Caleidoscopio electoral

Los socialistas han diseñado una campaña para su candidato, Pedro Sánchez, sin riesgo alguno

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este sábado en Alicante.Juan Carlos Cárdenas (EFE)

Si el caleidoscopio fuera un instrumento electoral veríamos con sólo girar el tubo hacia la derecha o la izquierda no una sino muchas campañas. Lo que los cristales de colores de la demoscopia no muestran todavía es cómo se mueven los indecisos, ese 41% que no contesta a lo que le preguntan los encuestadores del CIS. Sólo falta una semana para saber el resultado. Entonces se verá si los cálculos sobre los que han trabajado los estrategas de los partidos estaban basados en hipótesis acertadas o si, por el con...

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Si el caleidoscopio fuera un instrumento electoral veríamos con sólo girar el tubo hacia la derecha o la izquierda no una sino muchas campañas. Lo que los cristales de colores de la demoscopia no muestran todavía es cómo se mueven los indecisos, ese 41% que no contesta a lo que le preguntan los encuestadores del CIS. Sólo falta una semana para saber el resultado. Entonces se verá si los cálculos sobre los que han trabajado los estrategas de los partidos estaban basados en hipótesis acertadas o si, por el contrario, faltaban en los análisis variables que no vieron o no quisieron ver. Ya pasó en las elecciones andaluzas del 2 de diciembre.

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Los socialistas, por ejemplo, han diseñado una campaña para su candidato, Pedro Sánchez, sin riesgo alguno, como ese capataz que ordena a los costaleros: "¡No mover el paso, no vaya a caerse la Virgen!". Hasta ahora confiaban en los errores no forzados de los adversarios, pero a las primeras de cambio han terminado enredados en sus propios pies a cuenta del debate en televisión. No hay error más tontucio que el de atarse el zapato derecho con los cordones del izquierdo. Y viceversa.

Sánchez quería debatir ante las cámaras de Atresmedia porque le garantizaba la presencia del aspirante de Vox, al contrario que la pública de RTVE, constreñida por una legislación que ahora todos critican pero que nadie ha cambiado. La Junta Electoral Central atendió a los recursos presentados por ERC, Coalición Canaria y PNV y recordó que ya en 2011 dictaminó que lo que vale para los medios públicos también vale para los privados.

¿Nadie se había estudiado la doctrina del árbitro electoral? Y otra pregunta: ¿no hay una línea segura de comunicación entre los partidos pese a la campaña? En las elecciones de 1993, el debate en Antena 3 y Telecinco entre Felipe González y José María Aznar estuvo precedido por más de 30 horas de negociación entre los socialistas José María Benegas y Eduardo Martín Toval, y los populares Rodolfo Martín Villa y Javier Arenas.

Después de la rectificación de los socialistas, ahora en vez de un debate habrá dos en 24 horas, en escenarios distintos (RTVE y Atresmedia), con los mismos cuatro protagonistas (Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias y Albert Rivera) y varios ausentes (los nacionalistas y Vox). Todo apunta a que será un debate entre los tradicionales bloques de izquierda y derecha, en el que además las cartas están boca arriba.

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Casado, como ya hizo el PP en Andalucía, da por perdidas las elecciones, pero aspira a gobernar con la suma de Ciudadanos y la extrema derecha de Vox. Sánchez, con la de Podemos y otros grupos minoritarios, pero sin los independentistas catalanes, contra los que ha intensificado las críticas en sus últimas entrevistas y actos. En esos rincones del ring televisivo se juega el debate, salvo que alguien se ate el zapato izquierdo con los cordones del derecho. O viceversa.

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