Tribuna

¿Quiénes son las bases?

Se ha pasado de partidos de militantes a partidos de electores, es decir, potenciales votantes

El líder socialista, Pedro Sánchez, en un acto con militantes en Málaga.García-Santos

Con frecuencia se invoca a las bases de los partidos para tomar unas u otras decisiones. Las invocan los comentaristas, los políticos, los ciudadanos. Las bases dicen, las bases quieren… Pero, ¿quiénes son las bases, quiénes las componen? Discutible asunto. Normalmente, cuando se alude a las bases, se toma por referencia a los militantes, a los afiliados. Ahora bien, ¿solo estos integran las bases, son los únicos dueños de los partidos? Ahí sobrevienen las dudas.

Antes, hasta los años cincuent...

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Con frecuencia se invoca a las bases de los partidos para tomar unas u otras decisiones. Las invocan los comentaristas, los políticos, los ciudadanos. Las bases dicen, las bases quieren… Pero, ¿quiénes son las bases, quiénes las componen? Discutible asunto. Normalmente, cuando se alude a las bases, se toma por referencia a los militantes, a los afiliados. Ahora bien, ¿solo estos integran las bases, son los únicos dueños de los partidos? Ahí sobrevienen las dudas.

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Antes, hasta los años cincuenta, existían los denominados partidos de masas donde lo importante era tener el mayor número de afiliados, una ideología definida y unos profesionales que gobernaban y administraban el partido, el llamado aparato. Eran partidos de militantes. Pero este tipo de partidos hace ya tiempo que están en decadencia y ahora se han ido transformando en partidos de electores debido a los cambios tecnológicos: en los medios de comunicación (radio, televisión y, ahora, internet), crisis de las ideologías cerradas, convergencia de intereses e ideas, reducción de los antagonismos sociales. Así, de partidos de militantes (fieles y censados) hemos pasado a partidos de electores (inciertos e hipotéticos, a quienes hay que convencer).

Tras estos cambios, quizás hay que replantearse la respuesta a la pregunta de quiénes integran las bases de los partidos. Estamos pensando en los militantes, ¿no nos estaremos equivocando? ¿no deberíamos pensar en los electores? ¿o quizás en ambos a la vez? Creo que esto último es lo más acertado, no se puede decepcionar a los militantes sólo para aumentar los votos, pero tampoco se pueden adoptar posiciones que expresen la opinión de una mayoría de militantes si ello conduce a una catástrofe electoral.

Salir de esta complicada situación exige habilidad, entereza moral e inteligencia política. Las tres cosas. Y ahí el papel del líder, que expresa la imagen de su partido, es fundamental. Es líder quien sabe convencer a sus militantes de la corrección de sus posiciones. No lo es aquel que se muestra inseguro, pendiente de lo que quieren los demás, militantes y electores, para fijar su posición. Un líder, equivocado o no, debe tener claro lo que le conviene a su partido y a su país: así debe expresarlo y así debe ser percibido. En otro caso, cuando se muestra ambiguo y confuso, no suscita la confianza de nadie y pierde la de todos, empezando por los suyos.

Las bases de los partidos han cambiado. Ya no son sólo los militantes, también son los potenciales votantes, aquellos a quiénes su líder, debe persuadir.

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