la corrupción en el pp de Valencia

Barberá, el ocaso de ‘la alcaldesa de España’

La regidora de Valencia durante 25 años pierde el favor del PP por la corrupción

Rita Barberá, en su despacho en 2015.Mònica Torres (EL PAÍS)

El escándalo de corrupción en la Comunidad Valenciana le ha estallado al PP en el peor momento, surtiendo a la oposición de munición y complicando aún más un pacto de Gobierno. Consciente de que tienen por delante un goteo de detenciones y revelaciones comprometedoras, el partido intenta marcar distancias. Y eso incluye ahora a Rita Barberá, alcaldesa de Valencia durante 25 años. El PP ya no la defiende y confía en que dé un paso atrás y dimita.

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El escándalo de corrupción en la Comunidad Valenciana le ha estallado al PP en el peor momento, surtiendo a la oposición de munición y complicando aún más un pacto de Gobierno. Consciente de que tienen por delante un goteo de detenciones y revelaciones comprometedoras, el partido intenta marcar distancias. Y eso incluye ahora a Rita Barberá, alcaldesa de Valencia durante 25 años. El PP ya no la defiende y confía en que dé un paso atrás y dimita.

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Rajoy, amigo personal de Barberá —la llama la alcaldesa de España por sus cinco victorias electorales—, la defendía a finales de enero. “Está absolutamente limpia”, dijo, pero poco después fue imputado todo su equipo en Valencia salvo ella —que es aforada— y un edil nuevo del grupo municipal. El martes la rebajó a categoría de “una militante más” y el jueves advirtió de que “todo el mundo, sea quien sea, tendrá el mismo trato. Esto se acabó. Aquí ya no se pasa ninguna”.

Barberá presidió el congreso nacional del PP en Valencia que rescató al líder del PP tras la rebelión sucesoria por el batacazo electoral —el segundo— de 2008. Rajoy agradeció aquel respaldo en varias ocasiones y tuvo con la alcaldesa deferencias que negó a otros dirigentes populares, como recibirla durante tres horas en La Moncloa en septiembre de 2014 para sorpresa del presidente valenciano Alberto Fabra y en plena batalla por las candidaturas.

El líder del PP zanjó cualquier debate en el partido sobre su relevo y apoyó con entusiasmo su campaña en las municipales del pasado mayo. “No sé si es mi obligación decirlo o no, pero me trae sin cuidado. Rita, eres la mejor. A ti te quieren los vecinos de Valencia y no a los que acosan, insultan y mienten”, manifestó Rajoy el mismo día en que la fiscalía abría diligencias por unos gastos de representación de la alcaldía de Valencia. Ni el presidente ni nadie en el partido se atreven ahora a calificar de acoso las acusaciones a la exalcaldesa.

Rajoy no la dejó caer tampoco tras la debacle electoral. Perdieron la mitad de sus concejales, “¡Qué hostia!”, resumía la noche electoral Barberá sobre el hombro de su compañero Serafín Castellano, detenido días después.

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“Últimamente no es fácil ser del PP”, admitía la vicesecretaria de programas del partido, Andrea Levy, refiriéndose al “bochornoso” escándalo en la Comunidad Valenciana. La corrupción abrasa las posibilidades de pacto para los populares. Los favores prestados han sido amortizados y el partido ya no sujeta la mano de Barberá.

En Valencia, Barberá se despidió de la alcaldía con un puñado de sonados fracasos. La política de grandes eventos, que impulsó junto con el presidente de la Generalitat Francisco Camps, no solo no cuajó sino que en algunos casos dejó un reguero de deudas. Ahí están la Copa del América, el Gran Premio de Europa de Fórmula 1, el Open de Tenis o los Valencia Summit, congresos que organizó el Instituto Nóos de Iñaki Urdangarin. “Nadie puede negar que han sido acontecimientos capaces de atraer inversores, turistas y movimiento económico”, se defendía en 2013.

Lenta caída

Su caída ha sido lenta pero sostenida. Ni con el PP en La Moncloa sacó Barberá adelante uno de sus proyectos más personales: la prolongación de una avenida a costa de fragmentar el barrio de El Cabanyal. Tampoco desatascó la ejecución del Parque Central, un espacio verde en el centro de la capital que exigía el soterramiento de las líneas del ferrocarril.

El caso Nóos se llevó por delante al vicealcalde de Valencia Alfonso Grau, mano derecha de Barberá en el Consistorio. Hoy, Grau, que dimitió de su cargo a principios de 2015 tras ser acusado por la Audiencia de Palma de presuntas irregularidades en la adjudicación de contratos a Urdangarin, asegura que no cruzan palabra.

La Operación Taula, coordinada por el juez instructor del caso Imelsa, que investiga un presunto amaño de contratos públicos a cambio de comisiones ilegales en varias Administraciones públicas valencianas, ha sido el último mazazo: están imputados 9 de los 10 concejales de la lista de Barberá y personas de su círculo de confianza. Barberá, aforada en el Senado, se mueve sobre arenas movedizas.

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