. Jorge Sanz, por su parte, llevó a sus dos hijos a verla en pantalla grande hace un mes, en el Festival de Gijón. «Lloré como un gilipollas delante de ellos. Debo estar sensible últimamente…», confiesa.
No es el caso de Miriam Díaz-Aroca, quien admite sin titubeos que tiene el DVD desgastado de tanto verla y que recuerda todos y cada uno de los detalles. «Cristina Huete me hacía zumos de naranja al levantarme, mientras que yo, a veces, le preparaba unos huevos fritos a Fernán Gómez. Aquel catering portugués era una maravilla: Maribel y yo lo sabíamos bien y dábamos buena cuenta de ello. Para que Lala, de vestuario, no nos matara cuando los vestidos no abrochaban, llegábamos a pasar dos días a zumo de uva», relata mientras pasea por el estudio con la misma energía que desprendía al presentar el programa infantil Cajón desastre de TVE. Cada sábado por la mañana, un jovencísimo Jonás Trueba se metía en la cama de su padre, encendía el televisor, y la veía. Un día recomendó a Fernando que se fijara en ella. Y dicho y hecho.
El director envió a Díaz-Aroca el guión de Belle Époque a su casa proponiéndole el papel de hija mayor, una rica viuda. Tras la película, su carrera siguió desarrollándose en la pequeña pantalla y, últimamente, en el teatro. «Me gustaría volver a la televisión nacional con un buen proyecto, pero ahora es el momento de las caras jóvenes y desconocidas. Ojalá me pasara como en Avatar, que alguien llegara, me acariciara la cara y me dijera: “Te veo”. Pero mientras el trabajo que quiero llega, estaré sobre el escenario. Nunca es tarde».
Maribel lleva vestido de Angel Schlesser. Ariadna luce vestido de Chloé.
Sergi Pons
Solo los papeles de Fernando Fernán Gómez y Maribel se escribieron expresamente pensando en ellos (aunque la actriz le dijo al director que quería interpretar a la lesbiana a la que daba vida Ariadna; Trueba la llamó desagradecida, recuerda ella). Verdú y Díaz-Aroca aprovechan la sesión para rememorar las frases lapidarias que dejó Fernán Gómez fuera de rodaje: «Míralas… imagínate, Trueba… Si nosotros hiciéramos lo mismo que ellas, ¿qué nos dirían? ¡Ahí están! ¡Todo el día tocándose el coño!». Genio y figura. «Yo me reía mucho porque ya había trabajado con él», recuerda Jorge, «pero podía hacer que te temblaran las piernas. Era un actor de casta, encargado de que los aprendices aprendieran. Yo, más que un actor de mi generación, me considero el niño de la generación de los mayores».
Sanz contempla la sesión de fotos desde una esquina, junto a su hijo de 11 años. Reconoce que observa la escena como un déjà vu, sin máquina del tiempo de por medio. «Hoy me doy cuenta de que tuve la suerte de formar parte de una época que nadie más vivirá, porque las cosas han cambiado mucho», dice. Con 16 años no tenía claro si quería seguir siendo actor (ya había interpretado algunos papeles) o decantarse por la carrera militar, pero vino Trueba y le ofreció El año de las luces, junto a Maribel Verdú. «Él fue quien me hizo entender que ser actor es un oficio. En cuanto a Belle Époque fue y es una fuente inagotable de satisfacciones, desde la primera lectura del guión al Oscar, pasando por el rodaje. Hasta hoy nos da alegrías».
Fernando detiene su mirada en la imagen de portada. Ve a sus chicas «guapas, maduras, distintas entre sí». Al acabar se sientan las cuatro a comentar las fotos que Maribel ha rescatado de su archivo personal y en las que se ven algo más jóvenes, exactamente, dos décadas. «¡Mira qué cara de ensaimada tengo ahí!», dice Ariadna entre risas, mientras Maribel confiesa que se gusta más ahora. «Digamos que hemos evolucionado mejor que los tiempos. Y, sobre todo, me doy cuenta de que seguimos dando guerra, que ninguna se ha quedado en el camino.»
Sergi Pons
De todas, Penélope es la que tiene un Oscar en casa, por ‘Vicky Cristina Barcelona’. En cuanto a la estatuilla de Belle Époque se dividió, metafóricamente, por zonas del cuerpo y se repartió entre los protagonistas. «Yo me quedé con el lóbulo, ya ves, para darme cuenta con los años de que no lo tiene», ironiza Maribel. Por su parte, Miriam cuenta que, ya en España, todas le pidieron a Trueba que el Oscar rotara cada semana para que así pasara por todas las casas. Acaba la frase, el resto de las actrices se miran con desconcierto y les entra un ataque de risa general. En realidad, descubren que solo lo pidió ella.
Cruz es, para todas, un referente. «Para mí, es una heroína», afirma Maribel, que aunque tuvo en casa los guiones de Daredevil, con Ben Affleck, o El fuego de la venganza, con Denzel Washington, no ha querido seguir sus pasos. «Oye, pero que si me llaman los Coen, salgo corriendo», asegura.
Recientemente Penélope ha hecho un paréntesis en su carrera para cuidar a su segunda hija, Luna, que aún es muy pequeña. Pero ha seguido trabajando para firmas como Lancôme y Loewe, de las que es imagen, y organiza su vuelta al cine con dos proyectos a corto plazo, de sello cien por cien español: será la protagonista de la próxima película de Julio Medem y tendrá un nuevo encuentro con Trueba en La reina de España (o, lo que es lo mismo, la segunda parte de La niña de tus ojos). «Estoy deseando retomar a Macarena y ver cómo es ahora, con el paso del tiempo. Lo que me va contando Fernando me gusta, pero que te cuente mejor él», dice para no desvelar más.
Maribel lleva vestido de Angel Schlesser. Ariadna luce vestido de Chloé.
Sergi Pons
El director acaba de terminar la primera versión del guión, situado 18 años después en Madrid, en lugar de en Berlín. «A Macarena le han pasado muchas cosas, muchas que le han pasado también a la propia Penélope», descubre sin querer avanzar nada más. Entonces… ¿en qué momento rodará Pe la nueva entrega de James Bond, tal y como se ha publicado? «Sinceramente, no sé de dónde salió eso. Alguien se lo inventó y el mundo entero lo creyó, es curioso. Ni me han llamado nunca de 007, ni tengo noticias de que lo vayan a hacer. Alguien se lo sacó de la manga y ahí quedó. Tampoco le doy mayor importancia». Con la despreocupación de quien está acostumbrada a todo tipo de informaciones sobre su persona, asegura que hace años no lee nada de lo que se publica sobre ella.
Antes de irse, Trueba nos asegura que soñó unos días antes de la ceremonia que le daban el Oscar. «Me desperté casi avergonzado pensando que al final era un gilipollas más que deseaba que se lo dieran. Yo, que voy de listo racional», dice. De todos modos, al igual que los actores, considera que disfrutó más con el rodaje. «Nunca, hasta Belle Époque, había conseguido esa especie de magia que te hace creer que todo el mundo está haciendo la misma película». Además, comenta, le aportó algo muy importante: «Me costó aprender a disfrutar rodando, y aquí fue la primera vez que lo conseguí. El grupo humano que escogí tuvo mucho que ver en eso. Y el mejor regalo de cumpleaños que podría tener hoy, que cumplo ya 59, es estar aquí con ellos de nuevo».