A mayor comodidad de Rajoy

El presidente ha elegido aferrarse a un equipo de personas dócil y limitar sus capacidades y a un guion previsible

Mariano Rajoy con Soraya Sáenz de Santamaría antes del debate de investidura.Foto: atlas | Vídeo: ULY MARTÍN / ATLAS

Hay dos opciones a la hora de formar equipos. La más arriesgada, pero también la que puede dar mejores frutos, consiste en rodearse de los mejores y atribuirles gran autonomía. El líder se convierte así en árbitro y director de fuerzas en constante tensión y enfrentamiento y extrae de esa rivalidad de ambiciones y logros un resultado que se atribuye en exclusiva. Se convierte en el mejor entre mejores.

Luego está la segunda alternativa: mantener lo ya conocido, aferrarse a un equipo de persona...

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Hay dos opciones a la hora de formar equipos. La más arriesgada, pero también la que puede dar mejores frutos, consiste en rodearse de los mejores y atribuirles gran autonomía. El líder se convierte así en árbitro y director de fuerzas en constante tensión y enfrentamiento y extrae de esa rivalidad de ambiciones y logros un resultado que se atribuye en exclusiva. Se convierte en el mejor entre mejores.

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Luego está la segunda alternativa: mantener lo ya conocido, aferrarse a un equipo de personas dócil y controlable, limitar sus capacidades y competencias a un guion previsible e impedir que nadie pueda resaltar por encima del resto, mucho menos por encima del jefe máximo. Esto es lo que ha elegido Rajoy, para dejar claro a unos y a otros que la línea política del nuevo Gobierno la seguirá marcando él en exclusiva y que todos sus ministros deberán seguir mirándole de reojo en busca de aprobación o de directrices.

¿Alguien piensa que en el nuevo Consejo de Ministros diseñado por Rajoy se sienta quien, en un medio plazo, pudiera hacerse con las riendas de un PP renovado? Es un Gabinete pensado para la comodidad del presidente del Gobierno, que persigue eficacia sin brillo, política sin política, impulso de la obra de Gobierno sin debate ni discusiones.

Quiere Rajoy que todo lo que hasta ahora ha funcionado siga funcionando, pero el criterio para decidir qué ha sido eficaz y qué no se lo reserva en exclusiva. Mantiene en la Vicepresidencia del Gobierno a Soraya Sáenz de Santamaría. Aprecia su trabajo callado, la preparación de los asuntos, la coordinación de ministerios, la asunción de los engorros... Pero cuando uno tiene un martillo todos los problemas le parecen clavos, y la respuesta de Sáenz de Santamaría y su equipo de abogados del Estado a los grandes desafíos que han surgido en el último mandato —Cataluña en primer término— ha sido echar mano de los códigos de leyes para poner freno en los tribunales a lo que ha sido considerado antes una amenaza que un problema político que necesitaba una respuesta política.

Sostiene el presidente del Gobierno que su prioridad seguirá siendo la recuperación económica y la creación de empleo. Y, a tal efecto, mantiene sin apenas cambios la estructura de esta parte fundamental del Ejecutivo. Guindos seguirá sin controlar la mitad de las decisiones económicas relevantes, porque Hacienda y la financiación autonómica permanecen en manos de su rival Montoro. Su cerebro económico en la sombra, Álvaro Nadal, obtiene un ministerio-premio que fragmenta aún más un área que debía ser más compacta y coordinada y, a cambio, deja más desprotegido a un Rajoy que sigue empeñado en tener él la última palabra hasta en el último euro que se gaste.  El Gobierno ha pasado por el taller de chapa y pintura, pero el motor sigue siendo de combustión diésel.

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