¿Son ellos el problema?

El fracaso de Sánchez tuvo una tabla de salvación: la noticia del nombramiento de Soria

Congreso de los Diputados durante la primera votación de la sesión de investidura fallida de Mariano Rajoy.Emilio Naranjo (EFE)

En la sesión de investidura de la semana pasada, el líder socialista se había metido en un callejón sin salida. O con una salida única: nuevas elecciones, la que nadie quiere. Su posición era insostenible: el malestar y el desconcierto reinaban hasta en sus propias filas. La situación de Pedro Sánchez me recordaba aquel conocido texto de Samuel Beckett: "Lo intentaste. Fracasaste. No importa. Inténtalo de n...

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En la sesión de investidura de la semana pasada, el líder socialista se había metido en un callejón sin salida. O con una salida única: nuevas elecciones, la que nadie quiere. Su posición era insostenible: el malestar y el desconcierto reinaban hasta en sus propias filas. La situación de Pedro Sánchez me recordaba aquel conocido texto de Samuel Beckett: "Lo intentaste. Fracasaste. No importa. Inténtalo de nuevo. Fracasa otra vez. Fracasa mejor".

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Quien fracasó en la sesión del viernes no fue Rajoy sino Sánchez. Uno ofrecía salidas, el otro ninguna. No y no y todas las partes del no. Fracasaba otra vez aunque no fracasaba mejor sino peor: puro teatro del absurdo.

Pero en ocasiones llega una tabla de salvación, esta vez llegó en forma de noticia: José Manuel Soria había sido designado candidato para cubrir una plaza de alto cargo en el Banco Mundial. El que tuvo que dimitir como ministro hace tan solo unos meses por haber depositado dinero sin declarar en paraísos fiscales y, además, no explicó toda la verdad, era premiado. Estupefacción general, especialmente en las propias filas, en las del PP. ¡Lo que nos faltaba!

El punto más débil de Rajoy es la corrupción, no porque él sea un corrupto, nadie le ha acusado de eso, sino por despreocuparse de la corrupción en su partido. El mensaje "sé fuerte, Luis" ha pasado a la pequeña historia de España. Sin embargo, todo empezaba a olvidarse, a quedar lejos, había obtenido más votos que nadie y al alza, se estaba pasando página. Pues no: otra vez aparecía el cadáver.

Lo de Soria, en sí mismo, es peccata minuta comparado con otros casos, pero muestra la alegría inconsciente desde la que se gobierna, la nula sensibilidad hacia la situación por la que pasan muchos ciudadanos honestos, las ventajas del amiguismo. A veces los casos menores pero inoportunos alcanzan más repercusión que los realmente graves. ¿Se acuerdan de aquella cacería en Botsuana? Ahí radica la gravedad política del caso Soria: llueve sobre mojado cuando ya el suelo empezaba a secarse. Eso irrita a todos.

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Hoy es mucho más complicado investir a Rajoy que hace una semana. Una parte del PSOE estaba contra Sánchez por sus contradicciones irresueltas, hoy una parte del PP está contra Rajoy por su dejadez y apatía. Ambos, por razones distintas, se sitúan a un nivel similar. ¿Serán ellos el problema? Recordemos aquella frase de Francisco Cambó: “Hay dos maneras de llegar al desastre: una, pedir lo imposible; otra, retrasar lo inevitable”.

¿Qué líderes políticos piden hoy lo imposible y, a la vez, retrasan lo inevitable?

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