Carmen González, una vida de entrega a los suyos

Los vecinos de la mujer, de 79 años, la recuerdan como una persona dedicada a los demás

Fotografía de la concentración de vecinos de Súria en repudio a la violencia machista. Ayuntamiento de Súria

Cecilia Carrique se deshace en elogios a Carmen González. Juntas salían a caminar. “Aquí, allí, por todos los sitios”, dibuja con el bastón la mujer señalando los alrededores de las afueras de Súria, una localidad en el corazón de Cataluña, conocida por sus minas de potasa. Carmen hacía más de 20 años que vivía allí, aunque era originaria de Cabra, en Córdoba.

En el pueblo trabajó un tiempo “sirviendo”, explica su vecina de puerta con puerta. Pero hace mucho de eso. Cuando emigró a Cataluña se dedicó a trabajar en casa. Su vida era su familia, según cuentan quienes la conocieron. Y tamb...

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Cecilia Carrique se deshace en elogios a Carmen González. Juntas salían a caminar. “Aquí, allí, por todos los sitios”, dibuja con el bastón la mujer señalando los alrededores de las afueras de Súria, una localidad en el corazón de Cataluña, conocida por sus minas de potasa. Carmen hacía más de 20 años que vivía allí, aunque era originaria de Cabra, en Córdoba.

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En el pueblo trabajó un tiempo “sirviendo”, explica su vecina de puerta con puerta. Pero hace mucho de eso. Cuando emigró a Cataluña se dedicó a trabajar en casa. Su vida era su familia, según cuentan quienes la conocieron. Y también sus vecinos. La generosidad hecha persona, repiten. “Se desvivía por todos, llevaba a sus hijos así”, subraya Cecilia, haciendo con las manos el gesto de elevar algo.

Entre ese trabajo diario, destacan también su don de “hacer de un duro, tres y cuatro”. Pablo López, su marido de toda la vida, que luego la mataría, había trabajado un tiempo en las minas del pueblo. “Creo que enseguida tuvo una invalidez”, explica Diego Pérez, que recuerda de siempre haber visto al matrimonio, con el que había coincidido en el barrio de Salipota, donde vivían antes, también en Súria. “Si existe un Dios, ella está más que en el paraíso”, afirma rotunda Cecilia.

El matrimonio hacía su vida juntos. Y él, según recuerdan los vecinos, no es un hombre ni hablador ni de salir por su cuenta. Todo juntos, siempre juntos. Tampoco habían oído nada raro, ni gritos, ni peleas. Lo que fuese que ocurriera, era de puertas adentro. Ambos vivían solos, aunque en los últimos tiempos, Carmen, de 79 años, había sido operada dos veces de la rodilla, y llevaba una prótesis.

“Tenían un huerto y yo a veces le daba pan para las gallinas”, recuerda Manoli Gómez. Carmen, agradecía, le ofrecía lo que quisiese del huerto. “Si hacía pestiños, repartía; si hacía arroz, igual… Ella lo daba todo”, la alaba su vecina.

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“No tengo ánimos, lo siento”, responde uno de los cuatro hijos de Carmen al ofrecimiento de contar la historia de su madre. La hija menor de la mujer fue quien halló a su madre muerta, el pasado 7 de febrero. Había ido a las nueve y media de la mañana a buscarla para acompañarla al médico. Cuando vio que no respondía, llamó a su otra hermana. Dentro hallaron a Carmen acuchillada, y a su padre, de 82 años, malherido. Tras matarla, él intentó suicidarse. No lo logró.

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