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Los rescoldos del ISIS

La reaparición del Estado Islámico en Siria demuestra que el anuncio de su derrota fue prematuro

Aunque quede lejos el protagonismo internacional del que gozó hace años por el extenso territorio que controló, la fortuna que amasó gracias al comercio del petróleo, los crímenes que cometió en las zonas bajo su dominio y los sangrientos atentados perpetrados por todo el mundo, el Estado Islámico (ISIS) está lejos de desaparecer y sigue operativo en Siria. Si bien su radio de acción es notablemente menor que en el pasado, sería un grave error no prestar atención a una organización que ha dado sobradas muestras de su capacidad para matar y resistir.

Las declaraciones altisonantes suelen resultar prematuras. En ciertas regiones del mundo son además peligrosas. Por eso, cuando en febrero de 2019 Donald Trump, todavía en su primer mandato como presidente de EE UU, declaró una victoria “al 100%” sobre la organización islamista no fueron pocos los que dudaron de la desaparición de un movimiento que había llegado a controlar unos 90.000 kilómetros cuadrados y extendido su influencia desde Oriente Próximo a países como Libia y Nigeria. De hecho, el ISIS nunca ha cesado en sus acciones, y los dos soldados y un traductor estadounidenses muertos el pasado día 13 en una emboscada en el desierto sirio justifican el escepticismo que despertaron aquellas palabras de Trump.

La guerra civil siria finalizó oficialmente hace un año con la caída de Damasco en manos de la oposición y la huida del dictador Bachar el Asad, desde entonces refugiado en Moscú. Pero eso no significa que el país se haya pacificado. La profunda división social, política y geográfica creada durante la guerra, con múltiples facciones combatiendo en una miríada cambiante de coaliciones y grupos enfrentados, está lejos de quedar superada. La llegada al poder de Ahmed al Shara, quien lideró una rama local de la organización terrorista Al Qaeda, por cuya cabeza Wa­shington llegó a ofrecer 10 millones de dólares y que ahora vive una luna de miel con la Administración de Trump, no ha logrado la estabilidad deseable.

Es este el caldo de cultivo donde el ISIS sigue activo, con miles de militantes que se han adaptado a la nueva coyuntura y han pasado de controlar un territorio concreto a ejercer el papel de insurgentes clandestinos. Ahora se trata de causar mucho daño con pocos medios. Y lo están consiguiendo. El nuevo Gobierno sirio ha decidido tomarse en serio esta amenaza ante el temor añadido de que el ISIS dé algún golpe espectacular, ya sea grandes atentados u operaciones de rescate de sus militantes encarcelados. Por eso es necesaria la colaboración internacional para neutralizar esta amenaza no solo para Siria sino también para todo Occidente. A pesar de su derrota territorial de hace seis años, el ISIS sigue activo y se está reorganizando. Un hecho ante el que no caben las declaraciones triunfales sino la acción efectiva. De lo contrario, Siria seguirá siendo un foco de inestabilidad en una región ya suficientemente inestable.

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