10 consejos para alargar la vida de tus bikinis (y te duren verano tras verano)
El cloro, el sol y las cremas son sus peores enemigos. Hablamos con expertos sobre cómo cuidarlos para que no se deterioren antes de lo previsto.
Las mujeres sufrimos hasta dar con ese traje de baño ideal. Que realce el pecho, que no haga arrugas en la entrepierna, que disimule la barriga, que no saque michelines en los costados… Y, luego, ¿qué? No tenerlo a buen recaudo de los enemigos externos acorta innecesariamente su vida. La diseñadora Dolores Cortés hasta les pone nombre y orden según su peligrosidad: “Primero, las grasas y aceites; segundo, el cloro: tercero, el sol y por último, el agua del mar”. La suya es una de las cuatro voces expertas que cuentan a ...
Las mujeres sufrimos hasta dar con ese traje de baño ideal. Que realce el pecho, que no haga arrugas en la entrepierna, que disimule la barriga, que no saque michelines en los costados… Y, luego, ¿qué? No tenerlo a buen recaudo de los enemigos externos acorta innecesariamente su vida. La diseñadora Dolores Cortés hasta les pone nombre y orden según su peligrosidad: “Primero, las grasas y aceites; segundo, el cloro: tercero, el sol y por último, el agua del mar”. La suya es una de las cuatro voces expertas que cuentan a S Moda cómo alargar la vida de nuestros bikinis y bañadores.
1. Cloro, enemigo letal.
El agua clorada es el enemigo número uno de las prendas elásticas. “Hay zonas del cuerpo en las que el bañador no está totalmente en contacto con la piel, como el canalillo o el espacio entre los glúteos. Por ahí el agua circula más y va debilitando el tejido hasta hacerle perder sus prestaciones”, explica Alejandro Borja, de Speedo. “Para los nadadores habituales aconsejamos un tejido muy resistente al cloro con fibras de poliéster PBT, de cuatro a cinco veces más resistente que el resto de lycras. El cloro, además de debilitar los elásticos, erosiona los colores. La operación de salvamento empieza nada más salir del agua. Y a contrarreloj. “Después de cada uso hay que enjuagarlo con agua dulce para eliminar las partículas de cloro”, aconseja Beatriz Arnal, vendedora técnica de Decathlon San Antonio (Valencia).
2. Lavar, ¿con o sin jabón?
Si solo lo hemos usado para nadar, con enjuagarlo con agua del grifo basta. De habernos pasado todo el día vuelta y vuelta en la toalla, “no basta con dar un agua, hay que lavar con jabón neutro”, insiste Cortés.
3. Lavadora, sí; secadora y suavizante, jamás
Se pueden lavar a mano o en la lavadora. Pero recuerda: tu bikini no es un traje de maniobras militares. Selecciona un programa delicado y nada de suavizante porque también devora los elásticos.
4. Cremas solares, a raya.
¿Se te ‘pasan’ las gomas con demasiada frecuencia? Fíjate si al ponerte el protector solar rozas sin querer el traje de baño. “O peor aún, los que se limpian la crema de las manos contra el bañador. Muchas veces me han dicho ‘mira como tengo la braguita del bikini o la parte de atrás del bañador’ y se ven claramente dos círculos donde el tejido está comido”. Por eso Cortés insiste en lavar bien el producto antes de guardarlo. No hacerlo bien explicaría que al sacarlo al año que viene no quede ni rastro de elásticos.
5. Secar a la sombra
Aunque parezca mentira el sol se la tiene jurada a los elásticos. No se trata de tirarse todo el día bajo la sombrilla, pero sí de tratar evitar secarlo después del uso al sol, que es además un gran enemigo del color y lo va aclarando poco a poco.
6. Adornos a salvo
Mientras que en la ropa de natación reina la austeridad, la de baño para veraneantes se permite muchas licencias en formas de anillas, bolas, broches… “Su longevidad dependerá de la calidad de los abalorios elegida por el fabricante, tanto si son de caucho como con las aplicaciones metálicas”.
7. Nunca en bolsa de plástico
Sí, lo sabemos, es un engorro meter la ropa de baño empapada en la bolsa de natación. La tentación de meterlo en una bolsa de plástico es grande. “Puede usarse un compartimento estanco si solo se va a llevar en el trayecto hasta casa”, sugiere Arnal. Si vamos a tardar más, mejor escurrirlo bien y envolverlo en la toalla. “Bajo ningún concepto meterlo mojado en una bolsa de plástico y dejarlo en el coche a pleno sol. Se cuece”, advierte Nuria Sardá, directora creativa de Andrés Sardá.
8. Evita los centrifugadores
Tienen un hechizo casi lisérgico: metes tu bañador chorreando nada más salir de la piscina y en diez segundos te lo devuelven seco… y desgastado. “Si no es buena la secadora, tampoco los centrifugadores habituales en los centros deportivos. Acortan la vida del textil”, advierte Borja.
9. Atenta al spa
Los spas urbanos, con su agua clorada caliente y bien cargada de fungicidas no le hacen ningún bien a tu bañador. Ponte el modelo más viejo de tu armario para no lamentarlo.
10. Vacaciones en el mar
Desde Speedo recuerdan que la sal del mar no es tan agresiva como el cloro, pero también es conveniente enjuagar con agua dulce las prendas lo antes posible tras un baño entre las olas.