Los africanos que huyen de Ucrania denuncian en redes sociales problemas para abandonar el país

En sus mensajes critican discriminación y racismo, comparten información práctica para quienes buscan refugio y ayudan a presionar a los gobiernos. Se trata en su mayoría de estudiantes marroquíes, nigerianos, egipcios o ghaneses

Una estudiante de Nigeria pone su teléfono móvil a cargar en el interior de una carpa para refugiados después de cruzar el paso fronterizo de Siret, entre Ucrania y Rumanía, el 27 de febrero de 2022.ROBERT GHEMENT (EFE)

Las imágenes transmiten confusión: una carretera bloqueada durante las primeras luces tenues del amanecer; un teléfono móvil que busca imágenes entre manos en alto, y al fondo varios hombres de uniforme armados que apuntan hacia el punto en el que se encuentra quien está grabando. Destellos de sirenas de policía y de luces de vehículos, y gritos entre los que acaba imponiéndose una frase: “¡Somos estudiantes!”. Uno de los uniformados da una orden confusa de avanzar y la cámara se mueve sin control mientras se escuchan agradecimientos. En apenas un día, el vídeo fue reproducido en Twitter más de dos millones de veces. Fue registrado por un ciudadano nigeriano en la frontera entre Ucrania y Polonia mientras intentaba huir de la guerra. Este documento se ha convertido en una de las muestras de cómo los y las ciudadanas africanas que se encontraban en suelo ucranio cuando estalló el conflicto se enfrentan a una discriminación mayor en su camino hacia un lugar seguro.

Ucrania es uno de los destinos habituales de los estudiantes de diferentes países africanos. La alta calidad de las escuelas técnicas y de las facultades de Medicina, por ejemplo, unida a unas tasas de matriculación más bajas que las de otros países, han convertido a esta nación europea en una opción deseable. Las últimas cifras de la UNESCO cifran en 17.000 los estudiantes africanos residentes allí en 2020, prácticamente un 20% del total de universitarios extranjeros en el país. La comunidad más numerosa entre las africanas es la marroquí, con 5.700 alumnos, seguida de la nigeriana, con 3.300. Después, la egipcia con 2.850 y en cuarta posición la ghanesa, con 1.400 universitarios.

Las redes sociales han dado visibilidad a una situación que en otras circunstancias probablemente habría pasado desapercibida ante la avalancha de noticias relacionadas con el conflicto armado. Tal vez, cuando los medios se apresuraron a avanzar el “Europa se está volcando con los refugiados ucranios”, algunos responsables de custodiar las fronteras se han ceñido a la literalidad del anuncio. Los acogidos que pasarían sin problemas serían ucranios. Desde el pasado viernes 25 de febrero han comenzado a aumentar los mensajes que hablan de ciudadanos de diferentes países africanos que no pueden abandonar el territorio invadido porque en los estados vecinos se les niega la entrada. El vídeo viral de la frontera polaca es uno de los que han visibilizado esa situación, pero no es el único. Otras imágenes compartidas en redes muestran escenas similares en el acceso a los trenes que cruzan los controles fronterizos, por ejemplo, así como las esperas de quienes tratan de marchar. El 28 de febrero la propia Unión Africana usó las redes sociales para lanzar un comunicado con su preocupación al respecto.


Muchas de estas imágenes se han concentrado bajo la etiqueta #AfricansinUkraine en las diferentes redes sociales. A pesar de que una buena parte de la discusión ha acabado virando hacia la denuncia de estas situaciones de discriminación, los mensajes compartidos, sobre todo, en un primer momento, pretendían aportar información práctica para los africanos que tratan de abandonar Ucrania, pero no tenían un apoyo diplomático directo. Esas indicaciones iban desde números de contacto de personas que podían aportar apoyo y referencias de las embajadas más próximas en capitales vecinas, hasta indicaciones de las mejores rutas para llegar a las fronteras. Pasando por chats de WhatsApp o de Telegram en los que se está compartiendo información en tiempo real e, incluso, los pasos fronterizos en los que los africanos no están encontrando inconvenientes.


Muchos usuarios están tratando de recopilar todas esas informaciones en las diferentes plataformas de medios sociales para conseguir la máxima difusión.

Las conexiones que se han establecido en los primeros momentos a través de las redes sociales han permitido tejer algunas redes de solidaridad de emergencia. Y a través de este canal se han lanzado, por ejemplo, colectas que prometen dar cobertura a los estudiantes africanos y caribeños que tratan de abandonar Ucrania. Una de ellas está impulsada por dos jóvenes desde Reino Unido; otra, de alguien que precisamente estaba intentando huir, llegó rápidamente a las 20.000 libras (casi 24.000 euros). A través de las redes, las promotoras de la iniciativa intentan dar transparencia a todos los movimientos. De la misma manera, las comunidades de africanos en los países fronterizos están tratando de organizarse para complementar los esfuerzos institucionales y para dar apoyo a los recién llegados. Y están empleando las redes para difundir la disponibilidad de esos recursos.


Así, las plataformas virtuales están permitiendo seguir en tiempo real los periplos de algunos de estos estudiantes bloqueados en Ucrania que intentan alejarse de allí, como en el caso de un usuario nigeriano identificado como Nze o una usuaria zimbabuense que responde al nombre de Koko. Algunos de sus tuits muestran el recorrido a la frontera y los obstáculos con los que se han ido encontrando.

Desde el espacio virtual también se está intentando mantener la moral de las personas que se encuentran en pleno trayecto o incluso de los que se están viendo bloqueados en las fronteras, explicando las historias de los que han conseguido cruzar.


El intercambio de estas informaciones también es una fuente de polémica. De hecho, algunos grupos de usuarios han señalado a la iniciativa #AfricansinUkraine como una fuente de propaganda prorrusa. Los críticos con la publicidad de estas historias consideran que suponen una estrategia para minar la imagen internacional de Ucrania en medio de un conflicto en el que la guerra de la información también se está librando intensamente y las noticias falsas intentan condicionar a la opinión pública y decantar las simpatías.

Sin embargo, la denuncia de la discriminación racial es solo una de las partes de esta conversación en la que, de hecho, las críticas a las autoridades o al ejército ucranio no es ni mucho menos la clave. Los afectados reparten responsabilidades de esta situación entre algunos miembros de las fuerzas armadas nacionales y las autoridades de los países vecinos. No en vano, el propio Gobierno de Kenia ha anunciado como un logro el compromiso de algunos de esos estados fronterizos con Ucrania de permitir la entrada a los kenianos que presenten un documento de viaje (fundamentalmente un billete de avión hacia su lugar de procedencia). Se trata esta de una condición que no se aplicaba a los ciudadanos de otras naciones y que puede resultar difícil de cumplir en una situación de crisis.

Por otro lado, una buena parte de los reproches se lanzan también a las propias autoridades africanas. La presión ha hecho reaccionar no solo a algunas delegaciones diplomáticas, sino a altos cargos como el ministro de Asuntos Exteriores de Nigeria, Geoffrey Onyeama. El mandatario ha asegurado, en esas mismas redes sociales, que está ocupándose personalmente de las salidas de los ciudadanos nigerianos. Y su Ministerio ha informado de que hasta ayer, la embajada nigeriana en Bucarest ha atendido a 130 de sus ciudadanos recién llegados desde el país asediado; la de Budapest, a 74 (y espera la llegada de otros 200), mientras la que la de Varsovia ha recibido a 52 a los que deben sumarse otros 23 que estaban realizando trámites administrativos.

Más allá de esos enfoques, la mayor parte de los mensajes intentan informar de la situación o visibilizarla, además de ofrecer una ayuda concreta a compatriotas que pueden estar viéndose en una situación crítica. De hecho, aunque es cierto que algunos de los afectados han desplegado parte de su ira, otros no han podido abandonar Ucrania sin desear lo mejor a quienes han dejado atrás.

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